¿Desde cuándo la simbología católica es subversiva? De Rosalía a Siloé, la música abraza de nuevo la religión

Puede haber sido una coincidencia espiritual que concurran en la misma semana el estreno de Los domingos, la película en la que Alauda Ruiz de Azúa indaga en la temprana vocación de una menor que quiere convertirse en monja de clausura, y la imagen de frenopático de Rosalía corriendo por la Gran Vía madrileña para desvelar en Callao la portada de su nuevo disco, en la que aparece vestida de monja en un blanco impoluto, con toquilla y todo. Puede haber sido una casualidad mística, pero ha ocurrido y nos está diciendo algo.

Como también nos dice cosas que el grupo católico Hakuna llene (y no una única vez) el Palacio de los Deportes de Madrid con más de 17.000 jóvenes cantando sus salmos como si fueran himnos del pop más comercialmente inofensivo que uno pudiera imaginar. Pero en uno de sus temas más populares, Forofos, cantan lo siguiente: "Cursillos, Comunión y Liberación, Renovación Carismática, Schöenstatt, Opus Dei, Focolares, Hakuna, Camino, Effetá y tantos más. Que seamos todos uno como el Padre y tú sois uno, todos forofos de todos, que nos queramos siempre más".

Es evidente que la religión siempre ha estado presente en la música popular, por ejemplo en etiquetas de nicho tan concretas como 'rock cristiano', de especial predicamento en América con Stryper en la cima, pero también en nombres tan clásicos como U2, que cuenta con títulos como Yaweh o Wake up, dead man —habitual es ver a Bono con un rosario—. También cantan a Dios algunos iconos como Bruce Springsteen, Johnny Cash o Lenny Kravitz y tantos otros, aunque al no ser una temática exclusiva en su obra no se les incluye dentro de una tendencia etiquetable como cristiana. O, por supuesto, Depeche Mode, tan solemnemente ceremoniosos ellos, tan peregrinos devotos sus fans. La propia Rosalía ha cantado en innumerables ocasiones a Dios en sus anteriores trabajos, por lo que esto no es nuevo, pero sí diferente.

Eso por no hablar de Madonna, referencia inmediata para cualquiera con una edad al hablar de la unión entre pop y religión, en su caso con verdadera subversión y provocación en aquellos lejanos ochenta que poco o nada se parecen a estos tiempos de empuje conservador en los que, de repente, pareciera que nos rodean demasiado hábitos monjiles, cánticos católicos y mensajes tradicionalistas. Un discurso sociopolítico que permea en la cultura, como no podría ser de otra manera, hasta convertirse en tendencia. Lady Gaga, por cierto, también ha ofendido reiteradamente a la Iglesia utilizando símbolos religiosos videoclips como Judas y Alejandro.

Años atrás no me habría explicado el éxito de un grupo como Siloé, que básicamente hace pop cristiano

"Creo que sí es tendencia desde hace unos años, especialmente en la música urbana o nuevo pop", apunta a infoLibre el periodista especializado en música y cultura David Saavedra, recordando a su vez que "desde Kanye West a muchos artistas latinoamericanos de reguetón utilizan la religión". "Obviamente, eso también lleva años sucediendo en España. El primer artista de ese estilo en el que lo vi fue Maikel Delacalle, y me chocó bastante, pero ahora ya es algo bastante habitual. Hace poco asistí al nuevo espectáculo de Sen Senra, que se titula La última misa, y terminó dando las gracias a Dios y enseñando una inscripción que ponía 'Por los siglos de los siglos'. Sí creo que funciona en este tiempo, incluso dentro de ese pop al que algunos se empeñan en llamar falsamente indie, pues años atrás no me habría explicado el éxito de un grupo como Siloé, que básicamente hace pop cristiano".

Muchos nombres, a los que podemos añadir Iñigo Quintero, que dedicó a Dios su canción Si no estás, y a los que la periodista musical Esther Al-Athamna agrega el de Fernando Costa, que acaba de compartir un adelanto de su próximo videoclip en el que aparece con una corona de espinas clavado en una cruz, acompañado de la frase 'Padre, Hijo, Espíritu Santo. En diez años de carrera me he comido a unos cuantos'. "En su Instagram tiene una frase que dice 'perdónales porque no sabían lo que venía'. No es nada nuevo en realidad, lo que pasa es que simplemente ahora lo ha hecho Rosalía", defiende, al tiempo que recuerda el famoso vídeo Like a prayer de Madonna, en el que "entraba en una iglesia y se ponía a bailar con un santo y luego se liaba con él". "La que se formó, Dios mío", recuerda divertida a infoLibre.

"Aquello sí que me pareció muy subversivo y puso a la Iglesia de uñas. Ahora Rosalía se pone la toquilla por la cabeza y de repente es como 'madre mía que vuelve la religión, que vuelve El cuento de la criada'. Pero la religión siempre ha sido una caja de inspiración", argumenta. "Tradicionalmente, la música siempre se ha servido de imaginería religiosa para enarbolar sus discursos. Ya fuera o bien para abrazar un discurso más religioso, más tradicional, o bien para todo lo contrario. En el caso concreto de Rosalía, aún no sabemos por dónde va a salir", prosigue.

Siguiendo con el caso de Rosalía, que es el que ha encendido todas las alarmas por su poder de multiplicación de los panes y los peces promocionales, la psicóloga, antropóloga y escritora Monty Peiró se pregunta si es "solo una apropiación estética" como hace la popular banda de metal Ghost "o servirá realmente para reforzar la ola de puritanismo y conservadurismo". "¿Tendrá alguna carga realmente subversiva que problematice la religión como hizo Sinead O'Connor o se pondrá esta estética al servicio del morbo como hizo Madonna?", plantea a infoLibre.

Sea como fuere, continúa con una reflexión que contextualiza el momento presente: "Personalmente, veo con preocupación esta vuelta a la religión y a los valores tradicionales que muchos jóvenes parecen abrazar actualmente aunque, sociológicamente hablando, entienda esta tendencia que en mi opinión tiene todo que ver con la incapacidad de la sociedad actual para ofrecer ni siquiera las condiciones materiales mínimas (vivienda, un trabajo cuyo salario te permita vivir dignamente, etc). En esas condiciones, la romantización de épocas pasadas y modelos tradicionales está servida, y la fe viene para suplir la carencia material: si en esta vida no puedo ni tener una casa, ya seré feliz en el paraíso. Ojala Lux -así se titula el álbum de Rosalía que llega el 7 de noviembre- arroje algo más que loas y alabanzas. Necesitamos esperanzas más terrenales y, para eso, las luchas sociales han arrojado resultados infinitamente mejores que las oraciones".

Necesitamos esperanzas más terrenales y, para eso, las luchas sociales han arrojado resultados infinitamente mejores que las oraciones

"Yo vivo en Sevilla, donde hay un inexplicable fervor católico por parte de la población más joven, que en realidad es transversal, intergeneracional e inter clase", tercia Saavedra, para quien, en el caso de que la gente joven demanda cierta creencia espiritual ante una "presunta crisis de valores, la religión católica está en dura competencia con la romantización de los problemas de salud mental y también con el mindfulness y otras prácticas que usan una mercadotecnia más moderna, agresiva y convincente". Pero, al mismo tiempo, concede que "si quieres votar a VOX, consideras que el feminismo ha llegado demasiado lejos y odias a los inmigrantes musulmanes, es mucho más probable que flirtees con el catolicismo practicante".

En esta línea, lo que más le "preocupa", sigue Saavedra, es que "se pueda estar produciendo una normalización a nivel artístico", algo que argumenta así: "Rosalía y C Tangana son artistas conservadores en ese sentido -este último no sé si en torno a la religión, pero sí en torno a su visión de la música española-, como Los Javis o Alauda Ruíz de Azúa con su nueva película, pues aunque ella la plantee desde una posición de debate, pienso que hay cosas que no se pueden debatir". Tendencias de una sociedad en las que esto era impensable hace quince o veinte años, tal y como el periodista sentencia: "Esto cada vez se parece más a 1939".

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Para la periodista y escritora Noelia Murillo, por su parte, este enésimo cambio estético de Rosalía, aún sin saber la temática del álbum, seguramente se deba a un "cambio de alter ego, como pasaba en el glam rock". "No creo que tenga nada que ver con ser conservador, sino con un cambio de piel que a lo mejor ella necesitaba", señala a infoLibre, para acto seguido conceder que en la ciudadanía "sí que nos estamos soltando un poco más con el tema de la religión, que ha mutado y no se ve como antes, sino mucho más abierta, en parte gracias al Papa Francisco", de quien se hablaba continuamente por sus ideas modernizadoras.

"Al final, la religión forma parte de la sociedad, no es algo ajeno a nosotros, y echamos mano de ella cuando a lo mejor podemos pasar por un mal momento, o no tenemos tantos prejuicios, por decirlo de alguna manera, y también por eso Hakuna llena el Palacio de los Deportes", reflexiona Murillo, mientras Saavedra remarca que en el contexto actual de "involución social, pérdida de derechos y socavamiento de la democracia y de la libertad de expresión, las tendencias estéticas que marque Rosalía son completamente irrelevantes". "Por otra parte, dudo que vaya a haber colas para entrar en los conventos por parte de las jovencitas, salvo que la jerarquía católica decida dejarles compartir su experiencia en Instagram o TikTok (cosa que, por otro lado, no descarto que pueda llegar a suceder)", indica con sorna.

Dos casos muy específicos y que van unidos para terminar. Por un lado, Shego, trío femenino que se viste con hábitos de monja rojos y cuyo concierto en Molina de Segura fue prohibido por el Ayuntamiento precisamente por eso. Ellas usan esta estética irreverente como una crítica humorística al mercado laboral, que está tan mal todo como para meterse a monja. No le hizo gracia eso al consistorio murciano formado por PP y Vox. Por otro lado, recordemos los ríos de tinta que hizo correr Zahara cuando se vistió como una virgen para la portada de su disco Puta (2021), algo que provocó la retirada del cartel de su concierto de aquel año en Toledo por parte del consistorio, en ese caso del PSOE, para evitar males mayores al ser presionado por colectivos varios. Porque la simbología cristiana parece que está bien cuando se usa en una dirección, pero no cuando se hace con una carga crítica verdaderamente inflamable que molesta a los guardianes de la caverna.

Puede haber sido una coincidencia espiritual que concurran en la misma semana el estreno de Los domingos, la película en la que Alauda Ruiz de Azúa indaga en la temprana vocación de una menor que quiere convertirse en monja de clausura, y la imagen de frenopático de Rosalía corriendo por la Gran Vía madrileña para desvelar en Callao la portada de su nuevo disco, en la que aparece vestida de monja en un blanco impoluto, con toquilla y todo. Puede haber sido una casualidad mística, pero ha ocurrido y nos está diciendo algo.