Elecciones griegas

Tsipras e Iglesias, dos líderes curtidos en la lucha estudiantil

Tsipras e Iglesias, dos líderes curtidos en la lucha estudiantil

Saila Marcos

Alexis Tsipras y Pablo Iglesias podrían compartir asesor de imagen. Las camisas en tonos claros y los pantalones vaqueros se han convertido en el traje de faena de los líderes de la nueva izquierda europea. Aunque con concesiones: el secretario general de Podemos se ha negado a cortarse la coleta y Tsipras, que en las ocasiones importantes, como el cierre de campaña el pasado jueves, recurre a los trajes de pantalón y chaqueta, dice no a las corbatas. Pero al margen de las preferencias estéticas (Iglesias hace caso de los consejos de su equipo), la carrera política de ambos ha seguido una hoja de ruta muy parecida, desde los inicios en las juventudes comunistas, pasando por el activismo antiglobalización, hasta recalar al frente de sus respectivos partidos. Con una notable salvedad: Tsipras se curtió en la gestión pública desde la política local, mientras que Iglesias lo hizo en el mundo académico y en los platós de televisión.

Comparten también una acontecimiento paradójico: nacieron el mismo año en el que se inauguró un sistema político que critican con saña en sus discursos. Cuando Tsipras vino al mundo en la Atenas de 1974, en el seno de una familia con poco arraigo político, se ponía fin a la dictadura de los Coroneles. Se abrió, entonces, un proceso transicional que desembocó en 40 años de poder repartidos entre los partidos Pasok, socialista, y el conservador Nueva Democracia. Pablo Iglesias, por su parte, nacía un mes antes de que se celebrase el referéndum que aprobaría la Constitución, en octubre de 1978, fruto de la unión entre un profesor de Historia y una abogada sindicalista que se habían conocido durante un homenaje al Pablo Iglesias histórico, el fundador del PSOE y de la UGT.

Tsipras, en las juventudes del KKE

Fanático del fútbol, Tsipras es seguidor del Panathinaikos, el equipo local ateniense, y del Barça. En ocasiones, ha llegado a comparar la estrategia política de Syriza con el estilo de juego del club blaugrana o la actitud en el campo del Bayern de Múnich. Comenzó a involucrarse en cuestiones políticas cuando todavía estaba en el instituto. Entre los años 1990 y 1991 el Gobierno de Constantinos Mitsotakis, de Nueva Democracia, impulsó unas impopulares medidas educativas que terminaron con decenas de centros educativos ocupados. Con 17 años, Tsipras, militante ya de la Juventud Comunista de Grecia (la rama juvenil del KKE), lideró el encierro de su instituto. Sería tiempo después, mientras cursaba ingeniería civil en la Universidad Técnica Nacional de Atenas, cuando se alejó de las posturas comunistas e ingresó en Synaspismos, el partido hegemónico dentro de la coalición de Syriza. Tras haber estado al frente de Neolasia SYN, la rama juvenil del partido, durante un lustro, fue nombrado miembro del comité político central y de la secretaría política del partido en 2004, donde gestionó los temas de juventud y educación.

Durante su etapa universitaria (tiene también un posgrado en planificación urbanística), fue elegido representante de los estudiantes y jugó un importante papel como cabecilla de movimientos antiglobalización. En 2001, Tsipras acudió a Génova con un grupo de compañeros para unirse a una contracumbre (acto de protesta) en respuesta a la cumbre del G8 que en ese momento se estaba celebrando en la ciudad, pero las autoridades italianas, quizás alertadas por las griegas, impidieron el paso a la comitiva. Mientras a Tsipras le vetaban la entrada en Italia, Pablo Iglesias viajaba desde Madrid en autobús hacia Génova para participar en lo que se llamó Bloque Desobediente, un colectivo de activistas de países del sur de Europa, integrado principalmente por italianos y españoles. Fue allí también donde se empezó a gestar la tesis doctoral de Iglesias, “Multitud y acción colectiva postnacional. Un estudio comparado de los desobedientes: de Italia a Madrid (2000-2005)”. Una detallada investigación de 600 páginas sobre activismo callejero que acumula casi 15.000 descargas en la web de la Universidad Complutense de Madrid.

El secretario general de Podemos en un acto./MARTA SEMITIEL

Antes de formar parte de los movimientos antiglobalización, Iglesias había sido militante de las Juventudes Comunistas desde los 14 años hasta los primeros años de Universidad. De todas formas, su pensamiento y su estilo político se desarrollaron, sobre todo, en la asociación Contrapoder, un colectivo asambleario en el que también participaron algunos de los miembros de la cúpula de Podemos, como Juan Carlos Monedero o Íñigo Errejón, y que se fundó cuando Iglesias era investigador de la Complutense. Según explica un antiguo compañero de trabajo del líder de Podemos, la retórica de Contrapoder, que define como “neoanarquista”, hablaba fundamentalmente de iniciar procesos políticos desde abajo, desde la participación ciudadana y no desde la representación. Es decir, desde las bases populares, contra la casta. Este discurso acabó de pulirse con las experiencias de Iglesias en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde “los movimientos sociales han ido ganando espacios de poder”, añade la fuente.

Cercano a los estudiantes y profesor directo, heterodoxo e innovador, Iglesias empezó a despertar suspicacias entre sus compañeros cuando trasladó su perfil mediático al ámbito académico. En concreto, el punto de ruptura tuvo lugar cuando organizó una serie de debates al estilo de 59 segundos. Muchos entendieron que constreñir en un minuto el discurso de oradores como Xosé Manuel Beiras (BNG), que fue uno de los invitados, iba en contra de la idea de espacio de debate que debía ser una Facultad de Ciencias Políticas. De ahí, que se ganara cierta animadversión personal, además de ideológica, entre un grupo de profesores de la Complutense que tiempo después intentó boicotear la concesión del cargo de profesor honorífico al secretario general de Podemos.

Los primeros pasos de Syriza

Mientras Iglesias pulía su lado mediático en los programas La Tuerka y Fort Apache, Tsipras escalaba puestos en las filas de Syriza, una alianza de varios grupos y pequeños partidos de izquierdas, entre ellos Synaspismos, que concurrieron bajo esa marca en las elecciones generales de 2004. El debut de la coalición fue un rotundo fracaso (3,3% de los votos y apenas seis escaños), pero en las elecciones municipales de 2006, con Tsipras como candidato a la alcaldía, consiguieron despegar al conseguir cuatro asientos en el Consejo de Atenas. La remontada de Syriza catapultó a Tsipras a la presidencia de Synaspismos con 33 años, convirtiéndose en el portavoz del grupo parlamentario de Syriza en 2009 y el político más joven de la historia griega en tomar las riendas de un partido.

Considerado un gran estratega, con facilidad para generar consensos, quizás fue esa cualidad la que ayudó a cerrar las fisuras que se habían producido entre las diferentes corrientes de Syriza tras el fiasco electoral de 2004, y que se repitieron en 2010 sin que la capacidad conciliadora de Tsipras pudiese solucionar nada. El ala disidente de Syriza se escindió formando el partido Izquierda Democrática, Dimar.

Tsipras, en una reunión con el Grupo de la Izquierda Europea./GUE/NGL

A partir de entonces, los estragos de la crisis y las condiciones draconianas de la troika posicionaron a Tsipras y a Syriza como una opción plausible, a la par que Nueva Democracia y el Pasok no paraban de perder apoyos. En mayo de 2012 consiguieron el 16,8% de los votos y 52 escaños. Un mes después, ante la imposibilidad de formar una coalición de Gobierno, se repetían los comicios y Syriza, que se presentó entonces como partido y no como coalición, se hizo con un 26,9% de los votos y 71 diputados.

En el plano personal, Alexis Tsipras mantiene una relación con Peristera Batziana, una ingeniera electrónica que conoció cuando ambos militaban en las juventudes comunistas, y con la que tiene dos hijos de cuatro y dos años. Aunque sus padres viven en el distinguido (y caro) barrio de Dionysos, a las afueras de Atenas, Tsipras decidió mudarse hace varios años a Kypseli, un distrito del centro con un alto porcentaje de población inmigrante. Allí ha comprado recientemente un ático de 150 metros cuadrados. Iglesias, por su parte, aunque pasó su infancia en Soria, vive desde los 13 años en el madrileño barrio de Vallecas, donde compartía piso con un compañero hasta hace un año, y ahora lo hace solo con su perrita, Lola. Dos lugares que han determinado la afición de Iglesias por el Numancia y el Rayo, aunque no sea un gran fanático del fútbol.

Iglesias y su capacidad de trabajo

Entre sus compañeros de partido, lo que más llama la atención de Iglesias es su gran capacidad de trabajo, según cuenta un miembro del área de comunicación de Podemos. Aparte de su actividad en el Parlamento Europeo, donde se sitúa entre los primeros puestos del ranking de participación, sigue presentando Fort Apache y conduciendo la sección de entrevistas de La Tuerka, Otra vuelta de Tuerka. Además de hacerse cargo de las actividades del partido y de gestionar sus propias redes sociales.

El periodista Jacobo Rivero, amigo desde hace más de una década de Iglesias y autor del libro Conversación con Pablo Iglesias (Ediciones Turpial, 2014), destaca la “voluntad de arriesgar” que tiene el secretario de general de Podemos. Es decir, ganar o morir en el intento por llegar al poder, la idea que cimenta la saga Juego de tronos, creada por George R. R. Martin, y sobre cuyos aspectos políticos reflexionaron Iglesias y Monedero, entre otros autores, en el libro Ganar o morir. Lecciones políticas en Juego de tronos (Akal 2014). En él, Iglesias se declara fan acérrimo de Daenerys Targaryen, una joven autoproclamada como la única heredera legítima para ocupar el trono de hierro y que mientras lleva a cabo su empresa, libera a los esclavos de las Ciudades Libres y castiga con crueldad a sus dueños por someterles a la esclavitud. En la introducción del libro, Iglesias no duda en compararse con el personaje de Daenerys, de quien alaba su capacidad para legitimarse en el poder gracias a su conexión “con la voluntad y el anhelo de los oprimidos”. Símiles de esta talla, además de otras actitudes, le han valido a Iglesias muchos reproches sobre su supuesto “personalismo”.

Acercamiento a la Iglesia

La izquierda europea busca el 'efecto Tsipras'

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Los detractores de Tsipras critican el triunfalismo de los últimos meses, como cuando apareció en la Epifanía ortodoxa, una de las celebraciones más importantes de la Navidad griega, junto a varios popes. Un gesto, que al margen de tener varias lecturas en clave electoral, sorprende de alguien que se define abiertamente como ateo. Al igual, por otro lado, que Pablo Iglesias, quien se deshizo en elogios hacia el papa Francisco durante su intervención en el Parlamento Europeo el pasado mes de noviembre.

Desde la izquierda griega al margen de Syriza, las críticas a Tsipras se hacen en el plano político más que en el personal. “Muchos de los votantes de Syriza lo harán para poner fin al bipartidismo que ha gobernado Grecia desde 1974, no porque realmente sean personas con una ideología de izquierda”, explica Ionna Tzo, una candidata del frente de la Izquierda Anticapitalista griego (Antarsya). Y muestra su temor a que un posible fracaso de Syriza acabe convirtiéndose en una crítica generalizada a toda la izquierda.

Ajenos a estas confabulaciones, Tsipras e Iglesias se abrazan y se muestran apoyo mutuo en mítines y cierres de campaña de sus respectivos partidos, celebrando los buenos números que les dan las encuestas. Eso sí, lo hacen, como no podría ser de otra manera, enfundados en sus sempiternas camisas azul celeste.

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