Música

Joe Henry: “Quiero creer que mis canciones ofrecen una auténtica expresión de mi humanidad”

El músico estadounidense Joe Henry.

Veinte años en el negocio de la música le han dado a Joe Henry (EEUU, 1960) para mucho. En este tiempo ha sido capaz de poner su nombre en las carátulas de nada menos que una sesentena de discos, bien como cantautor o como productor de artistas cuyos nombres pasan desde el de Hugh Laurie (el protagonista de House y también cantante, con quien trabajó en los álbumes Didn't it rain y Let them talk), a Billy Bragg (Tooth & Nail), Natalie Duncan (Devil in me) y, por supuesto, Madonna.

Y es que este hombre del gesto tranquilo y la voz serena -en apariencia tan alejado de los fastos que rodean a la diva- es también miembro de la corte de la Reina del pop, como marido que es de su hermana. Aunque ha colaborado con ella en álbumes pop y electrónicos como MDNA, Hard Candy, Confessions on a dance floor o Music, sus ritmos personales, los que sube sobre el escenario, tienen mucho más que ver con el jazz y el blues. Y en su nuevo disco, Invisible Hour, que llega tras un parón de cinco años como compositor, también con el folk. Para comprobarlo en directo, el artista visita España estos días con una gira en acústico que le ha llevado ya a Sevilla y que prosigue este miércoles 4 en Madrid (Teatro Lara); el jueves 5 en Barcelona (Sala Luz de Gas) y el viernes 6 en Santander (Espacio Santander). 

¿Qué trae de nuevo y qué conserva de lo anterior en Invisible Hour?Invisible Hour

Las canciones son siempre lo que es nuevo para mí: voy a donde ellas me llevan, e intento evitar al máximo las ideas preconcebidas sobre el paisaje sonoro que podrían ocupar. En el caso de Invisible Hour, comprendí durante el proceso de composición que me estaba inclinando del lado de la tradición de las canciones folk en el sentido estructural, pero no quería quedarme atrapado por la limitación de lo conocido. También creía escuchar en ello posibilidades orquestales. Lo que creo que es nuevo para mí es haber alcanzado un equilibrio entre la amplitud de lo cinemático y lo íntimo de la narración oral. Más allá de eso…

Creo haber permitido que la voz personal quede más resaltada que nunca. Eso sin mencionar que estaba escribiendo sobre mí mismo –y yo no soy un cantautor autobiográfico-, pero más que utilizar a personajes para que hablen de cosas que les conciernen a ellos, reconozco que usé a personajes para hablar de cosas que tienen especial relevancia para mí, concretamente el poder redentor del amor y el compromiso ante el miedo por lo inevitable.

Para aquellos que no le conozcan, ¿cómo describiría su propia música?

Intento con todas mis fuerzas no describir la música que hago para que así ella pueda hablar por sí misma álbum a álbum, canción a canción. El peligro de describir tu música es que la gente, incluido uno mismo, invariablemente adopta esos juicios incluso antes de escuchar, por lo que la música se recibe y se juzga sobre las bases de cómo se adapta a esas expectativas preconcebidas. Si decides de antemano lo que esperas descubrir en una canción, la experiencia de descubrirla muere.

¿Cómo fueron sus inicios en el mundo de la música?

Si te refieres a cómo me introduje en la industria de la música… Lo hice de una manera muy ingenua: grabando demos de canciones y mandándolas ciegamente a cualquiera que yo pensaba que podría estar interesado. No tenía representante antes de tener un contrato con una discográfica, y mi primera relación con una fue muy poco satisfactoria. Pero como la mayoría de las cosas en la vida, aprendes que tu viaje no va a ser el reflejo exacto del de otros, ni siquiera de tus propias ideas; y luego empiezas a darte cuenta de que podrías trabajar de un modo que encaje con tus circunstancias particulares y con tu trabajo. Las cosas empezaron a cambiar para mí –aunque lentamente- cuando conocí y empecé a trabajar con T Bone Burnett, que produjo mi tercer disco, Shuffletown, en 1990, y después me contrató como ayudante de producción. Y aprendí muchísimo bajo su tutela. A partir de ahí empecé a trabajar como productor –sin realmente buscarlo, añadiría- y eso me abrió las puertas a muchas, muchas nuevas relaciones, y a un mayor entendimiento de lo que quería conseguir.

¿Por qué y para quién hace sus canciones?

Con toda sinceridad, un artista debe hacer su música para sí mismo, y luchar por mantener esa autenticidad. El peligro de desarrollar un grupo de fans de cualquier tipo es que, aunque sea pequeño, siempre vas a sentir la tentación de agradarles, y entonces empiezas a servir más a la vanidad que a custodiar tu verdadera voz como artista. Si trabajo para complacer a los otros, no escucho a las propias canciones y su proceso para llegar a ser lo que podrían ser. Si hago música que es fiel a su propia intención, creo que habrá un público para ello; pero si la hago para un público –o para atraerlo-, significa que no me interesa hacer descubrimientos. En lo que respecta a por qué hago música…

Hago música porque mi vida depende de ello. Es mi idioma, y es a través de las canciones y de la composición y el canto como proceso mis experiencias. Es realmente así de simple.

¿Qué ofrece su música, pausada y reflexiva, en estos tiempos de estilos 'prefabricados'?

Quiero creer que lo que mis canciones ofrecen es una auténtica expresión de mi humanidad y de cómo esta se conecta con la de otros. Nunca he dedicado ni un minuto a pensar en lo que los estilos musicales de mi tiempo. Mi participación en el negocio de la música se produce después de la existencia de una canción. Si me diera cuenta de que estoy haciéndolo mientras trabajo en una canción… pararía mi trabajo de ese día y me iría a limpiar la cocina. Siempre hay cosas que hacer.

¿Cuáles son sus influencias?

Podría hacer una lista de compositores y músicos que me han influenciado tremendamente: de Bob Dylan, Leadbelly, Woody Guthrie and Johnny Cash; Robert Johnson, Ray Charles y Randy Newman a John Cage, Sly Stone, Duke Ellington, Louis Armstrong, Edith Piaf, Carlos Gardel, Charlie Parker, Monk and Mingus… realmente es un desfile interminable de todos aquellos que me han emocionado desde mi juventud; pero es muy limitado hablar solo de otros músicos. También me han influido de igual manera – a veces incluso más- cineastas, cuentistas y novelistas, poetas y pintores… cómicos. Le debo tanto, por ejemplo, a Gabriel García Márquez como a Bob Dylan; o a Buñuel, Bergman y Federico Fellini como a Tom Waits o Hank Williams.

Como productor, ¿cuál diría que es su toque personal? Ya ha trabajado con su cuñada, Madonna, ¿repetirá?

Lo que más espero ofrecer a cualquier artista no es tanto un sonido, sino la seguridad de no sentir ningún miedo. Y en ese sentido, trabajaría con cualquier artista cuyas canciones me hablaran, y del que creyera que tiene una dedicación verdadera. No estoy tan interesado en la distinción de géneros, y nunca rechazaría ninguna oferta por el hecho de que lo que he oído de alguien no sea mi tipo de música. La gente evoluciona, y si yo ya prejuzgo y no tengo el corazón abierto, entonces tampoco puedo conectar con la mente. En cuento a Madonna…

Siempre estoy abierto a otra colaboración, como ella bien sabe. Y ella sabe muy bien dónde encontrarme. 

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