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Helena Taberna: “Uno de los talentos fundamentales para ser directora en España es la perseverancia”

Helena Taberna: “Uno de los talentos fundamentales para ser directora en España es la perseverancia”

“Mi acantilado ha sido conseguir que la película mantenga el interés y el final sea desconcertante”, confiesa Helena Taberna, en plena promoción de su quinto largometraje y el tercero de su filmografía que dedica a una historia de ficción. La directora de Yoyes y La buena nueva acaba de estrenar Acantilado, un thriller que arranca con el suicidio colectivo organizado por una secta en las Islas Canarias y que construye la trama a través de dos líneas de investigación: la de la policía, que intenta averiguar hasta dónde llegan los tentáculos de la organización; y la de la familia de una de las supuestas víctimas, en su búsqueda por saber lo que pasó la noche del fatídico ritual.

La directora navarra llevaba sin rodar ningún proyecto desde 2010, cuando estrenó Nagore, el documental en el que narra el proceso judicial del caso Nagore Laffage, la enfermera asesinada en los sanfermines de 2008. “Si hago cine es para contar lo que quiera y como quiera”, repite varias veces uno de sus principios. Durante estos años, en los que ha estado intentando sacar adelante Acantilado, se encontró con numerosas trabas. “No vamos a contar nada nuevo”, explica Taberna, “tuve las dificultades habituales que tiene hacer una película en este país, que son de muchos tipos; y luego, el hecho de ser mujer complica también las cosas, porque seguimos siendo demasiado pocas y cuesta mucho armar cada película. Todo esto unido ha ido determinando que uno de los talentos fundamentales para ser directora en España sea la perseverancia”.

Inspirada vagamente en un libro de Lucía EtxebarriaEl contenido del silencio (Planeta)— Taberna defiende la libertad de su adaptación. “Es un gran error que los cineastas estén demasiado esclavizados por una novela, cualquiera que sea, porque el autor está pegado a la literatura y, si el director se pone a su servicio, lo único que va a hacer, seguramente, es una mala película, aunque sea muy fiel a la novela”, argumenta. Por eso, se negó a que Etxebarria participase en el guion, que Taberna escribió junto a Andrés Martorell y Natxo López. “Cuando hablé con Lucía, ya había estado informándome en las comisarías de Canarias y tenía material para hacer una trama policiaca que no tenía nada que ver con la novela. Entonces, le comenté a Lucía que yo los entendía como dos lenguajes [el literario y el cinematográfico] totalmente diferentes y, si me cedía los derechos, sería para que yo diese mi mirada sobre ese libro y ese mundo. Y así quedamos”, explica. De esta manera, el título del proyecto fue mutando del original de Etxebarría hasta Acantilado, cediéndole el protagonismo a uno de los elementos icónicos de la cinta.

Así, la película se construye en torno a numerosos flashbacks. Tras el suicidio colectivo, la policía avisa a Gabriel (Daniel Grao), hermano de Cordelia (Ingrid García-Jonsson), para que se desplace a la isla y ayude en la investigación. Sin embargo, los hermanos llevaban años distanciados y es la compañera de piso —y pareja— de Cordelia, Helena (Juana Acosta), quien se encarga de contar cómo y por qué Cordelia acabó seducida por la líder de la secta. “La libertad personal es algo que hay que trabajarse siempre”, comenta Helena Taberna sobre el argumento de la película. La otra trama recae sobre una comisaria de policía de la isla, interpretada por Goya Toledo, que investiga los posibles delitos económicos que haya podido cometer la secta. Un personaje atormentado y obsesionado con la organización, a quien no le importa saltarse los procesos legales para conseguir su objetivo.

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Taberna, una de las fundadoras de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales), opina que el sector audiovisual español ha quedado, actualmente, reducido a tres categorías. “Está, por una parte, el cine que tiene apoyo de las televisiones privadas, con calidad, ya que tiene una producción extraordinaria; después, el cine de guerrilla, que se hace con dos duros, pero no va a existir porque carece de canales de difusión; y, por último, el resto de producciones, que es el 90% del cine español, en el que están las películas entre millón y medio y tres millones de euros”. Y añade el riesgo que corre ésta última categoría, amenazada, según Taberna, por las leyes de financiación, que le condenan a ir desapareciendo. Acantilado se movió en esa horquilla, con 2,5 millones de euros de presupuesto.

En este panorama, para Taberna resulta fundamental el apoyo de las cadenas privadas de televisión, que despliegan una campaña publicitaria imposible de igualar para las producciones con menos recursos. “Con esta película [Acantilado]”, cuenta la directora, “las personas de marketing, que habían estado en La isla mínima, me decían que por perfil, por ser diferente dentro del cine español, por paridad, por interpretaciones… podría ser un fenómeno si estuviese Antena 3 [en la producción]. Así de claro”. En su caso, Taberna sólo contó con la participación de TVE y de EiTB, la radiotelevisión pública vasca, en esta coproducción de Lamia (su propia productora) y Zentropa Berlin. 

Satisfecha con el resultado —Cinemanía lo califica como thriller “frío y eficiente”—, Taberna espera que esta vez, por fin, consiga trasladar a España el éxito que han tenido en el extranjero sus películas. La directora de Yoyes no ha sido nunca nominada a los Goya, pese al respaldo del público que ha tenido algunos de sus proyectos y de numerosos galardones que ha conseguido en certámenes internacionales. “Empezando con Yoyes, fue una sorpresa que ni Ana Torrent estuviese nominada para mejor actriz ni yo como directora novel. Ahí sí que podría parecer que me perjudica el hecho de ser de la periferia, de ser menos del grupo del cine”, opina, “De todas maneras, a mí también me ha gustado que la gente aquí [en España] sí que haya ido a mis películas. He tenido el apoyo del público y de la crítica, lo que me han faltado son premios y Goyas”. En su momento, Yoyes, estrenada en el año 2000, tuvo 200.000 espectadores y consiguió 15 premios en diferentes festivales de todo el mundo. Aún así, Taberna confía: “Creo que con esta película va a cambiar eso”.

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