Librepensadores

Soledad Gallego-Díaz, por fin

Gonzalo de Miguel Renedo

En la primera semana de junio de 2018 se han producido hechos trascendentales para este país. Un gobierno ha caído por la corrupción. La moción de censura constructiva ha triunfado por primera vez en esta democracia, inaugurando una nueva etapa que, tras las primeras boqueadas esperanzadoras y desesperadas tras la asfixia, veremos si cuaja en resultados más duraderos. Y el otro acontecimiento relevante ha sido la llegada a El País de una mujer como directora, la primera del diario desde su fundación, hace ya casi medio siglo. Ya tocaba, aunque no es menos cierto que si no llegó antes fue por culpa de la misma mujer de cuyo nombramiento hoy nos congratulamos. Por lo demás, es curioso lo bien que encarnan ambos episodios el inicio del deshielo. A nadie escapa que el principal diario de España, y el más importante en lengua castellana, había cambiado su vocación de servicio público por la de servicio gubernamental, y si no me creen, basta con echar un vistazo a la cascada de reacciones generadas tras el anuncio de que la maestra de periodistas, Soledad Gallego-Díaz, se haría cargo de la dirección de El País. Algunos hablan, incluso, de este relevo como de una noticia más importante que la propia caída del gobierno de un partido corrupto. Recordemos las preferencias de Thomas Jefferson. La antigua dirección del diario había tomado como inspiración de modelo periodístico la manipulación interesada, aliñado con esas selecciones numéricas de sueños, curiosidades, crecepelos y demás morralla que pueblan las noticias de los buscadores. Uno ya no sabía si estaba en la página del principal diario de referencia de España o en la web multicolor de Yahoo. Más que el primer borrador de nuestro acontecer cotidiano, el diario semejaba uno de esos programas de fiestas que añaden notas de relleno ajenas a lo que se cuenta. Todo por un clickclick. El periodismo vendido por un click.

Pero, ¿qué debe inspirar el periodismo? Katharine Graham recuerda en su biografía los principios que deben presidir un periodismo limpio, principios que enunció su padre, Eugene Mayer, y entre los que cabría resaltar:

1. La primera misión de un periódico es decir la verdad, en la medida en que ésta pueda comprobarse.

2. El periódico tiene un deber para con sus lectores y el público en general, no los intereses privados de su propietario.

3. El periódico, en la búsqueda de la verdad, estará dispuesto a sacrificar su fortuna material, si es necesario para el bien público.

4. El periódico no se aliará con ningún interés especial, sino que será justo, libre e íntegro en su visión de los asunto públicos.

Bien, ¿cuántos de estos principios cumplen los periódicos de hoy, y por centrarnos en la cabecera de referencia, cuántos se cumplían en El País en los últimos tiempos? Me temo que ninguno, me da que nuestro viejo periódico pertenecía más, en cuerpo y alma, a sus acreedores que a sus lectores, y como tal, operaba en concordancia con sus intereses bastardos. Esta pérdida de crédito se aceleró de manera meteórica con la llegada de Antonio Caño, un hombre de Cebrián, o yo al menos, así lo sentí. Y como yo, miles de lectores y lectoras se sintieron huérfanos con el desembarco de la información como negocio y no como una savia necesaria para formar una sociedad libre y justa. Mayer lo explicaba mejor: “Los ciudadanos de un país libre necesitan una prensa libre para obtener la información necesaria que les permita ejercer de forma inteligente su deberes como tales ciudadanos”. Pero todavía lo resume mejor la cita de Somerset Maugham, que tanto gustaba a un jefe de opinión del propio The Washington Post: “Si una nación valora alguna cosa más que la libertad, perderá la libertad, y lo irónico es que, si lo que más valora es la comodidad o el dinero, los perderá también”. Bueno, quizás esta segunda cita no encaje tanto, pero aquí la dejo que seguro que alguien le encuentra otro acomodo. En todo caso, el espíritu es el mismo. Libertad.

No tengo dudas de que Sol Gallego, como la citan sus amigos y amigas, cumplirá con creces las expectativas generadas, más que nada porque, quien la ha elegido en dicho puesto, corroborado de manera aplastante por la propia redacción con casi un 98%, dudo mucho que lo haya hecho con la insana intención de mediatizar sus decisiones. No tiene edad la última galardonada con el Premio Ortega y Gasset como para soportar injerencias extemporáneas. Vamos, tal ocurrencia sería propia de tontos, y todo apunta a que la vida inteligente ha vuelto a la empresa. Suele recordarse, cuando ocurre algún acontecimiento histórico importante, a los personajes del pasado, lanzando exclamaciones sobre lo mucho que se necesitaría la presencia de tal o cual personalidad. En el momento presente podemos afirmar que es un orgullo y una alegría iniciar este periodo prometedor con una mujer como Soledad Gallego-Díaz al frente del principal periódico de España, un diario que puede que no sea de izquierdas, como resaltaba ella misma hace unos años, pero que al menos pueda volver a ser un medio de referencia. Enhorabuena. Ya era hora. ____________

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

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