Pertenecer a la machosfera no es un orgullo: por qué las jornadas antifeministas de Vox no caben en el Congreso

Ante un auditorio con buena parte de los asientos aún vacíos, los organizadores de las jornadas Ideología de género y denuncias falsas llamaban a la calma. "Sabemos que hay un autobús que no ha llegado", anunciaba este jueves la diputada ultra Rocío Meer, como una suerte de consuelo: pronto llegarán los que faltan y la fotografía estará completa. Lo decía a través de los micrófonos de la sala Ernest Lluch del Congreso. Meer era la encargada de inaugurar el evento y lo hacía con una declaración de intenciones: llamando a abandonar "el filtro morado del feminismo hegemónico".

El acto se celebró pese a las protestas de diversos grupos parlamentarios de la izquierda, a pesar también de la advertencia de decenas de organizaciones feministas y gracias a la permisividad del PSOE y el Partido Popular. Los socialistas aseguraron en su día que todo grupo parlamentario tiene derecho "a usar las instalaciones de la Cámara para la que han sido elegidos, salvo flagrante ataque a la Constitución". Pero en la cámara se sucedieron discursos de odio constantes, un ataque directo a la legislación feminista, a la diversidad y a las personas migrantes. Así fue la jornada del odio.

Dardos al feminismo y a las leyes

En la primera media hora del acto hubo espacio para todo: incluso para los crímenes cometidos por la extinta banda terrorista ETA. Esta vez, en boca de Jesús Muñoz, vicepresidente de la Asociación Nacional de Ayuda a Víctimas de Violencia Doméstica (Anavid). Muñoz se presenta como víctima de la ley contra la violencia de género y tiende la mano, aseguró en la sede de la soberanía popular, a todo aquel que precise ayuda cuando "las tinieblas del feminismo entren en sus casas". Entre esas supuestas víctimas del feminismo que se han sentido interpeladas este jueves, rostros como el de Carlos Flores, diputado de Vox condenado por violencia machista

Los ataques a la legislación contra la violencia de género han sido transversales y se han prolongado durante las casi cinco horas que han durado las jornadas. Daniel Labrador, abogado de derecho de familia, sostuvo ante los micrófonos de la cámara que la ley contra la violencia de género es "la columna vertebral y el máximo logro de la ideología de género", la responsable de que a día de hoy se esté "juzgando a hombres con nuestros impuestos solamente por tener pene".

Los dardos contra la norma han sido continuos. La diputada de Vox Blanca Armario optó por destacar que la ley no ha reducido el número de víctimas, a pesar de que los feminicidios han pasado de 71 en 2003 a 48 el año pasado, según las estadísticas oficiales. "Es un absoluto fracaso", zanjó. Un discurso que fue replicado por los invitados argentinos a la jornada: Patricia Anzoátegui y Rubén Melloni, dos de los principales responsables de la narrativa en torno a la amenaza que suponen las denuncias falsas. En Argentina hay "gente presa inocente con sentencias que sólo toman lo que dice la supuesta víctima", afirmó, sin aportar datos, la ponente llegada del otro lado del charco. "Pasa exactamente lo mismo que aquí", asintió a su lado Rocío Aguirre, diputada de Vox. "Lo único bueno es que allí está Milei", añadió.

Propaganda de un falso síndrome

En el propio programa de las jornadas, expuesto en la misma página web del Congreso, uno de los ponentes se presentaba como experto en Síndrome de Alienación Parental (SAP). El falso síndrome, carente de base científica, está prohibido en la legislación española, por lo que la pregunta es evidente: ¿tiene cabida en la sede de la soberanía popular la propaganda alrededor de un instrumento prohibido por ley?

En su ponencia, el psicólogo José Manuel Aguilar habló de una supuesta "instrumentalización de los menores en los procesos de divorcio", lo que a su juicio es "un hecho que se observa a diario en los juzgados de familia". Aquello que denominó "denuncias de abuso sexual instrumentales en procesos de divorcio" suponen, según sus cálculos, "en torno al 2% y el 10% de los casos reportados", pero cuando implican a menores "las cifras suben del 7% hasta el 40%".

El SAP quedó expresamente prohibido en la ley de protección a la infancia en el año 2021. La norma lo deja claro y obliga a las autoridades a actuar para evitar que se difundan sus postulados: "Los poderes públicos tomarán las medidas necesarias para impedir que planteamientos teóricos o criterios sin aval científico que presuman interferencia o manipulación adulta, como el llamado síndrome de alienación parental, puedan ser tomados en consideración".

Racismo

Pero el odio no sólo se ha expresado en forma de antifeminismo. La diputada Rocío Meer insistió en la cruzada racista que abandera su partido, señalando a las personas migrantes como agresores machistas: "A lo mejor el machismo lo están trayendo ellos de fuera".

Insistió en la misma idea el policía nacional y asesor de seguridad de Vox Samuel Vázquez, quien afirmó que "hay muchas más violaciones" en la actualidad –un hecho que desvinculó a un aumento de las denuncias– porque "han inundado nuestras calles de gente que viene de territorios donde la mujer no vale nada".

Los ataques a la población migrante transitaron en la sala Ernest Lluch de lo discursivo al puro espectáculo. El exmagistrado del Tribunal Supremo Francisco Javier Borrego, quien inició su intervención declarándose "culpable" de pertenecer a la manosfera, literalmente con las manos alzadas –"Me entrego, confieso que soy de la manosfera"– calcó además el discurso de Santiago Abascal refiriéndose al Open Arms como un "barco llamado negrero, con bastante exactitud".

"Un 50% de toxicómanos proviene de familias monoparentales"

Fue el propio Borrego el que introdujo también algunas de las expresiones más obscenas de LGTBIfobia en sede parlamentaria. Para empezar, ridiculizando a las personas trans: "Hoy me siento mujer, me llamo Francisca Javiera y soy mujer. No me lo discutan, que les llevo por delito de odio a un tribunal", se dirigió a las presentes. "Muchas gracias, han respetado mi identidad de género que transitoriamente en dos segundos he manifestado", ironizó. Calificó de "locura" las tesis que defienden que "el sexo no es biológico" y tildó de "locos" a los parlamentarios que aprobaron la ley trans

No sería el único discurso contra el colectivo que asomaría en las jornadas. La psicóloga Tania Evans es una habitual en el discurso antifeminista y reaccionario. En su artículo de 2019  La nueva peste negra, el feminismo radical, defiende que "la ideología de género" se gestó "únicamente como herramienta política pseudocientífica, cuya finalidad es destruir al ser humano, desde su base, robándole su identidad natural, enfrentando a los miembros de nuestra sociedad, para la inhabilitación y quiebra, de lo que nos ha hecho sobrevivir como especie: la familia".

España y Argentina, (ultra) hermanadas en las jornadas que niegan la violencia de género en el Congreso

Ver más

En nombre de la familia, la psicóloga confeccionó un discurso machista, homófobo y cargado de sesgos de género. Lo hizo a partir de una premisa: el elogio de la figura del padre como pilar para el desarrollo vital de las infancias. La madre, aseguró, "abre las puertas a la vida", mientras que el padre "abre las puertas al mundo", pero "lamentablemente la predominancia de la ausencia de padre en la sociedad actual es una realidad". A su juicio, la "presión social contra el hombre ejercida por los lobbies" feministas tiene "a los hombres acobardados". El padre, añadía la terapeuta, "ha de ser padre desde lo masculino" y tiene, además, la tarea de incentivar la "separación entre madre y niño para que no se queden atrapados en una relación de dependencia".

Sólo un padre, subrayó, "puede convertir a un niño en hombre", mientras que la ausencia de figura paterna –aseguró sin titubeos, pese a reconocer que apenas hay investigación al respecto– es la puerta de entrada a "problemas de conducta, frustración que lleva a violencia, mayor riesgo de abusar de drogas y adicciones en general: un 50% de toxicómanos en algunos países proviene de familias monoparentales", sentenció, sin olvidar "problemas de identidad sexual y mayor riesgo de tener problemas con la ley". "Y por supuesto, mayor probabilidad de suicidarse".

Mientras Tania Evans desplegaba su arsenal contra las familias diversas y aseguraba que el feminismo "tiene a los hombres acobardados en la expresión de su masculinidad", el Ministerio de Igualdad presentaba su campaña por una masculinidad feminista. Días antes, a raíz de la alarma generada alrededor del acto de este jueves, la ministra Ana Redondo insistía en que "en el Congreso caben todas las voces".

Ante un auditorio con buena parte de los asientos aún vacíos, los organizadores de las jornadas Ideología de género y denuncias falsas llamaban a la calma. "Sabemos que hay un autobús que no ha llegado", anunciaba este jueves la diputada ultra Rocío Meer, como una suerte de consuelo: pronto llegarán los que faltan y la fotografía estará completa. Lo decía a través de los micrófonos de la sala Ernest Lluch del Congreso. Meer era la encargada de inaugurar el evento y lo hacía con una declaración de intenciones: llamando a abandonar "el filtro morado del feminismo hegemónico".