IGUALDAD
El TC reconoce la violencia digital de un ultra de la 'machosfera' a activistas feministas

A Yolanda Domínguez, periodista y divulgadora, la denunció uno de esos hombres que forman parte de lo que se ha dado en llamar machosfera, la reacción ultra y antifeminista organizada que ha encontrado en las redes sociales su trinchera. Fue el youtuber Segio Candanedo, resguardado tras el pseudónimo de Un tío blanco hetero, el que señaló a la escritora hace casi seis años por supuestamente haber vulnerado su derecho al honor. Ella, en realidad, le había llamado troll y machista. Y el Tribunal Constitucional confirma que no es un delito, sino que encaja con el discurso que él mismo divulga en las redes.
En un primer momento, el Juzgado de Primera Instancia número 72 de Madrid la condenó, pero la activista sacó las fuerzas necesarias para recurrir la decisión. El periplo judicial transitó de la Audiencia Provincial al Tribunal Supremo, cuyos magistrados finalmente dieron la razón a la feminista en mayo del año pasado. Los mensajes publicados en redes sociales, consideraron los jueces, se amparan en la libertad de expresión y se enmarcan en un contexto de "enfrentamiento ideológico". Más aún, añadieron los togados, teniendo en cuenta que efectivamente el contenido difundido por el personaje ultra es "especialmente crítico, incluso despectivo, con mujeres activas en el movimiento feminista", así como "tolerante con la violencia verbal hacia las mujeres".
Es el Tribunal Constitucional el que ahora ha dado carpetazo a la causa, rechazando el recurso interpuesto por el youtuber y ratificando que los comentarios lanzados por la escritora no vulneraban su derecho al honor.
La estrategia ultra en las redes y en los tribunales
"Recurrir a los tribunales y crear procesos judiciales es una estrategia pensada para mantenernos durante todo el tiempo que dura el proceso judicial silenciadas", señala hoy Yolanda Domínguez en conversación con infoLibre. Un proceso judicial que comenzó en 2019, con la denuncia del influencer. A lo largo de este largo lustro, el mensaje ha sido bidireccional: por un lado, la periodista debía asumir que sus palabras podían tener consecuencias graves; por otro, todas las feministas tenían que estar en guardia porque también podía pasarles lo mismo. "Es una forma de castigo ejemplarizante al resto de las mujeres", evalúa la activista. La premisa es clara: "Si hablas, te pueden demandar" y eso hace que "el resto de las mujeres no sea libre a la hora de confrontar".
La consecuencia inmediata es de sobra conocida: el activismo feminista comienza a abandonar las redes que en su momento tan útiles fueron para difundir su discurso. Domínguez ya ha renunciado a estar presente algunos espacios, ha bloqueado comentarios y de un tiempo a esta parte sus interacciones han descendido más de un 80% sin ningún motivo aparente. "Todo esto nos limita muchísimo como comunicadoras y limita nuestra presencia en el debate público", asiente.
Pero además, lamenta, los algoritmos favorecen los discursos negacionistas porque "generan odio y enfrentamiento". Domínguez impugna en ese sentido la idea de las redes como espacios democráticos, porque las condiciones no son las mismas para según qué discursos. "La libertad de expresión en el entorno digital es falsa, los algoritmos favorecen a unos y dan menos visibilidad a contenidos que son dialogantes, serenos o que cuestionan el sistema". Así que no tiene tan claro que el camino correcto sea librar la batalla en las redes: "Merecería la pena si jugáramos en las mismas condiciones", sostiene.
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A pesar de ello, la periodista celebra su éxito en los tribunales como una victoria colectiva. El resultado del procedimiento judicial marca precedentes en suelo español y crea jurisprudencia sobre el alcance de la responsabilidad de los usuarios en redes sociales. Para Domínguez es importante que "todas las mujeres sepan que disponen de una herramienta judicial para defenderse y que pueden exigir a quienes crean contenidos en las redes que eliminen los comentarios ofensivos hacia ellas en sus canales".
La activista pone el foco ahora en uno de los grandes desafíos fuera y dentro de las fronteras: la violencia machista digital. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aprobado recientemente en el Congreso de los Diputados, ya incluye medidas para afrontar esta forma de violencia atravesada por sesgos de género, pero se trata de un reto que requiere de mirada larga y trabajo duro. Un reciente estudio confeccionado por el Instituto de las Mujeres muestra que casi tres de cada cuatro jóvenes (el 72,2%) se han visto expuestas a comentarios sobre su físico o a mensajes de contenido sexual no deseado en el espacio online y el 58,8% ha sido objeto de menosprecios, ataques o insultos a través de comentarios machistas.
"Se ha conseguido mucho ante la ley en el plano físico, pero en este nuevo espacio se están haciendo cosas de manera impune", denuncia la periodista. Su caso, entiende, debería supone un punto de inflexión para contener los discursos antifeministas y mejorar la protección a las mujeres.