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Referencial, de Ignacio Ferrando.

Referencial

Ignacio Ferrando

Tusquets

Barcelona

2019

Ya sea en el cuento, ya en la novela, los dos géneros que ha cultivado, Ignacio Ferrando se ha mostrado como un escritor ambicioso, con un estilo y una temática poco complacientes con el gusto mayoritario de los lectores. Referencial es, pues, una narración compleja, culturalista, que se vale de una cierta intriga contada por un personaje obsesivo, atormentado. Las cuitas del protagonista, Ismael G [Garrido], tienen que ver, en realidad, con Vicente Kelner, su antiguo profesor, pintor de escaso éxito que fue expulsado de la Escuela de Bellas Artes, muerto en extrañas circunstancias; pero también con Elena, la esposa del protagonista, y con su hija, Julia, quien acabó viviendo en Roma tras sufrir una enfermedad mental; y con una alumna, Paula, que parece haberle tendido una trampa.

Todos ellos se muestran en estas páginas insatisfechos, con unos conflictos que les afectan tanto en lo personal como en lo profesional. Ismael aparece aquí como otro pintor frustrado que, por medio de un amigo de su mujer, de quien siente celos, consigue una plaza de profesor en la Escuela donde estudió. Él es quien escribe la historia que compone esta novela. La narración se articula como una búsqueda en la que importan menos los resultados que los descubrimientos de Ismael a lo largo del trayecto recorrido. Y todo ello aparece trufado por constantes referencias al arte (Rafael, Courbet, Balthus, Andrew Wyeth, Manet o Egon Schiele, que ilustra la cubierta), por una performance (Deborah de Robertis) y con varias alusiones a la literatura (Koltès, Goethe, sobre quien se emite un juicio injusto, aunque luego se le concede la frase final de la novela, la más manida de las suyas; Nabokov, uno de cuyos cuentos podría ser el punto de partida de este relato; Beckett, la casa de Aleixandre...), todas ellas vinculadas a menudo con la memoria y la historia, el escándalo, la originalidad y el peso de la tradición, la sospecha, la identidad de los protagonistas y sus culpas, las historias vitales que parecen repetirse, el motivo de la vida en un hilo (aunque en la novela se le llame de otra manera), el abandono de los seres queridos y la hipocresía que muestran los que ostentan el poder, que aquí no pasa de ser un mero podercito. Tampoco falta en esta novela de artista —o de pseudoartista, todo un subgénero de otro subgénero mayor— un juicio, más bien tópico, sobre la crítica, en esta ocasión la de arte, y contra las academias, como no podía ser menos, entendidas aquí como sistemas castradores del arte más renovador; ni tampoco por fortuna —en ese sistema de compensaciones— los pintores sin talento, que sin embargo creen tenerlo.

El tiempo transcurre, sobre todo, a lo largo de tres momentos: hace 23 años, cuando Ismael y Elena acudían a las clases de Kelner; durante el presente narrativo; y cinco años después, cuando se produce el desenlace. Aunque haya frecuentes saltos atrás para relatarnos diversos episodios del pasado.

Un año de narrativa española

Un año de narrativa española

Decía que Ferrando es un escritor ambicioso, exigente, poco contentadizo, lo que no resulta habitual en estos tiempos, pero también me parece que la novela hubiera ganado en entidad con algo más de orden, claridad en la trama y contención, y desde el punto de vista lingüístico —tan importante— hubiera necesitado un pulimiento. Por un lado, hay un exceso de precisión léxica —afecta incluso al título, poco afortunado, que se explica en la cita inicial de Nabokov— que resulta cargante y artificioso, y por otro deberían haberse evitado los abundantes subrayados y las expresiones a la moda del día que, en poco tiempo, pueden acabar pudriendo el texto. Y dicho esto, no quiero acabar sin decir que tengo la esperanza de que Ignacio Ferrando escriba un día no lejano la gran novela que creo que lleva dentro.

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Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona y crítico literario.

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