Voces degolladas

Huríes - Kamel Daoud

Traducción de Lydia Vázquez Jiménez  

Editorial Cabaret Voltaire (2025) 

"Algunos saben que he vuelto de entre los muertos. Que sobrevivo a mi degüello para contabilizar a las víctimas. Y a sus verdugos". Habla la mujer con la cabeza en vilo porque se la cortaron, con un arma roma que no permitió rematar la ejecución, la nochevieja de 1999. Dice la mujer sin voz, porque le cercenaron las cuerdas vocales, apagaron sus sílabas y el vocabulario se le quedó adentro. Cuenta la mujer con dos nombres que significan amanecer: Fayr, antes de su asesinato parcial, y Aube, cuando, al día siguiente, le zurcieron la cabeza pendular al cuello serrado y la adoptó una enfermera voluntaria. "Me siento dividida en dos cuerpos, en dos lenguas". Y en dos existencias. "Nací el 21 de abril de 1994… Y volví a nacer el 1 de enero de 2000, cuando me salvaron la vida, o media vida, tras la masacre de 1001 personas en la región". Fayr tenía cinco años cuando la quisieron matar. Con veintiséis, Aube narra el atentado, sus causas y sus derivadas.

Una marca imborrable. La cicatriz de una "sonrisa diabólica" de diecisiete centímetros cosida en su garganta. Y una cánula para respirar. Muestran el terror sufrido. La prueba que la incardina en el glosario de víctimas de una guerra civil en Argelia. "Yo soy la prueba viviente de que esa guerra que duró una década fue real, de que fue sangrienta". La década negra: 1992-2002. El enfrentamiento de "los militares recelosos y los barbudos de Dios", los Tangos islamistas y los Charlies del ejército. Se desató cuando el presidente del país durante catorce años, Chadli Benjedid, dimitió en enero de 1992. Antes, el poder obstaculizó la victoria electoral del Frente Islámico de Salvación. Otro autor argelino, el excomandante Yasmina Khadra, esboza los porqués en Los corderos del Señor. Un militante del FIS explica: "El pueblo optó por nuestros principios y nuestra ideología. Pero el Poder latrocrático se niega a rendirse a la evidencia. De manera deliberada ha elegido jugar con fuego. Y por esa razón, hoy le proponemos nosotros el fuego del infierno". Los enemigos son "todos los que lleven quepis: gendarmes, policías, militares".

A la familia de Fayr no le concierne esa enumeración uniformada. Posee una pequeña granja en Had Chekala, un aduar en el noroeste de Argelia, próximo al Mediterráneo. Carecen de bando. "Ni siquiera nosotros sabíamos dónde ubicarnos en ese vaivén entre la vida y la muerte". Sin embargo, les acusan de complicidad con los terroristas, que trazan el espanto desde sus escondites en las montañas. Penetran a cuchillo en las poblaciones. El último día de 1999 degollaron al padre, a la madre y a la hermana de esta niña, Taimucha, ocho años, y los animales. El tajo no separó la cabeza del tronco de Fayr. Sí rebanó su alma, hendida por la culpa de subsistir ella y no su hermana, "como si fuera el carnero de sustitución", en referencia al ovino que Abraham inmoló en vez de a su hijo Isaac. (La novela se desarrolla en torno a la fiesta musulmana del sacrificio del cordero). Además de a sus parientes, los fanáticos arrasaron esa noche siete aldeas, decapitaron doce tribus. Retazaron los cuerpos, imposible definir qué resto pertenecía a quién. "No pudieron pegar los trozos de mis padres para enterrarlos. Es más, nunca se enterró a nadie por completo". La guerra genera más desastres aún si es civil. 

Mutilado su lenguaje exterior, su conciencia la atormenta. "¿Por qué debería tener el privilegio de renacer de entre 200.000 muertos?". Solo cabe una respuesta: para dar fe de cuanto hicieron los religiosos y militares dogmáticos. Un grito de la garganta cercenada contra el olvido que pactaron las mezquitas y los cuarteles. Kamel Daoud propone Huríes como el alarido de las víctimas frente al aullido de sus verdugos que, saciados de sangre, atrancaron una fosa común con la Ley de concordia civil en 2005. "Los asesinos se reconciliaron con los asesinos". Esa norma castiga con hasta cinco años de cárcel a quien mencione los años del horror. "El olvido es la misericordia de Dios, pero también es la injusticia de los hombres" que, después de precintar la memoria, "no sabe distinguir entre el bien y el mal".  

Las huríes son, en el islam, las mujeres que acogen en el paraíso a los mártires y justos de la tierra. Aube está embarazada. "Sé que eres una niña, mi Hurí". Concebida con un "pescador, medio enano, un poco tonto", que cumple su obsesión de emigrar a España. Conversa con su feto, "tú eres el acontecimiento que nunca imaginé". No quiere que nazca. Idea abortar para negar a su hija un mundo donde los hombres ejercen de dioses y las mujeres padecen sus mandamientos. "Te ahorro nacer para ahorrarte morir a cada instante… Te mataré por amor… para salvarte". Evitar la vida que le aguarda a la vida que borbotea en su vientre.                                                                                         

La hermana asesinada de Aube tendrá la última palabra sobre el sacrificio de la hurí nonata. La madre y su criatura viajan por territorios que, primero, desoló la guerra y, luego, el silencio. Se encaminan a la aldea donde los filos alargaron el odio y acortaron las vidas. "Soy una sombra que regresa a la escena del crimen de hace veintiún años". Daoud lo denomina El Lugar Muerto, la ‘Comala’ de Juan Rulfo y su Pedro Páramo. Compartirán trayecto con un librero que ni lee ni escribe. Otra víctima del conflicto, capaz de vincular cualquier número con un reguero de matanzas. Viajante en una furgoneta destartalada, contador de historias criminales. Testimonios sin evidencias. Al contemplar el costurón y el tubo en la garganta de Aube, descubre el contraveneno del olvido. "Yo seré tu voz y tú serás mi prueba".

La joven se encuentra una villa de miseria donde dos décadas antes le desollaron el habla y perdió la primera vida. El imán y jeque y carnicero ha vendido burro por cordero a quienes celebran la fiesta mahometana del sacrificio. Metáfora de la ignorancia que avergüenza a los pobladores de un ámbito sin recuerdos. "No saben nada. No saben de dónde vienen, quiénes son, quién es el hijo y quién es la madre de quién. Es un pueblo maldito". Solo Aube conoce su pasado, cuando se llamaba Fayr y tenía una hermana, que habita entre los muertos. El espacio yerto donde Taimucha desentrañará el sentido de sus destinos. "Debía vivir por las dos para que tu muerte no fuera en vano".

Al otro lado del telón de acero

Vacía o fundada. Cómo calificará la justicia la denuncia presentada contra Kamel Daoud por una víctima auténtica de aquella guerra en Argelia. Saâda Arbane, treinta y tres años, paciente de la psiquiatra casada con el escritor, se identifica con Aube. La siente como su espejo: la cicatriz, la cánula, el embarazo, algunos tatuajes… Dice que siempre rechazó que otros relataran su dolor. El autor, cronista del conflicto en Le Quotidien d’Oran, alega que le han inspirado varios personajes reales. Insinúa que, detrás de la querellante, está el régimen argelino, que ha prohibido publicar Huríes allí. El relato ha abierto la polémica sobre las fronteras para apropiarse de la privacidad ajena. Asunto pendiente. 

El camusiano Daoud se cobija en Francia después de vivir como extranjero en su país. Escribe contra la peste de la amnesia dictada. Descifra los murmullos de esa nada y los engasta en sílabas. Y, después de todo, la historia ocultada le susurra la palabra final.

* Prudencio Medel es periodista.

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