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'Corona-news': El colapso indio, las guerras 'coronavíricas' y los vuelos baratos

Una azafata sube a bordo de un avión de Ryanair, con destino Valencia, que ha sido el primero en despegar, este martes, del aeropuerto Seve Ballesteros en Maliaño (Cantabria), tras tres meses sin actividad en el aeropuerto debido al coronavirus.

infoLibre resume semanalmente las informaciones más interesantes sobre el covid-19 publicadas en la prensa internacional. Esta es nuestra selección de hoy.

El colapso indio (The New York Times)

El sistema sanitario de India está colapsando como en pocos países por la capacidad de devastación del covid-19. The New York Times explica la desgarradora historia de Neelam Kumari Gautam, de parto, que pidió que la atendieran hasta en ocho hospitales distintos en las 15 horas que duró su periplo desesperado por las calles de Nueva Delhi. Sufría complicaciones prenatales. En ningún centro sanitario la atendieron adecuadamente: en algunos llegaron a aceptarla, pero tras darle un poco de oxígeno la echaron, temiendo que tuviera el coronavirus. Murió en brazos de su esposo. El bebé también.

India es el país del mundo en el que más rápido crecen los nuevos casos diarios de covid-19. Sin embargo, su confinamiento se está relajando, como ya explicamos en el anterior corona-news, porque su economía no se puede permitir los millones de parados y el aumento de la extrema pobreza. Los muertos se acumulan en las calles y en la parte trasera de las ambulancias y, como Neelam, muchos fallecen no por covid-19, sino por otras afecciones, incluso leves en principio, que se quedan sin tratar porque los hospitales no pueden más. Una situación "patética", según el dictamen de los jueces del país.

Hace unos días, el hijo de Neelam le dijo a su padre que cuando crezca quiere ser médico: "Así puedo hacer que las personas muertas cobren vida". India no solo está lejos de pasar la pandemia, sino que da la sensación de que lo peor no ha llegado todavía.

Las guerras 'coronavíricas' (The Economist)

El covid-19 y las guerras se retroalimentan mutuamente en un ciclo de miseria. Las consecuencias de la pandemia empeoran y recrudecen conflictos armados, y tanto el hacinamiento de los soldados como los desplazados que huyen de la violencia ayudan a la propagación del patógeno. Ya se está comprobando en varios lugares del planeta, explica este análisis de The Economist. Un ejemplo es el del Congo. Al este, ataques de grupos rebeldes colapsan los hospitales que hace poco pasaron por el ébola y ahora se enfrentan al covid-19. En el país, unas 480.000 personas han huido de sus hogares desde que la violencia se intensificó a fines de marzo. Este número representa el 75% del total de personas desplazadas en todo el mundo durante la pandemia.

Estos desplazamientos pueden llevar el virus a lugares donde aún no estaba. Y los refugiados de guerra son población de riesgo, por su pésimo estado físico y mental. Por otro lado, los ejércitos suelen cruzar océanos y fronteras, hacinados en cuarteles o en estrechos camarotes. En varios barcos de guerra se han detectado casos, y algunos brotes han sido silenciados para no dar sensación de debilidad ante el enemigo. En Sudamérica, grupos insurgentes han aprovechado el confinamiento para imponer su ley. Y entre China e India, ambas potencias nucleares, se produjo una escaramuza con muertos hace unos días producto de tensiones en la frontera.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió durante las primeras semanas de pandemia una tregua global para combatir al "enemigo común", y algunas de las facciones en conflictos armados aceptaron. Pero duró poco.

Vuelos baratos a pesar de todo (Der Spiegel)

Der Spiegel ha entrevistado al consejero delegado de la aerolínea Ryanair, Michael O'Leary, y la conversación no tiene desperdicio. Es un neoliberal de los de verdad: aun en una situación dramática para la industria en el viejo continente, con todo el espacio aéreo cerrado durante meses y con muchas restricciones y miedo en el presente, el irlandés rechaza subsidios o ayudas del Estado y acusa a Lufthansa de pedir a "mamá Merkel más dinero". Su solución se basa no en subir los precios de los billetes, sino en bajarlos aún más: haciendo recortes presupuestarios y, posiblemente, de plantilla. Cree, además, que el bajo precio del petróleo y la bajada de costes de los aeropuertos ante el descenso de la actividad ayudará. Y no considera que los requisitos de higiene sean un problema. 

Defiende que la única manera de volver a la rentabilidad es llenar los aviones y rechaza en rotundo dejar asientos libres, como han propuesto otras aerolíneas. "El distanciamiento social a bordo de un avión simplemente no es posible. Tenemos una política mucho más honesta. Requerimos el uso de mascarillas a bordo". A pesar de que todas las autoridades sanitarias del mundo defienden que las mascarillas solo son útiles si se combinan de un espacio de entre 1,5 metros y 2 entre personas. Los entrevistadores le comentan que su estrategia no casa con los postulados de Greta Thunberg y, en general, del movimiento climático, que lleva años asegurando que el bajo precio de los billetes fomenta la contaminación y un modelo de turismo insostenible. Así responde: "No estoy realmente interesado en Greta Thunberg. Nos centramos en las familias alemanas que trabajan duro durante todo el año y que han estado encarceladas debido al virus en los últimos meses. Necesitan sol y hoteles en las playas griegas o italianas. No me interesan los adolescentes suecos". 

O'Leary, por cierto, no se irá de vacaciones este verano. "Prefiero quedarme en casa y ganar dinero". 

Los casos se disparan entre los latinos de EEUU (Politico)

Cada vez hay más datos que alertan del fuerte impacto del coronavirus entre la comunidad latina de Estados Unidos. A nivel nacional, representan aproximadamente el 34% de los casos reportados, el más alto de cualquier grupo minoritario racial y étnico. ¿Por qué?, se pregunta Politico. Es un hecho que la pandemia acentúa las desigualdades ya existentes y golpea con más dureza a los grupos más vulnerables. Pero la estructura social del país norteamericano explica, en parte, estas cifras tan elevadas. Solo un 17% de los latinos residentes en el país puede teletrabajar. Son los que copan los puestos de trabajo relacionados con el procesamiento de carne y comida en general, los que ponen el café, los que reponen las baldas de los supermercados... funciones consideradas "esenciales" durante el confinamiento que han abordado la mayoría de Estados. Han estado más expuestos. Y ahora los médicos declaran que nunca jamás habían visto a tantos en las UCIs. 

Además, como ya contábamos en otra edición de este recopilatorio internacional, muchos carecen de seguro médico o tienen miedo de ser deportados en cuanto pongan un pie en el hospital. Suelen habitar viviendas multigeneracionales, lo que dificulta la cuarentena de una persona infectada. Y, por si fuera poco, los epidemiólogos temen que el impacto en realidad sea mayor, ya que este grupo tiene menos acceso a las pruebas. "Cuando hablamos de cómo el racismo estructural afecta a la salud, estas estructuras también influyen incluso en cómo recopilamos los datos", declaró para el reportaje el epidemiólogo Javis Chen.

La cara oculta de Nueva Zelanda (The Washington Post)

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Nueva Zelanda no ha aplanado la curva, la ha aplastado. Una reacción a tiempo de su Gobierno, sumado al natural aislamiento que se disfruta en las islas, provocó que hace unos días pudieran anunciar que detectaron 0 casos. Algo aún inalcanzable para la inmensa mayoría de países, incluido España. Pero pese a haber sido aplaudido por la comunidad internacional, el gabinete de la primera ministra Jacinda Arden ha recibido críticas por su gestión de la inmigración durante la desescalada. Pese a tener visa, muchos inmigrantes que volvieron a sus países de origen ante la pandemia ahora no pueden volver. Sin embargo, el Ejecutivo permitió que el equipo estadounidense de grabación de la secuela de Avatar accediera, bajo el argumento de la creación de puestos de trabajo. 

"Este gobierno no es muy popular entre la comunidad de migrantes, y la pandemia lo ha exacerbado", declara a The Washington Post el abogado Alastair McClymont. "No ven a nuestra primera ministra y al gobierno de la misma manera que el resto del mundo". Hay 10.000 trabajadores extranjeros –indios y filipinos, mayoritariamente– que no pueden volver y que llevan meses no solo sin empleo, también sin poder ver y estar con sus familias. El Ejecutivo laborista, de hecho, recomendó a estas personas que se replantearan su futuro y evitó darles ninguna certeza, garantía o compensación. "El sistema de inmigración, particularmente las visas temporales, está ahí para llenar los vacíos en el mercado laboral de Nueva Zelanda, y la triste realidad es que habrá menos vacíos", dijo el ministro de Inmigración, Iain Lees-Galloway. "Algunos de nuestros trabajadores migrantes tendrán que sopesar seriamente lo que les depara el futuro y pensar en sus opciones".

Bonus track: este análisis de The Guardian sobre quién saldrá ganador y quién perdedor en el "nuevo orden mundial" resultante tras la pandemia.

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