José María Merino: admiraciones, desencantos y terapias

La novela posible

José María Merino

Alfaguara (Madrid, 2022)

En esta novela se cuentan tres historias distintas que van completándose a lo largo de 21 capítulos, compuestas cada una de ellas de 7 partes, que a su vez se subdividen en otras 3 que van alternándose. Los componentes de la primera historia, los únicos que aparecen titulados, se listan con números romanos; los de la segunda, con números árabes; y los de la tercera historia, con las primeras siete letras mayúsculas del alfabeto. La estructura del conjunto, por tanto, aparece perfectamente trabada, con simetría casi matemática.

José María Merino se vale de tres géneros diferentes: la narración histórica, en el esbozo de la vida de la pintora Sofonisba Anguissola, cuyo autorretrato se reproduce en la cubierta, haciendo hincapié no solo en su apreciado arte, sino también en el apoyo que le proporciona su padre, Amílcar ("voy comprendiendo —dice Merino— hasta qué punto el padre de Sofonisba fue determinante, tanto para la carrera personal de su hija como para su difusión artística", página 145); el diario que lleva el propio Merino durante el tiempo de confinamiento con motivo de la pandemia, protagonizado por el autor y su familia, en el que se intercalan siete microrrelatos (Merino prefiere denominarlos minicuentos, tal y como explica en las páginas 176 y 177) y dos cuentos; y, por último, la historia de una relación sentimental abrasiva entre una bibliotecaria y un pintor, que adopta también la forma del diario, compuesta por ella con fines, digamos, terapéuticos.

Pero es el personaje de Sofonisba el que relaciona las tres historias, pues Merino está pensando en dedicarle una novela (lo confiesa en la página 30), como antes se la había dedicado a Lucrecia de León (Las visiones de Lucrecia, 2008) y Olivia Sabuco (Musa décima, 2016), personajes olvidados del Siglo de Oro, pero, además, observa a través de una ventana indiscreta que Tere, la vecina bibliotecaria, está leyendo una biografía de la pintora del XVII. En cada uno de estos discursos prevalece una persona verbal distinta: la tercera en la historia de Sofonisba; la primera en la crónica de Merino; y la tercera, y en ocasiones la segunda, en el relato de Tere (por ejemplo, en las páginas 44, 154, 155 y 217).  

En la primera historia se cuenta la vida de Sofonisba, una mujer prudente y generosa, que pertenecía a la nobleza modesta de Cremona, aunque su familia carecía de dinero, ciudad con una intensa vida cultural, cuyo arte, se formó con los pintores Bernardino Campi, Bernardino Gatti y Giulio Clovio (maestro de El Greco), fue apreciado nada menos que por Miguel Ángel. Algunas de sus obras, a las que se refiere Merino, se reproducen en estas páginas. En la época, los cuadros pintados por mujeres podían regalarse, pero no venderse. El primer cambio importante en su vida se produce cuando pasa a formar parte del séquito de Isabel de Valois, por lo que viaja a Milán y Génova, camino de España, de la corte de Felipe II, futuro esposo de Isabel; el segundo cuando regresa a Italia, decide casarse con Fabricio e instalarse en Palermo, aunque el matrimonio fracasa pronto; el tercero, el capítulo se titula "Una vida nueva", se produce tras conocer al capitán de galera Orazio Lomellino ("un hombre fascinante […], el hombre que más le había interesado en toda su vida" (página 196), quien será su segundo marido y la hará feliz, durante las más de tres décadas que viven en Génova; y el cuarto, cuando regresan a Palermo, va perdiendo la vista y tiene que dejar de pintar.

Pero en la vida de Sofonisba se cruzan también Arcimboldo, Cervantes (que a la reina no le parece un poeta prometedor), Sánchez Coello, pintor de la corte, el príncipe Carlos (que recordamos también por el Don Carlo, 1867, de Verdi), Don Juan de Austria, Alejandro Farnesio, el jesuita Francisco de Borja, la archiduquesa Ana de Austria, segunda esposa del rey, tras la muerte de Isabel de Valois, la victoria en Lepanto, y el pintor Van Dyck, quien la dibuja un año antes de su muerte. En suma, Merino, sintetiza y condensa en un fresco parte de la época, a través de algunos de sus protagonistas más notables.  

En la segunda historia se recoge el diario que Merino lleva durante el confinamiento, cuyas anotaciones empiezan el 11 de abril del 2020, con el propósito de dejar un testimonio personal, que podría unirse al de Muñoz Molina (Volver a dónde, 2021). Merino va incorporando los microrrelatos y cuentos que se le van ocurriendo. Nos recuerda el número de contagiados y fallecidos, anota la música que oye, los libros que lee y las películas que ve, los libros que publica (A través del Quijote, 2019; incluyendo una entrevista que le hace un periodista de la Agencia EFE, páginas 174—177), los cuadros que tiene en casa, las diversas actividades de su mujer (Mari Carmen, a quien le dedica el libro), y a la vez recuerda, en síntesis, la historia de su suegro (Jerónimo Norverto) y del tío Luis, masón, quien inspira un episodio de su novela El heredero, de sus hijas (María y Ana), sus yernos (Paco y Manuel), sus nietos (Pablo y Ana) y su gata (Lisi, ¿homenaje a Lope de Vega?). Pero, además, nos cuenta los achaques que padece: las operaciones de una hernia inguinal y de cataratas, lleva un marcapasos y empieza a tener problemas con una muela. Mientras relaciona esta segunda historia con las dos restantes, al declarar su simpatía por Sofonisba y entablar relación con Teresa, con quien habla de la pintora italiana que tanto les interesa a ambos (páginas 105, 110).

Se muestra muy crítico con la oposición política al Gobierno, por su actitud implacable, "se comporta, en general, de forma mezquina", afirma, al cuestionar las soluciones que se están aplicando al coronavirus, por las caceroladas, las llama "el repique hojalatero" que los conservadores dedican a la gestión de la crisis, pero a la vez se suma a los aplausos que se les dedica a los sanitarios. Leonesista, como su amigo Juan Pedro Aparicio, defiende que los Decreta leoneses de comienzos del siglo XII se anticiparon a la Carta Magna inglesa, como un precedente del parlamentarismo. Cuestiona el centralismo de Valladolid, en la región de Castilla y León, pues ha llevado a la decadencia al resto de las provincias de la región, y cuestiona la leyenda negra, defendiendo la labor de España en América. Merino declara sus preferencias por el libro, como "uno de los aparatos de conservación de la memoria y de transmisión de la cultura más eficaces y duraderos entre los que inventó el ser humano" (páginas 67 y 68). Se refiere al primer telefilandón que va a representar con sus amigos, Aparicio y Luis Mateo Díez, un filandón que tacha de posmoderno. Y nos confiesa que durante la pandemia se ha aficionado a las caminatas, hábito que piensa mantener.         

En la tercera historia hallamos otro diario, que su autora, Teresa, tacha de anárquico, de "modestísimo diario sentimental", donde cuenta la tormentosa relación entre un pintor postodo, como él se define, engreído, soberbio, sarcástico, mezquino, tacaño, ruin, egoísta, impertinente…, Fortunato Balbás, Fortu, una perla, y Tere, una bibliotecaria demasiado bondadosa e ingenua. Se trata de la historia de un sorprendente encandilamiento que dura cuatro años. Y aunque en la novela aparecen diversas muestras de humor (por ejemplo, en el microrrelato "Reencuentro"), el que cultiva Fortu, más que extraño, así lo denomina Tere, es mala follá. Al compararlo con un novio anterior, el generoso Álvaro, empieza a darse cuenta del error que ha cometido. También esta historia conecta con la anterior, pues alude a los encuentros entre Teresa y Merino. En la última entrega del diario, Tere comenta que va a entregárselo a Merino, "y ojalá le sirva para escribir algún cuento, alguna historia" (página 258).

Respecto a los microrrelatos y cuentos intercalados, anota Merino lo siguiente: "Voy a intentar aprovechar estas jornadas para escribir más minicuentos dedicados a la pandemia" (página 107). Narrados unos en primera persona y otros en tercera, se relatan en ellos ensoñaciones, sueños y alucinaciones (como en el cuento El salvador), pero en Confinado refiere en la ficción lo que antes había relatado —digamos— como realidad, mientras que en Hipocondría mayor destacaría el atinado final, cargado de humor, y en Paseos en tiempo pandémico el narrador protagonista acaba perdiéndose, cuando sigue a unos ancianos con mascarillas, aunque no sabe, ni nosotros los lectores tampoco, en qué dimensión de la realidad se ha perdido. Ya conocíamos "Ecosistema", no es inédito, pero a partir de él compone un díptico que denomina Mundo Bonsái, con su continuación, titulado El reencuentro, completando la historia de la relación del narrador con Silvia, y su viaje de ida y vuelta a la dimensión bonsái. En el otro cuento, El cuarto cerrado, o cómo solucionar una narración sobre un robo, que no sabemos completar antes de que se cumpla el plazo de entrega, constatamos que el ladrón muere de un infarto, al quedar atrapado, pero tanto el celador del museo como el policía que investigaba, caen en la tentación de robar objetos valiosos que tienen a mano, en la creencia que se culpará al ladrón, aunque es posible que los descubran cuando aparezca el cuerpo corrompido del profesional del robo.

Podría afirmarse, por tanto, que la novela es un homenaje a Sofonisba, en contraste con Fortu, el pintor. Como personaje novelesco, Fortu roza lo inverosímil, pero todos conocemos en la vida real a personas así de despreciables y manipuladoras, poco verosímiles en la ficción. A este propósito, recuerdo un posible antecedente en Nada, de Carmen Laforet, en la relación que Margarita, la madre de Ena, mantuvo en su juventud con Román, el tío de Andrea, que podría sumarse a la doña Juana, personaje de Casandra, novela de Galdós, que el mismo Merino recuerda. Quizá no hubiera sido necesario cargar tanto las tintas, ni la candidez y ceguera de Tere con su pareja precisaba ser tanta.   

La novela incluye, además, un homenaje y reivindicación de Galdós, aunque al citar a sus valedores se olvida de dos recientes, muy notables: Rafael Chirbes y Almudena Grandes (páginas 24, 27, 139, 179—182 y 246), alusiones a personajes y objetos que conocen bien los lectores de Merino, como Sabino Ordás, un falso, y Souto; a las casas de muñecas (recuérdese El heredero); a los filandones que ha venido haciendo con Juan Pedro Aparicio y Luis Mateo Díez; a la playa de la Franca (que aparece en La novela de Andrés Choz, y donde se celebran los encuentros de Verines, en los que Merino ha participado de forma activa en numerosas ocasiones), todas las cuales han tenido protagonismo en otras obras del autor. Y, por último, aparecen alusiones a Antonio Rodríguez Almodóvar,  al escritor palmeño Anelio Rodríguez Concepción (autor, entre otros libros notables, de Relación de seres imprescindibles, 1998), al director de cine y escritor Manuel Gutiérrez Aragón, a Ramón Menéndez Pidal, Dámaso Alonso y Gloria Fuertes, y se recuerdan las reuniones virtuales de la RAE, durante el confinamiento. Además, Merino ha querido dejar constancia de palabras como pandemia, confinamiento, desescalada (así titula uno de los microrrelatos en el que comenta la invasión de dicha palabra, páginas 141 y 142) o nueva normalidad, omnipresentes en el tiempo que hemos padecido la pandemia, pero que me imagino que languidecerán en cuanto el virus desaparezca.

Luis Landero en el teatro del amor

Al final de la novela, Merino confiesa que "en todas las ficciones que tramo me gusta ensayar algo que no se haya hecho antes, o en el tema, o en la voz narrativa, o en la estructura…" (página 259). Así es, como hemos intentado poner de manifiesto. El caso es que de la relación y contraste entre estas tres historias, en otros tantos géneros distintos, surge la novela posible de un tiempo social y personalmente confuso, que me parece que no debería valorarse por el interés de cada una de ellas, de forma independiente, sino por el que tienen en conjunto, pues se nos presentan intrínsecamente relacionadas, alcanzando el resultado final de una dimensión mayor, más sutil y compleja de la que puedan poseer las partes por separado.

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Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea y crítico literario.  

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