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Sobre los usos de Vox

Honorio Cardoso

Mucho antes y más allá de la actualidad política, esta expresión, de origen latino, constituye una unidad léxica de carácter polisémico. Es decir que, en función del contexto social o lingüístico en el que lo utilizamos, el vocablo materializa significados y categorías gramaticales y semánticas diferentes. De hecho la gran mayoría de los hispanohablantes, de manera paulatina, hemos ido incorporando muy diferentes significados: el inicial como palabra latina, el posterior como icónico diccionario o el actual como denominación de un partido político. Con seguridad, para las nuevas generaciones el recorrido será a la inversa. Visitemos algunas significaciones de esta expresión, en su traducción o en su literalidad.

Sonido. Como es suficientemente sabido, su derivación en castellano es Voz. Tanto en latín como en nuestro idioma, se puede usar como concepto o elemento de locución gramatical, y como sinónimo de palabra, término o vocablo. También como sonido, el que emiten las personas o los animales. Tradicionalmente, de manera ocasional, se podía asimilar a chillido, grito o bramido. La incorporación de la dimensión de espectáculo vociferante al ámbito público, sesiones parlamentarias o programas informativos (de tertulieo político, maledicente famoseo o pugilismo futbolero), ese uso ocasional se ha ido tornando en habitual.

Concepto. Un significado del sonido voz es el de instrumento musical de los cantantes. En este ámbito musicólogico, es de justicia hacer referencia a Jennings Organ Company, fabricante inglés de equipos musicales: amplificadores, Vox Amplification, órganos eléctricos o sintetizadores. Determinantes en el boom musical protagonizado por los grupos británicos de los años 60 y siguientes. Como adicto adepto a The Animals, me atrevo a preguntar ¿puede, en la música popular, encarnar esta acepción alguien mejor que el irrepetible Eric Bardon? Y, siguiendo el hilo de éste enorme grupo, no puedo dejar de subrayar la importancia de la guitarra pentagonal Vox Phantom, que usó y magnificó como nadie Hilton Valentine. Ellos, junto al teclista Alan Price y su órgano Continental encumbraron un puñado de grandes canciones, siendode las más populares La Casa del Sol Naciente.

Diccionario. La editorial, que adoptó el término como marca, ganó fama y renombre por sus Diccionarios de carácter monolingüe y bilingüe, orientados preferentemente para uso estudiantil y de público no especialista. De entre todos, sobresalía el de latín, herramienta imprescindible para quienes nos iniciábamos en el territorio mágico de la cultura clásica. Los editores de esta casa, con una trayectoria próxima a los setenta y cinco años, han venido a considerarse damnificados por el nacimiento de un nuevo bando político con esa denominación: a finales de 2018 declaraban que “les toca las narices" que exista un partido con su mismo nombre. Y para marcar su diferencia, afirmaban que su carácter era “profundamente multicultural, porque trabajamos con las lenguas y detrás de cada lengua hay una cultura". Quizás, Vox editorial podría ser considerada protomártir de una (metafórica) asociación de víctimas vinculadas a la arrolladora irrupción pública de la fuerza política.

Partido político. Vox es un partido que se constituyó a finales de 2013. Como fundadores de la formación constaban diez personas: siete de ellas muy vinculadas a José Mª Aznar, el indudable caudillo del PP, sin que ello permita señalarlo como organizador. Utilizando sus palabras sobre los atentados del 11M en Madrid, podría identificársele como el autor intelectual. Vamos, el Padrino.

Desde sus orígenes ha ido profundizando en sus posiciones carácter nacional populista: fuerte sentido nacionalista español, guardián del legado de la Dictadura de Franco, partidario de la ética tradicional católica, defensor militante de “lo” español frente a amenazas externas (los extranjeros) o internas (los social-comunistas, los separatistas) e institucionales (las mismas Comunidades Autónomas), su programa económico oscila entre lo retórico difuso y las recetas neoliberales. A día de hoy, sustentándose en un creciente respaldo electoral, es la tercera fuerza política del Congreso. Vox, como antes Podemos y después Más Madrid, ha renunciado a que su denominación como partido pueda cristalizar en siglas.

Desconocemos cual será el papel y la trayectoria de Vox en el desarrollo histórico de la política española, lo que resulta cegadoramente real es la función que está jugando en nuestro presente: atenazar la capacidad de funcionamiento autónomo del PP. Cuando Macarena Olona desata su estruendosa trompetería verbal contra el Gobierno de Coalición Progresista asegurando que, en la crisis del coronavirus, Pedro Sánchez “aplica la eutanasia por la vía de los hechos... este Gobierno socialcomunista (lo ha hecho) de la manera más feroz”, el líder del PP sólo puede recurrir a un blablablá de funerales, banderas y crespones o centrar su intervención en el color de la corbata de Sánchez. Cuando Abascal, con altanería, desprecia encontrarse con el Presidente, fuerza a Pablo Casado a posponer su entrevista con el susodicho, proyectando una imagen de adolescente prorrogado.

Sigla. Indica la RAE que una sigla es un “signo lingüístico formado generalmente con las letras iniciales de cada uno de los términos que integran una expresión compleja”. Todos recurrimos a ellas en nuestros escritos o conversaciones urgidos por la ley de la economía del lenguaje, si bien su uso se encuentra generalizado en el periodismo Sobre todo, a la hora de hablar de organizaciones internacionales o de formaciones políticas, a las que solemos referirnos más por sus siglas que por sus denominaciones. Aunque como hemos señalado arriba, algunas escapan claramente al ejemplo.

Clima Social. En la última semana de confinamiento hemos podido conocer algunos casos de acoso a trabajadores de diversos sectores que mantienen su actividad: personal sanitario, empleadas de supermercados o repartidores. Todos reprobables aunque el que ha centrado mayor atención en los últimos días sea el de la ginecóloga Silvana Bonino, quién al dirigirse a su coche, el pasado 14 de abril, se lo encontró con la pintada “Rata contagiosa”. Todos indicios del miedo, de un miedo concreto: el que ha desatado la covid-19.

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Pero debemos atrevernos a mirar que, desde la crisis de 2008, se ha gestado y expandido en el seno de nuestra sociedad un caldo de cultivo cuya ebullición nos salpica a todos. Un clima social engendrado por sectores muy diferentes (políticos, económicos, mediáticos), interesados en infectarnos el miedo al Otro, esforzados en que aspiremos un éter venenoso -Violencia, Odio y Xenofobia- que alimente el miedo en numerosos segmentos sociales. Ellos saben que una vez que absorbemos el miedo podemos comprar cualquier atrocidad. Y ejecutarla, como hemos tenido ocasión de ver. Ahora con la pandemia y repetidamente en la última década. De nosotros depende que las próximas ediciones de diccionarios, el de la Lengua de RAE o el VOX, terminen incluyendo esta naciente acepción en sus próximas ediciones.

Pelear contra el miedo debe ser el motor para encarar la pandemia y para voltear el panorama socioeconómico que va a dejarnos. Y, sobre todo, para escapar del abismo de Inhumanidad al que los dueños del mundo querrán abocarnos.

Honorio Cardoso es socio de infoLibre

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