Un niño solo bajo el sol en un vertedero que no es tal en realidad, pues no es otra cosa que montañas de basura, residuos, deshechos y recuerdos de todo tipo que dieron vida a un lugar, este mismo desde el que contempla su alrededor, que ya tampoco es tal. El pequeño está pensando, nadie puede saber qué, porque nadie puede ponerse en su lugar. La línea del horizonte la marcan edificios a medio derrumbar, de los que apenas se mantiene en pie su esqueleto después de soportar incontables bombardeos. Algún pájaro sobrevuela buscando lo que sea. Algo le tendrá que valer, pero parece que no, pues aquí todo es destrucción.
Esta es una de las fotografías que integran Gaza a través de sus ojos, la exposición (gratuita, pues está en el hall central de entrada) que reúne en el Museo Thyssen hasta el 19 de octubre una treintena de fotografías en color que documentan la vida en la Franja bajo el asedio de Israel desde octubre de 2023. "Es una selección de imágenes que muestra la vida en Gaza en las terribles condiciones impuestas por el ejército ocupante de Israel", resume a infoLibre el director artístico del Thyssen, Guillermo Solana, destacando que los autores son todos fotoperiodistas palestinos obligados al anonimato para mantenerse a salvo.
"No pueden citarse nombres porque los propios fotoperiodistas lo han pedido así, ya que se sienten muy inseguros. Sus vidas corren peligro constantemente. El ejército de Israel ha asesinado ya a 240 periodistas y los tiene como un objetivo prioritario. Por eso, muchos de ellos viven separados de sus familias en tiendas, en paradero desconocido, para que sus seres queridos no sufran la posible venganza de Israel. Trabajan en la clandestinidad y tienen para nosotros un estatuto de testigos protegidos, cuyo nombre y paradero no puede desvelarse", destaca Solana.
Las instantáneas se han escogido para intentar abarcar el "impacto humanitario que está creando la ofensiva israelí sobre Gaza", añade a infoLibre la directora ejecutiva de UNRWA España, Raquel Martí, "sin herir la sensibilidad" del espectador. Son a su juicio, en cualquier caso, "imágenes muy impactantes" realizadas "por fotógrafos locales desde una mirada muy humana, porque ahora mismo es necesario seguir apelando a la humanidad" ante el genocidio: "Son personas que están viviendo este horror, este sufrimiento y lo están retratando. Eso es lo que más valor le da a esta exposición. Es otra mirada distinta a la que le podría dar un periodista o un fotógrafo internacional, si es que les dejaran entrar".
Coincide Solana con esto último, subrayando que en no pocas ocasiones los fotoperiodistas occidentales "llegan a una zona, a veces algunos de ellos como en paracaídas y sin tener un contacto prolongado con la población, hacen las fotos que les parecen más efectivas o vistosas, y se marchan". "Pero esta muestra es una cosa completamente distinta. Por eso se llama Gaza a través de sus ojos, porque son hijos, hermanos, amigos que viven allí con la gente. Son palestinos y están sufriendo como toda la población", apunta, todavía añadiendo que justo por eso en las instantáneas hay una "empatía" y un "respeto" por la gente fotografiada que "a veces puede faltar en ciertos tratamientos fotoperiodísticos más sensacionalistas o morbosos en zonas de guerra".
Más verdad, en definitiva, de la que no se puede impostar porque sencillamente brota. Eso encuentra quien se ponga ante ellas, así como "mucho dolor, pero también vida", asegura Solana. "Se ve a gente tratando de llevar su vida adelante en condiciones extremas", apostilla, antes de que tercie de nuevo Martí detallando: "Se ve el desplazamiento forzoso, la destrucción de la infraestructura civil, los ataques a las escuelas y clínicas de Naciones Unidas o UNRWA, las colas del hambre, los campos de refugiados, la situación psicosocial de los niños. También el trabajo que estamos llevando a cabo desde la agencia para seguir apoyando a la población gazatí en vacunación infantil, apoyo psicosocial a los niños, distribución de agua, etcétera, etcétera".
Y es que, en su opinión, aparte de la relevancia que ya de por sí tiene que la situación del pueblo palestino entre en un museo de la importancia del Thyssen, que ha despertado "gran interés" en la ciudadanía, el "impacto visual" que tiene una exposición fotográfica que ves activamente "no es el mismo que estar en las redes sociales expuesto a un montón de información". "También expuesto incluso a imágenes que hieren tu sensibilidad, como ocurre muy a menudo con la situación de Gaza, que es tan atroz que las imágenes que llegan son terribles", agrega Martí.
Ese es el poder de una imagen estática que reclama tu atención, de la que no es tan fácil apartar la mirada porque te apela directamente desde un momento congelado en el tiempo. Así lo ve el director artístico del Thyssen, para quien el vídeo es un medio "fantástico para muchas cosas", pero ha ido "desplazando" a la fotografía en todos los escenarios de nuestra vida, favoreciendo en ese movimiento continuo una "percepción más dispersa". Sin embargo, la fotografía, efectivamente, afirma Solana, "fija el momento, fuerza la mirada a pararse ante eso, tiene una sobriedad y una dureza mayor para marcar el foco y disminuir la distracción".
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Esta muestra en el Thyssen está directamente vinculada con otra en el exterior del Museo Nacional de Antropología (MNA), que ha cedido a UNRWA una valla exterior para poner lonas con fotografías. Las dos van a tener un "impacto importante", considera Martí, pues por el hall del Thyssen "pasan obligatoriamente entre 3.000 y 4.000 personas diarias", aunque no hayan pagado entrada o quizás vayan a alguna otra de sus muestras, mientras que las exhibiciones que hay en los exteriores del MNA dan a la estación de Atocha, "otro lugar de muchísimo tránsito y afluencia de población".
Un granito de arena más en la visibilización y la concienciación necesarias, como el que están poniendo desde plataformas como Artistas con Palestina, para que los mandatarios internacionales tiren de una vez por todas del freno de mano para detener la masacre en la Franja de Gaza. "Queríamos hacer esta exposición ahora que hay, aunque sea remota, una posibilidad de que alguien para los pies al Estado de Israel", admite Solana, poniendo en valor esa respuesta social que se está dando en multitud de países y que está obligando a los gobiernos a, como hace esta exposición, no apartar la mirada.
"Fíjate si debe de ser importante o debe de tener impacto que se haga una exposición fotográfica sobre Gaza en un museo como el Thyssen, que no es un museo cualquiera, que en la rueda de prensa de presentación hubo cuarenta medios de comunicación", señala Martín, antes de rematar: "Últimamente, en las ruedas de prensa que yo voy prácticamente no hay medios, pero está siendo realmente impresionante la cobertura mediática que ha generado esta exposición. Esa ya es una señal del impacto que tiene exponer en un museo tan relevante como el Thyssen".
Un niño solo bajo el sol en un vertedero que no es tal en realidad, pues no es otra cosa que montañas de basura, residuos, deshechos y recuerdos de todo tipo que dieron vida a un lugar, este mismo desde el que contempla su alrededor, que ya tampoco es tal. El pequeño está pensando, nadie puede saber qué, porque nadie puede ponerse en su lugar. La línea del horizonte la marcan edificios a medio derrumbar, de los que apenas se mantiene en pie su esqueleto después de soportar incontables bombardeos. Algún pájaro sobrevuela buscando lo que sea. Algo le tendrá que valer, pero parece que no, pues aquí todo es destrucción.