Rigoberta Bandini: "A veces me vienen oleadas de rechazo a este mundo digital tan extremo"

Si Jesucrista Superstar quisiera despedirse de sus discípulas en una última cena, diría más o menos algo así: Tomad y bailad todos de él, porque este es mi pop que será entregado por todos vosotros. Ese es un buen resumen para el segundo disco de Rigoberta Bandini, alter ego de Paula Ribó (Barcelona, 1990), que a su vez desdobla su personalidad en su nueva colección de canciones para mutar en, efectivamente, Jesucrista Superstar. Un álbum rabiosamente contemporáneo con ecos ochenteros y noventeros, un manifiesto generacional con mirada de mujer que trasciende cualquier cuestión de género. "Hablo de movidas e inseguridades que nos atraviesan a todos", explica la artista a infoLibre. Entre otras muchas cosas.
¿Qué es Jesucrista Superstar?
Diría que es un álbum muy extenso y muy ecléctico, pero con el denominador común de una mujer de 33 años en el límite a veces entre la cordura y la locura, jugando con esas contradicciones constantes como motor para componer divertidas, teatrales, bailables, otras más relajadas. Algo así (risas).
Es bailable, musicalmente luminoso, pero las letras van en otra dirección más de crisis de la mediana edad.
Desde luego que puede ser. Yo creo que hay muchas crisis, porque no veo solo la de la edad. Pero está claro que cuando me puse a componer este álbum había muchas vocecillas que no eran tan amables como las de la primera etapa. Decidí que salieran también en la foto, celebrarlas un poco y darlas su espacio. Este es el resultado.
¿Cuánto tiene de autobiográfico o de retrato generacional más amplio? Todo lo que nos canta Jesucrista Superstar parece personalísimo, pero es aplicable de una manera muy universal.
Tiene mucho de autobiográfico pero, al mismo tiempo, me nutro mucho de imágenes que me llegan de amigas, historias que me cuentan, pelis que veo... Todo eso se mezcla en mi cabeza. También es verdad que lo que me lleva a ponerme a escribir es siempre una emoción real, parto de algo que me atraviesa y después ya lo adorno o lo voy construyendo con imágenes que no solo pertenecen a mi vida, porque mi vida no es tan extrovertida como para tener tantas cosas.
¿El empleo de lenguaje cotidiano y palabras coloquiales en las canciones hace que conectes más con el oyente y se construya así ese relato generacional? Hay muchas referencias sin filtro al día a día que puede tener cualquiera...
Me hace mucha ilusión que el público conecte con las letras, porque a veces cuando estoy componiendo me digo 'la gente no va a estar tan sonada como yo' (risas). Pero luego resulta que me dicen que sí, así que vale, perfecto, estamos todos fatal de la cabeza (risas).
Ciertas temáticas hacen que de primeras se identifiquen quizás más las mujeres, pero la forma de expresarlas consigue apelar también a los hombres.
Obviamente, es verdad que hay algo que hace que conecten más las mujeres de mi edad, pero también es cierto que muchos hombres, y de todas las edades, conectan también. Eso me hace mucha ilusión porque yo hablo desde mi realidad de mujer, pero hablando de muchísimas cosas que no tienen nada que ver con el género. Cosas más crudas y existenciales, movidas e inseguridades que nos atraviesan a todos.
¿Dirías que es un disco con visión femenina? Ya desde el título la contraposición con Jesucristo Superstar es automáticamente inevitable pensarlo. Es importante que los chicos nos veamos también reflejados en lo que canta una mujer: ¿se mantiene esa barrera todavía en demasiados casos y le cuesta un poquito (o un muchito) a algunos?
Claro. Yo pienso que es muy bonito que cada artista sea honesto con lo que está sintiendo y con lo que es. En este caso, con este disco me pueden acusar de muchas cosas, pero no de no tener transparencia emocional. Es indudable el ejercicio que hago de desnudarme, de no tener miedo a mostrar todas esas partes. Muchos artistas lo hacen y es muy bonito cuando pasa porque puede inspirar a otras generaciones y, sobre todo, hacer que la gente se sienta menos sola, que me parece de las cosas más poderosas que tiene la música. Es algo que tienen muchos tipos de arte, pero la música te llega sin ni siquiera quererlo ni saberlo, de manera que puedes entregar un mensaje y hacer que la gente se comprenda más a sí misma o se conecte más con cosas que tenía dormidas.
Me compré un móvil solo de llamadas, veía clarísimo que ya no quería un smartphone nunca más, pero luego he sucumbido porque no soy tan especial
La maternidad, la obsesión con el físico, la dependencia de las redes sociales, el consumismo, las relaciones, la muerte... ¿El mensaje que nos trae Jesucrista Superstar es de liberación ante todas las opresiones a las que estamos sometidos en nuestro día a día en este siglo XXI?
Yo creo que Jesucrista Superstar te está contando que ella asume su contradicción interna, que se culpabiliza de ella, pero a la vez entiende también que pertenece a una generación, a un momento. Y sabe distanciarse de la herida que supone esta contradicción. Uno de los objetivos de Jesucrista Superstar es crear una sensación de comunidad, de no estar sola. Tú te sientes así pero yo también, la de al lado también, cada una con su movida. La caricatura que hago de mí misma, que en muchos casos es hiperbólica y me deforma, es porque necesito generar imágenes muy grandes que vayan más allá de mi verdad. Me cuesta explicarlas desde un punto muy pequeño o muy íntimo, porque tampoco me quiero victimizar, y esa es otra contradicción, porque se puede a la vez sentir poder y victimización. Podría estar ocho horas hablando de esta movida mental, que creo que es bastante de mi generación y que es caótica, como el álbum. De hecho, siento que el álbum es tan desordenado como mi cabeza, pero hay un punto que en ese caos está la identidad.
Que la gente se sienta menos sola es de las cosas más poderosas que tiene la música
Volvemos a la crisis de la mediana edad. Cantas "soy mayor, ya hace rato, pero el mundo me da el mismo miedo que a los nueve años. Soy mayor, qué coñazo, hay que ser responsable y tener el armario ordenado".
Es así (risas). Hacerse mayor es maravilloso porque tienes un poco más de autonomía en muchas cosas, pero las responsabilidades ahogan. También siento que está bastante sobrevalorado el paso del tiempo, en el sentido de coger una identidad, un sueño, una dirección... Ahora mismo tengo muy idealizado titubear, no entender, la adolescencia, y todo aquello que vivimos con tanto tormento. No saber nada de quien quieres ser me parece un lujo que solo lo pueden saborear quienes lo tienen, esto es, los niños y los adolescentes. Yo eso nunca lo volveré a saborear. Al mismo tiempo, esa construcción constante del adulto es también maravillosa en muchas cosas, como en mi caso fue librarme del colegio, que me encantó (risas). Pero hay algo de esa inocencia, ese no saber y no construir que hecho mucho de menos.
Musicalmente, resumiendo mucho, estamos ante un disco de pop contemporáneo, pero con multitud de referencias ochenteras y noventeras diversas. Andan por ahí Pamela Anderson y Franco Battiato, pero hay mucho más. ¿Otra contradicción que genera caos y por tanto identidad?
Pues sí. Cuando empecé el álbum estaba obsesionada con las guitarras de Cecilia, Mari Trini, Jeanette... Tanto que pensaba que iba a hacer un álbum acustiquísimo. También Los Brincos, incluso. Bebí mucho de eso para el inicio de la producción, pero después me di cuenta de que todavía necesitaba la electrónica para respirar, con lo que comencé a perderle el miedo a hacer canciones un poco más electrónicas o meter baterías que no fueran orgánicas en la onda de The Weeknd o Daft Punk. Ha quedado todo un poco como es mi vida y son mis playlists, desde Julio Iglesias o Pablo Milanés hasta Marianne Faithfull, Kate Bush, FKA Twigs o Charlie XCX. Hay muchas cosas, pero sí creo que se ha quedado un vintage, que es una intención que tuve muy al inicio y que ha bañado todas las producciones musicales. Alejarte de lo que has hecho siempre da miedo, no ya tanto por el público como por que a mí no me emocione igual. Ha sido muy bonito comprobar que me siento cómoda en muchos géneros.
En los carteles de los festivales solo se arriesga con bandas de chicos, pero eso no puede ser: que se arriesgue más con todas y todos
En no pocas entrevistas musicales de infoLibre te han mencionado a ti, junto a Amaral y Zahara, por la ausencia de mujeres en los carteles de los festivales. ¿Cómo vives este momento? Hay muchas mujeres haciendo muy buena música y muy diferente y se está reivindicando su necesaria visibilidad porque, de hecho, están llenando salas y pabellones, pero luego no se nota en los festivales.
Es que hay carteles de festivales que aún dan un miedo... En los que la ausencia femenina todavía es atroz. Me parece maravilloso que todas las bandas y todas las artistas sigamos reivindicándolo desde la posición que sea, porque no hay que dar nada por hecho. Al final, Zahara, Amaral y yo estamos ahí porque de alguna manera hay una garantía de que el público ha conectado con nosotras, pero lo interesante no es que estemos las que ya funcionamos. Siento que solo se arriesga con bandas de chicos, pero eso no puede ser: que se arriesgue más con todas y todos.
¿Te gusta verte como referente feminista, como una poderosa Jesucrista Superstar? Igual es un peso que te estamos poniendo los demás.
Para mí ser un referente feminista siempre será un orgullo. A veces me preguntan si no quiero esa etiqueta, efectivamente, pero claro que sí. Si me estuvieran llamando algo que no me gusta, vale, pero para mí no solo no me importa, sino que es un orgullo. También es verdad que hablo de muchas más cosas. Puede ser que todo esté tintado de feminismo porque yo no puedo dejar de escribir desde mi mirada feminista hacia el mundo, pero hay otras muchas cosas que hay que explorar para no minimizarlo en un 'cajón de chicas' y darle valor con todos los matices que tiene.
Volvamos al principio para terminar. El disco empieza con una introducción que es una risa que se convierte en llanto, detalle que resume a la perfección lo que está por venir. Y un mensaje: "Deja de mirar las redes, ¡qué asco! Deja de mirar el móvil". ¿Seríamos más felices si lo hiciéramos?
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Es que cuando compuse este disco estaba en un momento muy hater con el móvil, me compré uno solo de llamadas, veía clarísimo que ya no quería un smartphone nunca más, pero luego he sucumbido porque no soy tan especial. Sí que a veces me vienen oleadas de rechazo a este mundo digital tan extremo. Cuando empecé a plantear el álbum pensé en una intro teatral, aunque nadie me fuera a hacer caso, invitando a los oyentes a que aparten sus teléfonos y escuchen la música sin distracciones. No sé si lo he conseguido, pero ahí está (risas).
Lo de los teléfonos 'tontos' en contraposición a los 'inteligentes' se dice mucho, hay tendencia ahí.
Es que funcionan súper bien, te dura la batería una semana (risas).