'L'Orfeo' de Monteverdi, en el Teatro Real con coreografía de Sasha Waltz: "Es como observar la Capilla Sixtina"

'L'Orfeo', de Monteverdi, con coreografía de Sasha Waltz

La primera ópera de la historia, L'Orfeo, compuesta en 1607 por Claudio Monteverdi, vuelve al Teatro Real después de quince años. Una gema del Barroco musical más puro que se presenta como ópera bailada por la compañía Sasha Waltz en cuatro únicas funciones del 20 al 24 de noviembre.

"No es simplemente el Orfeo en versión concierto, es una lectura coreográfica propuesta por Sasha Waltz y una unión entre solistas, el coro y bailarines", resume a infoLibre el director musical, Leonardo García Alarcón, quien adelanta la esencia del montaje: "No sabemos distinguir quién es quién porque todos bailan y todos cantan, por lo que el público de alguna manera ve una obra de arte total entre bailarines, músicos y poesía".

Una pieza musical esencial, "la ópera de las óperas" junto a Don Giovanni para el maestro argentino, quien no duda en comparar la grandiosidad del Orfeo de Monteverdi con otras incomparables obras de la humanidad. "Es como ir a la Capilla Sixtina y observar lo que hizo Miguel Ángel, o estar delante de La Última Cena de Leonardo da Vinci", afirma, para luego asegurar que estas grandes creaciones "demuestran que el tiempo no existe". "La humanidad y las emociones humanas pueden perpetuarse gracias a los grandes espíritus de la Historia, y eso es el Orfeo de Monteverdi", remata.

Después de triunfar en teatros y festivales europeos, Sasha Waltz regresa al Teatro Real con una propuesta en la que los planteamientos teatrales de la danza, el canto y la música tejen un manto de “ópera coreográfica” que cobra especial sentido con esta partitura, ya que fue Monteverdi quien descubrió al público de su tiempo que el teatro y la música podían ser aliados entre sí.

Él estableció una especie de laboratorio musical de las emociones humanas y creó las bases de toda la ópera moderna. Podemos decir que, de alguna manera, todas las óperas hoy todavía guardan algo de la esencia de lo que quiso crear Monteverdi

Leonardo García Alarcón — Director musical

"Él estableció una especie de laboratorio musical de las emociones humanas, y gracias a ello creó las bases de toda la ópera moderna. Podemos decir que, de alguna manera, todas las óperas hoy todavía guardan algo de la esencia de lo que quiso crear Monteverdi, que además fue el primer gran orquestador de la historia. Por eso, cuando todos los grandes directores del mundo tienen que mencionar uno de los cinco títulos más espectaculares, hablan de L'Orfeo de Monteverdi porque sigue siendo una pieza que parece haber sido escrita ayer mismo", destaca García Alarcón.

No en vano, los primeros experimentos operísticos de la historia se realizaron bajo la ambiciosa premisa de que -al igual que hiciera el legendario Orfeo- era posible domeñar las pasiones humanas a través del canto y la música: infundir alegría, tristeza o, más aún, confrontarlos abruptamente, como cuando la fatídica mensajera interrumpe las celebraciones nupciales en el segundo acto de esta ópera. No es de extrañar, por tanto, que el mito del célebre cantor tracio fuera protagonista de algunos de los primeros títulos de este género.

Y es que, gracias al genio de Monteverdi, L’Orfeo descubrió al público de su tiempo que el teatro y el canto, aliados entre sí, eran capaces de ofrecer a la experiencia humana un abanico de emociones inexplorado y de una intensidad desconocida. A través de esta obra, el músico italiano tomó conciencia de que "la música es tal vez el más grande milagro cotidiano de la humanidad, porque no existe un ser humano que no escuche música, no importa el estilo", plantea el director, para quien esta obra nos "hace reflexionar sobre la necesidad imperiosa y cotidiana de la música en todos los seres humanos".

En el montaje que llega al Teatro Real, la coreógrafa alemana Sasha Waltz asume un reto similarmente ambicioso al de Monteverdi en su lectura de esta obra fundacional del género operístico: la integración de las artes en un flujo continuo y sin costuras de sonido y movimiento capaz de dominar –armonía y geometría mediantes– nuestras propias pasiones. 

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No es de extrañar que el director musical confiese que tocar esta pieza con la coreografía de Waltz es algo "espectacular", al tiempo que le parece "fabulosa" la proposición porque las puestas en escena no existían en la época de este Orfeo de 1607, cuando seguramente era solamente un "concierto con movimiento" en Mantua (Italia): "Su coreografía ha tocado lo esencial de la música".

Una música que, para García Alarcón, no tenía otra posibilidad que perduran en el tiempo, pues los grandes clásicos "duran por sí mismos", si que nadie los tenga que forzar. "Este tipo de obras nos enfrentan con nosotros mismos y nos hacen pensar en el sentido de la vida y de la muerte. Este Orfeo es una piedra filosofal del poder de la música", remarca, para aún apostillar que gracias de la danza Sasha Waltz consigue algo tan "impresionante" como "trascender" la propia música.

L’Orfeo contará con dirección musical del maestro argentino Leonardo García Alarcón, quien debuta en el Teatro Real, junto al Vocalconsort Berlin y la Freiburger Barockorchester, y un reparto de cantantes del universo barroco encabezados por el barítono Georg Nigl (Orfeo), la soprano Julie Roset (Euridice/La Música), la mezzosoprano Charlotte Hellekant (Mensajera/La Esperanza), el bajo Alex Rosen (Caronte) y el bajo barítono Konstantin Wolff (Plutón), entre otros.

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