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Literatura

¿Te apetece un libro de fresa?

Edición de Almacén de análisis.

Este fin de semana, una treintena de editores pas comme les autres se han dado cita en Salamanca para hablar de lo suyo, que son las ediciones… ¿Cómo las definiríamos? Raras sí, pero no; originales por supuesto, pero tampoco; estrafalarias a veces, aunque no siempre… Quizá inclasificables. Sí, Inclasificables.

"Los Inclasificables vienen siendo una larga lista de editores que por lo general tienen poco espacio en las bibliotecas, en las librerías y que suelen circular por los márgenes y subterfugios del negocio editorial", explica Ginés Martínez, dibujante, editor en El Estado Mental y coordinador del IV Encuentro de Editores Inclasificables. "Lo más importante es que hemos aprendido a desmitificar ciertas convenciones que existen sobre la idea de edición independiente. Los editores independientes ni son mejores ni más audaces que las grandes corporaciones. Cada año intentamos buscar propuestas diferentes y fomentar la bibliodiversidad y no adscribirnos a las últimas tendencias que lanzan mensajes del tipo 'leer fanzines mola"-

Los botones que valen la muestra

Andrea Galaxina es la encargada de la editorial Bombas para desayunar. "Aunque publicamos fanzines bastante clásicos en cuanto al formato, en realidad el propio fanzine es una tipología bastante inclasificable —nos explica—. Muchas cosas pueden ser un fanzine así que creo que el hecho de que sólo editemos zines nos hace inclasificables."

Ceferino López se define como "fotógrafo, malabarista y soñador". Y define Chucherías de Arte como algo que "tiene aspecto de editorial y se parece, ciertamente. Pero en el fondo es un ejercicio para profundizar en la comunicación con el inexistente, con el otro y su exclusiva razón de ser". Cree que sus creaciones son inclasificables "no por rarunas o diferentes, lo son por todo lo contrario, porque se encuentran cómodas en cualquier ámbito, porque ganan de inmediato los afectos de cualquier tipo de público mínimamente sensible". No son fanzines, ni tebeos, tampoco álbumes, ni cuentos: "Son las golosinas de un viejo y gruñón quiosquero que echa a faltar la algarabía de la concurrencia".

Víctor David López es, junto a Aline Pereira, editor y fundador de Ediciones Ambulantes. Este año no ha podido asistir, pero si participó en ediciones anteriores. La suya es la menos excéntrica, publica literatura brasileña y sobre Brasil, pero se quiere "inclasificable" porque la etiqueta "huele bien, sabe a letras, se ven ediciones increíbles, se escuchan diferentes formas de pensar, se siente y se nota que hay trabajo muy bien hecho detrás".

Gregorio Apesteguía es quien impulsa Almacén de análisis, un centro de investigación psicosocial, "con un único integrante": él mismo. "Algunas de las materias en las que voy trabajando acaban cristalizando en publicaciones", explica. Mercancías que no pertenecen al género de la narrativa, ni son “libros de artista”, tampoco acaban de encajar en los géneros de ensayo o poesía, "si acaso podrían considerarse trabajos de filosofía aplicada (un tanto sui géneris)".

Lo más extraño que han hecho

Aceptemos, pues, la etiqueta "inclasificable" que define tanto a los editores como a los productos editados. Aunque en ocasiones, lo raro no es tanto el resultado final sino el camino recorrido. "Cada libro es un milagro. Pero entrar en el Complexo do Alemão (una de las favelas más complicadas de Río de Janeiro) para contratar a Otávio Júnior fue emocionante", recuerda el editor de Ambulantes.

Galaxina está especialmente orgullosa de su Feminizine, un fanzine colaborativo centrado en el feminismo y la cultura alternativa del que publicaron cuatro números y, según ella, "ayudó, junto con otros que se estaban publicando en ese momento, a poner las bases para una red de trabajo y colaboración entre chicas interesadas en el fanzine y otras manifestaciones culturales, desde el feminismo o con una conciencia feminista".

Ceferino López elige un trabajo por su dificultad técnica: encajó un libro publicado originalmente en un formato convencional (Sólo el que ama está solo, de Pep Carrió y Fernando Beltrán) en las mínimas dimensiones (6x9 cm) que él maneja. Y también está satisfecho con ese espacio portátil que han creado para montar exposiciones de sus colaboradores, La salita ambulante, "que al mismo tiempo sirve de stand y que al cerrarlo se convierte en una maleta".

¿Extravagante o e-xtravagantes?

Hablando con estos editores fuera del común modo de obrar, es posible pensar que el dilema papel/digital que tantos ríos de tinta (incluso electrónica) ha hecho correr debe parecerles algo probablemente ajeno, seguramente limitador. Ginés Martínez apoya esta idea. "Creo que si sólo planteamos cuestiones de formato, situando dos únicos extremos que enfrentan lo virtual con lo analógico, nos despistamos y dejamos de lado cuestiones centrales y más de fondo como son quién está editando qué y en qué condiciones lo está haciendo", dice, y sugiere que hay conexiones entre las publicaciones populares más arcaicas (tipo pliegos de cordel, hoja parroquial, etc.) y los blogs actuales "porque el medio puede cambiar pero la pulsión es muy similar".

Se deduce que para estos inclasificables, editar no es únicamente publicar algo, ya sea online o en papel: "Editar es un proceso amplio de creación, selección, clasificación, publicación—dice Andrea Galaxina—. Digamos que al final sólo se ve la publicación en sí, ya sea un fanzine, un libro, un cómic, un ebook, un ezine, pero es sólo la punta de iceberg". Lo menos que se puede decir es que para nuestros interlocutores no es lo esencial. "Estamos perdiendo el tiempo, discutiendo, analizando, distrayéndonos de lo más necesario, divagando con la anécdota del negocio, del soporte, de continentes que solo tendrán sentido si les dotamos de emociones, las necesarias, para atraer la atención del usuario, sea lector, espectador o penitente", sentencia el hombre que está detrás de Chucherías de Arte.

Hablando de negocio

¿Estas formas de editar proporcionan ingresos para subsistir? Para Galaxina, la pregunta es inadecuada, desde el momento en que "uno de los puntos claves de la filosofía fanzinera es el non-profit, o dicho de otro modo, no hay ánimo de lucro y todo se rige por el amor al arte". Victor David López se apunta al modo Jarabe de Palo: depende. "Si te refieres a si se puede vivir de ello, eso depende de lo que uno necesite para vivir, y de lo que estés dispuesto a apostar". Ceferino López sabe que de momento no, y que aquí ocurrirá como en otros órdenes de la vida, "los pioneros pagarán el pato derrochando esfuerzo y dinero hasta convencer o educar al público destinatario, cuando casi todos se quemen o desaparezcan, aparecerán los listos de turno que sabrán explotar y hacer negocio de todo esa trayectoria de amor y sensibilidad que convertirán en puro mercado hasta banalizarlo a través del exceso".

Pero hay una pregunta que aún no se ha planteado, y que en el tramo final del reportaje se antoja importante. Porque estamos hablando de editores inclasificables para comentar la labor de gentes cuyas obras en ocasiones se parecen a un libro como un huevo a una castaña. Y quizá parezca reaccionario, pero habrá quien diga que el envoltorio de un caramelo no puede ser considerado edición...

"Un anciano, después de haberse dado una vuelta por las mesas de los editores vino hacia mí y me soltó de carrerilla la definición de libro de la RAE", cuenta Ginés Martínez. Y para estar seguros de que pisamos el mismo terreno, vayamos al diccionario:

1. m. Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen.

2. m. Obra científica, literaria o de cualquier otra índole con extensión suficiente para formar volumen, que puede aparecer impresa o en otro soporte.

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3. m. Cada una de ciertas partes principales en que suelen dividirse las obras científicas o literarias, y los códigos y leyes de gran extensión.

"Yo no puedo meterme en cuestiones teóricas —continúa el coordinador del encuentro—, simplemente pediría a la gente que se deje llevar. El mensaje en el envoltorio del caramelo es una invitación, activa aspectos como el juego o la experiencia que son fundamentales en la creación contemporánea y que la mayoría de los editores dejan de lado porque siguen instalados en el planteamiento jerárquico que impone una distancia insalvable entre el lector y el editor".

Entendido. Ahora, la cuestión es: ¿te apetece un libro de fresa?

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