Itziar Castro, la valiente defensora de la diversidad en la última gran revolución del audiovisual

La actriz Itziar Castro posa a la cámara en la presentación de ‘Los Viajes de Belinda’.

Iniciando el lustro que marcaría su fase de mayor fama, en 2018, Itziar Castro revelaba que en los veinte años anteriores que llevaba actuando solo le habían llegado dos guiones donde no se especificara que su personaje estaba gordo. Una era Campeones, película de Javier Fesser donde tuvo un papel secundario con el que repetiría en la secuela Campeonex, y otro se titulaba Matar a Dios. Se trataba de una comedia sobrenatural y gamberra que dirigían Albert Pintó y Caye Casas, donde la actriz encarnaba a una mujer sumisa con la obligación de tomar una decisión trascendental.

Pocos años antes el primer papel de Castro en una gran producción se había dado en Las brujas de Zugarramurdi, aunque entonces poca gente podía reconocerla. Para empezar porque Castro hasta ahora solo había participado en cortometrajes, y para terminar porque se había limitado a ejercer de modelo 3D para una de las brujas, creada por CGI de cara a impulsar un aspecto monstruoso. “Cuando conocí a Álex de la Iglesia estaba desnuda y con el cuerpo lleno de stickers”, recordaba la intérprete con su buen humor característico. Hoy, que Castro acaba de morir a los 46 años, la industria del audiovisual español ha cambiado de forma palpable. Y la actriz ha estado a la vanguardia del cambio.

La atmósfera turbia que envolvía a personajes fantasiosos se mantuvo de Zugarramurdi a Eat my shit, el corto que dio a conocer la faceta como cineasta de Eduardo Casanova en 2015. Aunque, en este caso particular, Castro aparecía sin ningún ornamento que subrayara un pretendido aspecto estrafalario. Algo que Casanova mantuvo cuando el corto ganó el revuelo suficiente como para impulsar un largometraje inspirado en él. Gracias a Pieles Castro fue nominada al Goya a Mejor actriz revelación llegado 2017, justo cuando podía alternar papeles tanto en el cine como en la televisión. También se había dejado ver en algún que otro episodio de Paquita Salas, el despegue de los Javis.

Entre los Javis y Casanova, autores de marcado carácter LGTBIQ+ (colectivo al que pertenecía la propia Castro, siempre muy pública al respecto), germinó un fenómeno que ha marcado al audiovisual español. Y todo en menos de cinco años: los que necesitó Castro para convertirse en una presencia querida y reconocible en cualquier pantalla.

Una adalid por la diversidad

La misma Castro hablaba de sí misma como “la gorda del cine español”. “Somos una sociedad pluricultural. Y lo audiovisual tiene que retratar la vida con esa diversidad”, declaró en otra entrevista. La presencia de Castro en una serie como Vis a vis, donde encarnaba a la  violenta reclusa Goya Fernández, terminó de lograr a finales de la década pasada que la actriz obtuviera fama y altavoz para sus ideas. “Fue consciente de haber logrado una posición privilegiada en cuanto a visibilidad y altavoz, y siempre aprovechó ese altavoz para intentar seguir impulsando un cambio y que más gente como ella pudiera estar en su posición”.

Habla Elena Crimental, directora de comunicación del Observatorio de Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA). Este organismo, nacido a semejanza del GLAAD de EE.UU. (la Alianza de Gays y Lesbianas contra la Difamación), lleva desde 2019 publicando un informe anual sobre la representación de colectivos discriminados en cines y series patrias: mujeres, colectivo LGTBIQ+, personas racializadas y personas con discapacidad. El inicio de sus actividades forma parte de una confluencia de preocupaciones y demandas de inclusión en la industria, que la propia Castro fomentaba en sus intervenciones públicas.

“La noticia de su fallecimiento ha conmocionado a la comunidad audiovisual y activista LGTBIQ+, porque ha sido una figura muy importante y una que llegó cuando no había otros referentes en este terreno”, continúa Crimental. “Era abiertamente lesbiana, luchaba por los derechos LGTBIQ+ y también era gorda, y siempre tuvo todo esto por bandera. Ha tocado muchas vidas”. El mismo ODA lanzaba recientemente su primer informe sobre gordofobia en el audiovisual español, acompañado de un vídeo desarrollado en colaboración con Filmin y Laura Galán: actriz de una película, Cerdita, que causó gran impacto en 2022. Hace no mucho tiempo, que una persona con el físico de Galán protagonizara una película de terror, donde su personaje tuviera agencia y dignidad plena, habría sido impensable.

Cerdita, Pieles, y otras películas del año pasado como La consagración de la primavera, Mi vacío y yo o La amiga de mi amiga (protagonizadas por una persona con discapacidad, una mujer trans y varias mujeres lesbianas respectivamente), dan cuenta de una revolución en el audiovisual español, en lo concerniente a otras identidades y otros cuerpos que hasta ahora habrían estado infrarrepresentados. Y Castro siempre estuvo en medio, con ganas de hacer mucho más al margen de los proyectos que iba acumulando su agenda. “Se movió en un ambiente activista y reivindicativo. Por eso ha dejado un legado que es tan importante, una huella que va a ser difícil de olvidar”, afirma Crimental.

La periodista y comunicadora también destaca que Castro recibió muchísimo odio. “Algunos de los comentarios hablando de su muerte y especulando sobre lo acontecido lo demuestran. La gordofobia sigue siendo un problema tremendo”. “Es terrible que al segundo de enterarnos del fallecimiento de Itziar Castro sepamos que se viene una ola de gordofobia”, lamentaba por su parte Ángela Rodríguez Pam, exsecretaria de Estado de Igualdad, poco después de conocerse la noticia de la muerte.

El corazón por delante

A lo largo de su carrera Castro estuvo vinculada en varias ocasiones con Javier Ambrossi y Javier Calvo. Más allá de Paquita Salas fue profesora al igual que ellos en Operación Triunfo, y hacia 2019 encabezaba una serie de su productora Suma Content, Terror y feria. Tanto los Javis como Castro representan en distintos grados un cambio de sensibilidad en nuestro audiovisual, que más allá de la presencia de diversidad en cine y series pasa por narraciones centradas en experiencias directas y viscerales, de holgado potencial político. Fruto de esta sensibilidad, la carrera de Castro fue prematuramente inseparable de su figura mediática, y cada ficción posterior iba ahondando en esa difuminación de fronteras.

Muere la actriz Itziar Castro a los 46 años

Muere la actriz Itziar Castro a los 46 años

En 2019, coincidiendo con el lanzamiento de Cardo por parte de Ana Rujas y Claudia Costafreda (serie consagrada a una experiencia precaria y millenial, tan familiar como dolorosa), Castro protagonizó El cerro de los dioses. En esta comedia satírica se interpretaba a sí misma, y pudo compatibilizar el lanzamiento con la publicación de un libro de poemas: Con el corazón por delante, antología de piezas basadas en su propia vida. La escritura se alineaba entonces con un deseo de la actriz catalana por hacer algo más, por no esperar a que una industria todavía renuente a su encaja le ofreciera papeles.

Así que se lanzó a la dirección. En el marco del NoTodoFilmFest (donde cuatro años antes había visto la luz Eat my shit), Castro estrenó el cortometraje La soledad. Poco después se involucró en un proyecto más ambicioso, donde volvería a interpretarse a sí misma y a basarse en su propia vida, en dudas actuales y abrasivas. De L@ cita, que se proyectó el pasado noviembre en el X Festival de Cortos de los Premios Pávez en Talavera de la Reina, Castro contó que nacía de su angustia por la fama. “La fama te deshumaniza, la gente te pide fotos pero no te ve como una persona”. Y hallar una relación significativa resulta, en consecuencia, especialmente difícil. “Cuando eres famosa todos piensan que ligas mucho”.

L@ cita encontraba a Castro teniendo varias citas con mujeres de físicos diversos. El corto, sobre el que Castro llegó a plantearse desarrollar una serie, recibió una distinción del ICAA como “recomendado para el fomento de la igualdad de género”, y contaba asimismo con un cameo de la política Carla Antonelli. Amiga cercana de Castro, e icono LGTBIQ+ al haber sido la primera mujer trans en ostentar un cargo legislativo en España. Los vínculos que tejió Castro tejen, a su vez, una red mucho más amplia que ella misma. Una que se extiende y extiende por una industria que, gracias a esta mujer de explosivo sentido del humor y ganas incontenibles por expresarse, nunca volverá a ser la misma. 

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