Carlos Ares: "Somos animales de la naturaleza, pero estamos convirtiendo todo en artificial y robótico"

"Somos quijotes al trote en medio de un brote", canta Carlos Ares (A Coruña, 1997) en Páramo, una de las canciones de su inminente segundo disco, La boca del lobo (BMG, 2025), disponible a partir de este viernes 16 de mayo. Once canciones que amplían el universo que el músico gallego desplegó en su debut, Peregrino (BMG, 2024), reconocido por crítica y público y recientemente galardonado en los Premios MIN de la Música Independiente como Mejor Álbum Pop. Tradición y vanguardia, naturaleza frente a asfalto, folclore y música contemporánea en un artista cómodo en los contrastes que aspira a la belleza formal a través de la emoción a flor de piel. Pero todo esto casi mejor que nos lo cuente él.

¿Qué es La boca del lobo?

Mi segundo disco, que forma parte de un imaginario y un universo artístico que trabajo desde Peregrino (2024) con el propósito de tocar mucho este año, tener una gira muy extensa, completar el repertorio, seguir mostrando mi versatilidad y mis ganas de meterme en canciones de diferentes estilos. Todo ello reafirmando un concepto, un sonido y una identidad artística.

¿Es una continuación de Peregrino o una bifurcación?

Me gusta bifurcación. Si que tengo una sensación de continuidad, porque me siento muy cómodo en esta dirección artística, en esta paleta de colores, pero pienso que es un disco independiente, que funciona por sí solo sin necesidad de escuchar el anterior. No se trata de hacer una saga, sino discos que tengan valor propio e individual. Y creo que La boca del lobo es un álbum muy completo, aunque se vaya a publicar incompleto a falta de una canción que en mi opinión es de las más especiales pero la vamos a posponer un poquito, aunque se va a sumar al repertorio.

Lobos, perros, sol... Hay un imaginario de naturaleza importante en este disco, que genera muchas imágenes mentales. 

No lo hice pretendiendo nada, si bien es cierto que yo soy un amante de la naturaleza, de manera que eso ya va un poco integrado en mí y en mis referencias. En cuanto a lo segundo, me encanta cuando un escritor o un autor consigue insertarme imágenes casi en contra de mi voluntad (risas). Me parece mágico que solo con una frase se reproduzca una imagen en mi cabeza, y yo a la hora de escribir trato de ser bastante gráfico, de ir a cosas concretas, no tanto algo abstracto. Utilizar sustantivos y adjetivos para que cuando estés escuchando se te venga la escena que estoy tratando de describir.

Es un álbum muy onírico, que crea esas imágenes también a través de instrumentos muy orgánicos.

Sí. En el sonido siempre trato de encontrar un equilibrio entre la vanguardia y lo orgánico, lo clásico, la naturaleza misma de tocar el instrumento, que es la función básica del músico, tocar música con sus manos. Busco eso y, al mismo tiempo, aplicar todas las técnicas novedosas de productores y de gente que vive en el estudio y que hace más uso de herramientas modernas como programaciones, tratamientos vocales experimentales... Busco la combinación de ambos mundos como base de mi identidad.

¿Eso es derivado de tus años formativos como productor?

Sin duda. Ya hubo una primera intentona en la que trabajé, un primer proyecto discográfico, que me sirvió para darme cuenta de que no estaba preparado artísticamente y que necesitaba ese período de formación en el que sin darme cuenta trabajé componiendo y produciendo para otros muchos artistas. Un período en el que absorbía mogollón de información, trucos, herramientas, maneras de escribir, de jergas de instrumentos... 

La música tradicional y de raíz vive un momento muy popular entre las nuevas generaciones, actualizada con sonidos contemporáneos. Esto hace veinte años no pasaba, pero ahora está naturalizado. Como gallego que eres, me acuerdo de Tanxugueiras o Fillas de Cassandra. ¿Estáis rejuveneciendo la música de raíz desde nuevas perspectivas?

Yo creo que estamos en un momento en el que los artistas buscan diferenciarse. Me resulta raro decir que hubiera épocas en las que no buscaban esto, pero ahora buscan diferenciarse, y la manera de tener una personalidad más fuerte y más creíble es basarse en lo que uno es. A partir de ahí, consecuentemente, tiras hacia tu tierra y tus orígenes, porque eso te da una diferencia. Es cierto que, por ejemplo, ya que las mencionas, entiendo que los proyectos de Tanxugueiras y Fillas de Cassandra sí que son ejercicios que buscan combinar un poquito más la música de raíz, y las veo entendidas en el asunto. Yo me considero un ignorante total en la música de raíz de mi tierra, tristemente, no me atrevo a decir que entiendo sobre la tradición en la música gallega. Creo que la música que me sale es instintiva y no pretendo hacer algo de raíz, sino que sale lo que sale y si se asocia a Galicia supongo que es porque soy gallego y porque llevo Galicia de alguna manera marcada en mis referencias y mis melodías. Se percibe eso, pero de manera totalmente natural y sin pretender hacer música de raíz concretamente.

En Autóctono, un tema de aroma folk, cantas que tienes "sangre celta". Desde luego, eso es diferenciarse.

(Risas). Sí. A eso me refiero, que ha habido momentos en los que simplemente había modas y estaba perfecto también querer formar parte de eso, aunque inicialmente no tuviera que ver con tus orígenes. Igual eras gallego y querías ser punk, pero ahora sí noto ese movimiento de querer ser todos diferentes y cada uno basado en su pasado y en su historia verídica. Me parece guay. 

¿Hasta qué punto son importantes las raíces?

Para mí, Galicia, A Coruña, donde yo vivo, es siempre un refugio que me sirve para bajar las pulsaciones. Cuando estoy en Madrid siento que estoy en una burbuja de una película, me pasa desde siempre. Acordarme de cómo es Galicia, el carácter de la gente de allí, de esa normalidad del mundo construido por mis padres... Lo que yo asocio a la normalidad está allí y es allí donde me reseteo y donde vuelvo a ser otra vez yo mismo al cien por cien. Voy mucho por allí y en Autóctono quería hacer una oda a esa sensación tan bonita que me genera la gente, el carácter, la personalidad de Galicia.

Más allá del folk, ¿quizás tu música sea rural o campestre? Ya que lo mencionas, ¿cómo afecta Madrid a eso? ¿Desubica o aporta?

Madrid hace que me diferencie más porque hay más contrastes. Yo llevo una propuesta rural, es verdad, y proponerla en una urbe como Madrid hace que sea todavía mayor el contraste y llame más la atención. Para mí, lo que tiene Madrid es la industria musical, porque es donde está todo el mundo, y eso es también muy inspirador, te genera influencias y te permite estar muy al tanto de lo que sucede entre las nuevas generaciones de artistas. Me parece muy importante saber qué sucede, cual es el lenguaje musical del momento. Más allá de eso, pretendo que eso no influya demasiado en mi música, porque precisamente quiero que lo que hago suene a Galicia y se asocie con el rural de alguna forma, porque es el entorno que mejor me sienta.

Me sorprende que la gente se sorprenda por ver a músicos tocando instrumentos

¿El rural al final va a ser el último refugio cuando llegue el fin del mundo? Lo vimos por ejemplo con el último apagón, el caos de la gran ciudad. Qué importantes son los pueblos y se nos olvida demasiado. 

Me imagino que sí. En el rural yo siempre encuentro la paz, aunque vivo feliz en casi cualquier lado. Mar y montaña, me gustan ambos. Me adapto bien el ritmo de la ciudad y al de un pueblo, pero es cierto que la calidad de vida que te aporta estar en un lugar alejado del estrés de la sobre estimulación que te genera una ciudad tan imponente y ansiosa como Madrid te hace ganar años de vida incluso, supongo.

En Páramo dices que "hay que darle leña en este mundo tan hostil y frío". También "qué bien sienta pagar para que un tipo haga como que te entiende", que puede leerse como la deshumanización total de la ciudad.

Es tal cual, esa lectura es muy acertada. Siento que el mundo se vuelve cada vez más hostil, no sé si es por hacerse mayor, que según vas cumpliendo años se va poniendo más complicado el asunto (risas). Puede ser, aunque creo que eso siempre ha sucedido así y ahora se suma también que el planeta en general se está volviendo más violento. Hay violencias de todo tipo, por todos lados te están metiendo información contra tu voluntad, en la publicidad, en las redes sociales, en la propia cultura de ser esclavos del trabajo... Se está complicando todo muchísimo. Me viene esa sensación de que somos animales y formamos parte de la naturaleza, pero estamos convirtiendo todo en algo totalmente artificial y casi robótico. En Páramo hablo del miedo que me da hacia donde vamos. Un mensaje un poco dramático, aunque siempre mis dramas los mezclo con optimismo y con dar un poco de aliento y esperanza. Por eso en el estribillo de este tema me centro en las cosas sencillas que sientan bien, como un beso de tu padre en la frente o una sopa caliente.

¿Somos, entonces, "Quijotes en medio de un brote"? Es una buena imagen. Quizás el Quijote no estaba tan loco.

Claro que no. Yo me identifico mucho con el Quijote (risas).

¿Cómo se relaciona con las redes sociales un músico tan artesano como tú? ¿Hacen también más artificial la música?

La parte social la llevo mal. Esa parte de interactuar es contradictoria, porque por un lado me da mucha satisfacción ver que a la gente le gusta mi trabajo, pero por otro me da una carga de responsabilidad tremenda y esa parte la sufro. Sin embargo, la parte artística que te ofrece una red social trato de verla como un lienzo un blanco. Creo que estoy acostumbrando a mi público a que si publico algo en Instagram, que es la que uso, es porque estoy haciendo un movimiento artístico determinado, no tratando de alimentar ningún algoritmo, ya que ni soy creador de contenido, ni soy capaz de llevar una rutina de publicaciones, ni una frecuencia alta. Si tengo una canción cada mes, publico cada mes. Luego no pretendo seguir alimentando con mi vida personal ni nada así, lo único que expongo es mi arte, es mi escaparate para mi obra artística, y los tiempos en los que se publican son lo que tardo en crear. Esa parte la disfruto y me siento orgulloso de que está funcionando un poco en contra de todo lo que me asesoraron en principio, en plan 'tienes que publicar cuatro veces a la semana a estas horas determinadas'. Yo estoy pasando totalmente y eso no está impidiendo que el arte se abra camino y llegue a la gente, lo cual desde luego es muy bonito.

¿Qué es música pop a día de hoy?

Esa actitud es casi contracultural en estos tiempos en los que hay que estar constantemente creando y presente en las redes sociales para que no se olviden de uno.

Y ha costado muchísimo. Yo he tardado diez años en empezar a sentir un crecimiento, el mismo tiempo que he tardado en encontrar una dirección artística que me identificara tanto y tuviera tanta coherencia con mi persona y con mis gustos. Siento que estoy en un punto de confianza maravilloso, y siento que es difícil que un proyecto así de honesto y de coherente no llegue de alguna manera a la gente. A la gente que sea, si son cinco como si son cien, pero que le llegue de verdad, que el público perciba que el artista está siendo libre y honesto en el discurso. Esa ha sido mi única baza para decir 'esto es imposible que no funcione a pesar de que haya un algoritmo y haya unas reglas en las plataformas'. El arte sigue sobreponiéndose a todo eso, y me parece que se está demostrando un poco. Porque, ya te digo, no creo que haya nadie más pasota que yo en cuanto a los algoritmo y seguir consejos de community manager (risas).

Hemos hablado de folclore, de música tradicional, pero hace unos días te llevaste el Premio de la Música Independiente al Mejor Álbum de Pop por Peregrino. ¿Al final todo es pop?

¿Y qué es música pop a día de hoy? Si utilizo algún calificativo para catalogar mi música es 'alternativa', pero porque me deja tranquilo, me da licencia para cambiar cada vez que me dé la gana y presentar cosas totalmente distintas a la gente cada vez que quiera. Si hay algo que me agobia es pensar en estar obligado a hacer una única cosa a lo largo de mi vida. Eso me ha pasado siempre, y hablar de alternativo me permite variar.

En tu crecimiento se habla mucho de tus directos, de los que siempre se destaca que llevas muchos músicos. ¿Se nos olvida que los músicos tocan en vivo?

Me sorprende que la gente se sorprenda por ver a músicos tocando instrumentos (risas). Como decía, me gustan los contrastes y llamar la atención y, fíjate, quien me iba a decir a mí que lo más natural del mundo para mí, que es que haya músicos tocando instrumentos, fuese casi una estrategia de márketing en plan '¿cómo llamamos la atención en esta era en la que los músicos no aparecen por ninguna parte? Pues vamos sumar a mogollón de músicos en un escenario'. Quizás, en otra etapa de la música no habríamos llamado tanto la atención y, sin embargo, en esta lo hacemos. Bueno, no quiero que parezca que les estoy infravalorando, diremos que en otra época de la música en la que hubiera muchas bandas creo que seguiría llamando la atención la gente que me acompaña, porque son grandísimos músicos, artistas con muchísimo carisma y muchas ganas de conectar. Por eso el comentario que más recibimos es que conectamos en otra dimensión que es difícil de explicar, porque son momentos muy particulares, y la gente lo percibe y lo disfruta.

¿Qué es el éxito para Carlos Ares a cuatro días de publicar un segundo disco y con una gira tan larga por delante?

Rigoberta Bandini: "A veces me vienen oleadas de rechazo a este mundo digital tan extremo"

Ver más

El éxito para mí no tiene nada que ver con cifras, ni con crecimiento. Tengo varias definiciones, en realidad. Una de ellas es poder ser libre artísticamente y poder hacer la música que tú quieras sin ser esclavo de ninguna moda, ni de absolutamente nada. Hacer la música que tú quieras y poder vivir de ello es el auténtico éxito. Otra definición es la tranquilidad, porque yo sufro mucho de ansiedad, estrés y comeduras de tarro, por lo que para mí el éxito en mi vida sería lograr vivir tranquilo. Y si para alcanzar la tranquilidad, en un caso extremo, tengo que dejar la música, ser capaz de dejarla y ser valiente para tomar esa decisión y acercarme cuanto más sea posible a la paz, porque hay veces que me resulta difícil. Todavía tengo mucho trabajo para alcanzar ese éxito.

¿Y si en ese camino vendemos muchísimos discos y llenamos el Metropolitano diez veces?

Cojonudo, pero si consigo hacer eso tranquilo (risas). Si logro llegar a ese punto desde la paz, la tranquilidad y el disfrute, estupendo. Si no estoy cerca de eso, preferiré otra cosa como irme a Coruña o a Costa Rica a trabajar en un chiringuito. 

"Somos quijotes al trote en medio de un brote", canta Carlos Ares (A Coruña, 1997) en Páramo, una de las canciones de su inminente segundo disco, La boca del lobo (BMG, 2025), disponible a partir de este viernes 16 de mayo. Once canciones que amplían el universo que el músico gallego desplegó en su debut, Peregrino (BMG, 2024), reconocido por crítica y público y recientemente galardonado en los Premios MIN de la Música Independiente como Mejor Álbum Pop. Tradición y vanguardia, naturaleza frente a asfalto, folclore y música contemporánea en un artista cómodo en los contrastes que aspira a la belleza formal a través de la emoción a flor de piel. Pero todo esto casi mejor que nos lo cuente él.

Más sobre este tema