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Jose María Barrionuevo Gil

Ayer tarde, cuando se nos hacía tarde y volvíamos en el tren de cercanías, con más cercanía que nunca por mor de tanto personal, se podía ver cómo caía la tarde, toda rosada ella, y nos contemplaba algo caídos por lo menos por las horas que cada día se nos escapan. En silencio casi todos y con las miradas bajas, casi vencidas, podíamos ver cómo se nos escapaban los extraordinarios silencios de la tarde. Sin embargo, aunque con cansancio, nadie parecía sentirse crepuscular, nadie dormitaba, porque tras los innumerables silencios, los ojos soltaban sus chispas. Era todo una gran proeza colectiva que nos hacía no perder el ánimo.

Ahora nos parece que debemos atender a nuestra proeza de antaño, cuando veníamos “de vuelta” de casi todo y el ambiente ciudadano no llenaba un tren de cercanías sino que nos llenaba a todos por las cercanías que nos guiaban en cansancio de lo ya tan sabido y en entusiasmo por aprovechar lo alguna vez soñado, a pesar de tanto atropello de pesadillas.

Ahora, y antes de que sea más tarde, tenemos que recuperarnos del cansancio político que se nos ha pegado a las espaldas. Por ello no podemos olvidar los años pasados y las inútiles y hasta perjudiciales convocatorias de elecciones que nos dejaron a todos desasistidos del primigenio ánimo y de la tan renovada esperanza. 

No podemos olvidar los años pasados y las inútiles y hasta perjudiciales convocatorias de elecciones que nos dejaron a todos desasistidos del primigenio ánimo y de la tan renovada esperanza

El hermano mayor socialista de entonces se saltó a la torera el primer posible gobierno de coalición, también el segundo, cuando Pablo se echó a un lado y se quedó la casa de todos los progresistas otra vez deshabitada y al final se nos coló de rondón, en el Parlamento, el rejón hiriente de la extrema derecha que a todos nos ha ido haciendo tanto daño. De nada valió la eufórica promesa de que la izquierda no sería defraudada.  El abogado de Pedro funcionaba sólo si sacaba mayoría absoluta y no si sólo obtenía unos pocos diputados más que Podemos.

Hemos pasado años difíciles y, además, el signo de Más nos restó y dejó al aire y sin arrestos válidos para haber dado pasos hacia adelante y que el personal hubiera visto con realidades que sus temores eran cantos de sirenas más que infundados.

Otra vez, ahora, a cualquier cosa se le llama Sumar, cuando se precipitan los acontecimientos y no se ha sabido aprender y dar tiempo al tiempo, porque no todos los tiempos son propicios. Adelantar acontecimientos, sin saber a qué responden los tiempos que se han precipitado ahora, como antes se dilataron a favor de un gobierno al que le escocía un acuerdo de coalición, ha sido demasiado desestabilizador. Adelantar para incordiar sin querer darse cuenta de a quien se favorece es un asunto que no es de ninguna manera inocente. La conciencia política tiene que ser más prudente que la entrega inocente y fácil por mor de una intriga desconocida de quienes sabemos que se las gastan de muchas maneras, como se nos ha ido revelando desde siempre y por muchos años.

La conciencia política debe ser firme, no puede dejar de ser consciente y por ello ser olvidadiza, porque no deben despreciarse la infinidad de ocasiones que nos han envuelto en lamentaciones.

Es verdad, como nos decía  Baltasar Gracián, que “vívese lo más de información: es lo menos lo que vemos; vivimos de fe ajena: es el oído la puerta segunda de la verdad y principal de la mentira”. 

Nos podemos preguntar: “Quién está detrás de las prisas”. Y también: “Por qué no se responde a una pregunta actual sobre la postura a tomar precisamente ante esta tan próxima cita electoral, en la que suponemos que no se han debido desdibujar los compromisos con los compañeros de viaje, como si se tratara de un sospechoso transbordo”.

Ahora puede resultar que nos faltan “algunos datos”. Estar atentos para estar “de vuelta” con la experiencia recabada, no es precisamente volver a las andadas, sino  mostrar la inteligencia adobada con la experiencia. No podemos deslumbrarnos con la primera impresión del hallazgo de Sumar, porque, como nos recuerda también Gracián, “Cásanse algunos con la primera información, de suerte que las demás son concubinas, y, como se adelante siempre la mentira, no queda después lugar para la verdad...  Quede siempre lugar a la revista... Arguye incapacidad el impresionarse y está cerca del apasionarse”.

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Jose Maria Barrionuevo Gil es socio de infoLibre.

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