JL Martín, padre fundador de 'El Jueves': "Aznar era un personaje maravilloso para el humor"

José Luis Martín dibujando en su estudio

José Luis Martín (Barcelona, 1953) estudió bachillerato en la Salle Hedilla y Psicología en la Universidad de Barcelona. Comenzó una prometedora carrera bancaria a los 14 años, de botones, en el Banco Ibérico, pero la abandonó, incomprensiblemente a los 23 para dedicarse a hacer dibujitos. Cofundó 'El Jueves' con Tom y Romeu en 1977 y la coeditó con Gin y Óscar desde 1982, durante más de treinta años. En el entretanto y para no aburrirse, dibujó más de 3.000 tiras de Quico, el progre en El Periódico de Catalunya y fue productor de comedia para televisión y teatro. 

Fuera de la emblemática revista desde hace unos años, actualmente publica sus dibujos en La Vanguardia y charla con infoLibre sobre Desmemorias de una revista satírica (Libros Cúpula) una suerte de autobiografía en la que el padre fundador de 'El Jueves' mira hacia atrás sin ira, aunque sí con su habitual fina ironía, en un intento de explicar lo inexplicable: cómo unos tipos de lo más normal, con el punto temerario inherente a la juventud, editaron un semanario de humor consumido cada semana, durante décadas, por entre 500.000 y 750.000 lectores.

José Luis, ¿Cómo se escriben unas memorias desmemoriadas?

Bueno, es que los humoristas gráficos tendemos a hablar poco de nuestro trabajo, pero alguna vez había que explicar ciertas cosas. El Jueves es un fenómeno inédito en la prensa, una revista satírica que haya durado tantos años con tantos lectores... tiene que haber alguna razón por la que ha funcionado de esta manera y eso intento explicar en este libro. Entre las razones, el talento, mucho trabajo y un poco de suerte.

También influye aparecer en el momento preciso, en la España efervescente de 1977.

Esa es de las razones de suerte. Si sales antes o después del momento oportuno ya no es igual y, claro, nosotros salimos en el momento que nace la democracia. El Jueves de entonces está imbuido de aquel optimismo en el que por fin éramos un país normal donde se podían decir cosas. Y se podía criticar porque estábamos en una democracia. Partiendo de este principio un tanto arriesgado nos ponemos a hacer una revista que aparece en 1977, lo cual fue nuestra suerte, porque igual en el 74 no habría funcionado y en el 81 hubiera sido un poco tarde.

Éramos muy jóvenes y muy inconscientes. Tom y yo teníamos 23 años y Romeu un par de años más. Eso también te hace un poco invulnerable al peligro que vas descubriendo sobre la marcha

Ya desde el primer momento era la publicación del momento, la que había que leer.

Es que las revistas del tardofranquismo de los años setenta son revistas muy politizadas en el sentido de que tienen delante una dictadura, agónica si quieres, pero que aún está ahí. Ellos dedicaron muchos esfuerzos a resquebrajar eso, porque en el tardofranquismo los primeros que se atreven a decir según qué cosas son los humoristas gráficos gracias al arma del doble sentido, de leer entre líneas. Para el humor es un poquito más fácil zafarse de la censura y aprovecha esa oportunidad, adquiere un prestigio extraordinario en los setenta y salen revistas estupendas como Hermano Lobo, Por favor, Barrabás o El Papus. En aquellos años el humor es muy apreciado por la gente.

Y El Jueves llega arrasando.

Llegan los de El Jueves y dan por declarada la fiesta, digamos (risas). Gracias al resto llegamos al punto preciso y arrancamos celebrando que estábamos en democracia. Además, El Jueves es una revista un pelín más desenfadada y alegre en el sentido de que ya está dentro de la fiesta, no se trata de intentar entrar, lo cual nos da un puntito. Por si fuera poco, éramos muy jóvenes y muy inconscientes. Tom y yo teníamos 23 años y Romeu un par de años más. Eso también te hace un poco invulnerable al peligro que vas descubriendo sobre la marcha (risas).

El peligro de tratar el complicado tema de ETA, por ejemplo.

Por ejemplo. Por una parte, para mi generación ETA había hecho cosas que no podíamos defender pero que no nos había parecido mal, digamos, porque luchaban contra la dictadura. Pero eso cambia cuando ya estamos en democracia y ellos siguen diciendo que es una dictadura. Ahí vienen los años más fuertes de ETA, justamente con la democracia, con unos atentados brutales. Y reconozco que veo otras cosas muy bien reflejadas de aquellos años, pero con este tema es que era imposible hacer humor porque era muy duro, en una revista que además pretendía ser desenfadada. Nos encogimos porque no había por donde hincarle el diente.

A la Casa Real sí que le disteis buenos bocados cuando nadie se los daba. Cuentas que al entonces príncipe Felipe le gustaban vuestros dibujos.

Es verdad. En los años ochenta El Jueves se convierte en un fenómeno que alcanza a toda la sociedad, también a la Casa Real. En los ochenta no había mucho tratamiento sobre la monarquía porque entonces pasaba muy desapercibida y tú sabías de cuatro actos oficiales y las vacaciones de Mallorca que es donde nosotros intentábamos hincar el diente (risas). En verano lo tocábamos un poquito más, porque invitaba a otros miembros de casas reales y ese tipo de cosas y eran noticia. Eso sí, por aquel entonces había un trato reverencial de la monarquía en la prensa, nadie se atrevía a hacer la más mínima broma. En ese sentido El Jueves gozó de un monopolio, porque nosotros no pertenecíamos a nadie más que a nosotros mismos, no teníamos deudas con Hacienda ni créditos en el banco, y podíamos decir lo que nos pareciera más conveniente y divertido.

¿Son los años ochenta los de más popularidad de la revista o también lo extendemos hasta los noventa?

Según el Estudio General de Medios (EGM), los lectores oscilaron entre 500.000 y 750.000 cada semana en los ochenta y los noventa y parte incluso de este siglo. De hecho, en la clasificación de revistas semanales siempre estuvimos la sexta o la séptima, y las únicas delante eran el Pronto, las cuatro del corazón -Hola, Lecturas, Diez Minutos y Semana- y el Interviú. La siguiente era siempre El Jueves durante años y años, lo cual dice mucho de este país, si me apuras, pues por debajo había todo un montón de revistas políticas supuestamente súper influyentes y tal, pero la gente compraba El Jueves.

Lo que por lo visto fue un filón fue tener a Aznar de presidente.

Ocurre que la última época de los socialistas era muy cansina, estábamos muy cansados de hacer todo el rato lo mismo. Todo agónico con Roldán y todos aquellos escándalos. En el 96 estaba claro que iba a ganar Aznar, que era un personaje maravilloso para el humor con toda esa pomposidad con la que habla. Una persona que se toma tan en serio a sí mismo es una bicoca para un humorista. Fue el único presidente del Gobierno al que le dimos la bienvenida con un extra de 96 páginas, regalando además un libro llamado Los pensamientos más profundos de José María Aznar con cien páginas en blanco (risas). 

¿Alguna vez os dijo algo?

Nunca nos dijo nada. Aznar no era un hombre que tuviera sentido del humor. Supongo que debería estar muy ofendido, pero no lo sé porque no tuvimos nunca ningún contacto. En general, con los políticos nunca quisimos tener relación porque es mejor no conocerles, y con Aznar muchísimo menos. Ni me gustaría ni encontrármelo (risas).

La máxima de El Jueves siempre fue criticar al poderoso pero nunca al débil. ¿Ese es otro de los secretos de su longevidad?

No se nos ocurrió nunca meternos con la gente débil, eso es de mala persona y, además, ¿qué gracia tiene eso? El humorista está para criticar al poder. El humorista está para recordarle a quien está en el pedestal que no se lo crea tanto, que es humano y lo suyo se acabará, por lo que no hay que tomárselo tan en serio. Incluso está bien que ese poder se revuelva e intente darte con el martillo porque eso significa que estás acertando en tu trabajo, que no es otro que tocarle las narices. Por eso no le encuentro sentido al humor que se empezó a hacer en los noventa en televisión de preguntar a gente por la calle para dejarla en ridículo y humillarla. Eso siempre me pareció un horror.

Hacíamos lo que nos parecía que se tenía que hacer y solo respondíamos ante los lectores y ante nosotros mismos

Rememoras también muchos episodios de demandas judiciales. ¿Cómo sentaba eso en la redacción?

Todo eso siempre lo vivimos como una consecuencia lógica de nuestro trabajo, no como un drama. Nos ponían denuncias, claro, pero para eso están los abogados, nos defendíamos y tal... Se establecía una relación en plan 'si me tocas las narices te las voy a tocar a ti' y este tipo de cosas. Yo no recuerdo haber vivido con angustia los episodios de juzgados, sin mayor importancia. No recuerdo haber tenido problema con eso.

¿Era algo recurrente o tampoco fueron tantas veces?

Hay dos etapas. Los cuatro o cinco primeros años, que son mucho más confusos con los franquistas todavía teniendo mucho poder y los jueces seguían siendo los de antes... en esa época sí hay muchas llamadas a los juzgados e incluso algún juicio por lo criminal pidiendo prisión y todas esas cosas. Pero a partir del 82 hay alguna denuncia de vez en cuando... y ya. 

Bueno, en 2007 la Audiencia Nacional prohibió la venta de un número por un presunto delito de injurias a la Corona al mostrar a los príncipes de Asturias en una postura sexual. Aquello no estuvo nada mal.

(Risas). Sí. Tuvimos el secuestro de la portada del Rey en 2007, vale. pero si lo miras con la perspectiva de cuarenta años te das cuenta de que son anécdotas. Otra cosa es que nosotros le diéramos todo el bombo posible porque, entre otras cosas, todo esto inmuniza para que no vuelva a ocurrir y si armas una buena el siguiente denunciante se lo piensa un poquito. Pero lo cierto es que tengo la sensación de haber disfrutado de una libertad de expresión buena y que hubo alguna incidencia de este tipo, pero era la excepción. Porque El Jueves ha hecho más de 2.500 números, de manera que si has tenido alguna denuncia no deja de ser algo anecdótico, no lo normal. 

Con aquel episodio del secuestro hubo lectores que incluso se manifestaron en la calle a vuestro favor.

Cuando hemos tenido problemas lo más chulo ha sido la solidaridad de los lectores. Aquella noche salieron a la calle, sí. Cuando llegué a casa por la noche puse las noticias y había manifestaciones en Madrid pidiendo la República y tal, lo cual me pareció un poco exagerado, pero bueno (risas). Recuerdo que lo más 'jueviano' que nos pasó fue que al cabo de unos días recibimos un paquete grande con una barra de pan de kilo y una lima dentro con una nota que decía 'Para la que se os viene encima'.

Veo un poco de pesimismo en plan 'ahora viene la ultraderecha a censurar'. Bueno, bien, pues lo que censuren lo haremos en otro sitio, como se ha hecho toda la vida. Además, lo que fastidia al poder es saber que no tiene el poder de censurar

¿En esos momentos os imponíais en la revista esa autocensura de la que tanto se habla ahora?

Yo creo que no. Es que nosotros hacíamos lo que nos parecía que se tenía que hacer y solo respondíamos ante los lectores y ante nosotros mismos. Tampoco se teorizaba mucho, lo que se nos ocurría, si nos parecía divertido y oportuno, lo dibujábamos y lo publicábamos. Mi sensación es que he trabajado con un nivel de libertad de expresión muy bueno.

También se habla ahora mucho de los límites del humor. No sé si es algo de lo que se discutía en la redacción de El Jueves.

Eso ahora se ha complicado un poco. Nosotros nacimos en un tiempo en el que la censura era de derechas y la libertad era de izquierdas, para entendernos, y ahora se ha vuelto todo un poquito más confuso. La derecha va a censurar todo lo que pueda, pero la izquierda también lo hace por el otro lado con los delitos de odio, las minorías vulnerables y todo este tipo de terrenos que son mucho más complicados que antaño. Eso es un problema porque si cada dibujo que haga tengo que pensar que no ofenda a ningún colectivo, teniendo en cuenta que ahora hay muchísimos colectivos dispuestos a ofenderse, eso dificulta mucho el trabajo. Y luego está lo de la cultura de la cancelación de que hay que cambiar el título a tal libro escrito hace cien años porque es adecuado, algo que directamente no entiendo. En mi cabeza no entra eso y yo como abuelito me pierdo.

¿Un gobierno de derechas es mejor para hacer humor? ¿Y de ultraderecha? Ya vemos cómo están empezando a censurar en algunos ayuntamientos en los que gobiernan.

Viaje al Hollywood de Charles Manson: "Él era ridículo, lo fascinante era el mundo a su alrededor”

Viaje al Hollywood de Charles Manson: "Él era ridículo, lo fascinante era el mundo a su alrededor”

No diré que soy optimista, no es la palabra, pero soy reactivo. Si la ultraderecha se pone a censurar, hay que empezar a darle caña a esa ultraderecha para que no censure, para que se avergüence, para que lo disimule o dé marcha atrás. ¿Nos ponemos todos a llorar en corro? Pues no. Si censuran una obra de teatro en un sitio, la representaremos en otro, hasta que así sea esto inútil para ellos o directamente les quite votos, que es lo que les importa. Si la prohíben en un sitio, vamos a hacerla cinco veces en otro. Con la libertad de expresión ganas un terreno y a veces tienes que retroceder un poquito. Pues retrocedes para coger impulso. Veo un poco de pesimismo en plan 'ahora viene la ultraderecha a censurar'. Bueno, bien, pues lo que censuren lo haremos en otro sitio, como se ha hecho toda la vida. Además, lo que fastidia al poder es saber que no tiene el poder de censurar.

Estás fuera de El Jueves desde hace unos años. ¿Cómo la ves de salud desde la distancia?

Últimamente ha hecho un giro porque se ha hecho mensual, con lo que el tema de la actualidad se diluye bastante. Ellos tienen que tirar más hacia lo social o costumbrista y lo están haciendo muy bien. El Jueves ahora mismo lo hace la tercera generación de dibujantes, los que entraron ya en este siglo, y son muy buenos. No tienen nada que envidiar a los abuelitos que la empezamos hace 46 años.

Más sobre este tema
stats