La lucha global por el poder

La UE encara el histórico desafío de la "Europa de los 36"

La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.

La Comisión Europea propuso este miércoles a los 27 que le den permiso para abrir negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia y que se ofrezca el estatuto de país candidato a Georgia. Esos tres países –sumados a Albania, Montenegro, Macedonia del Norte, Kosovo, Serbia y Bosnia-Herzegovina– esperan, desde hace meses o más de una década y con más o menos avances, ser algún día miembros de la Unión Europea.

Sería “la Europa de los 36”, gigante geopolítico que crecería territorialmente, que se acercaría a los 550 millones de habitantes, que habría perdido el miedo ante Rusia y que sería más pobre y heterogéneo. La apuesta es arriesgada pero la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania abrió una caja de pandora geopolítica. Los 27 ya no discuten si habrá ampliación o no, ahora discuten sobre cómo se hará, cuándo se hará y, sobre todo, qué reformas internas deberán hacerse antes de permitir nuevos miembros para que el club no quede paralizado o se convierta en un pandemónium.

Desafío a Moscú

Vladimir Putin atacó a Ucrania para evitar que el país que gobierna Volodimir Zelensky siguiera acercándose a la Unión Europea y a la OTAN, para que Rusia conservara su esfera de influencia en Europa. La Unión Europea asegura que no respeta esferas de influencia que limiten la libertad de los Estados europeos de adherirse a alianzas o bloques que consideren. Si Ucrania quiere ser miembro de la Unión Europea, como su vecina y pequeña Moldavia, lo será si cumple las condiciones que se lo impongan, no porque así lo decida o lo rechace Moscú. Ese mensaje es un desafío en toda regla a Rusia, que queda cada vez más aislada y con menos socios en Europa, donde apenas la queda Bielorrusia, que funciona como un Estado vasallo a sus órdenes.

Ucrania no entrará mientras esté en guerra y, cuando termine la misma, probablemente tardará años en entrar. Kiev debe avanzar primero en una lista de reformas que le puso la Comisión Europea y cuando las cumpla podrá empezar a negociar, si los 27 así lo acuerdan. Las negociaciones, como las que enfrentan todos los candidatos, son 33 capítulos que se abren y se cierran, cada uno, por un voto por unanimidad de los 27. Son 66 votaciones. Si una descarrilla todo el proceso queda suspendido.

El acervo comunitario, la legislación que esos países deben ir trasponiendo, supera ya las 300.000 páginas. Si entrar a mediados de los años 80, cuando lo hicieron España y Portugal, fue un camino de obstáculos, lo de ahora es infinitamente más complejo. Bruselas mirará en Ucrania sobre todo la lucha contra la corrupción, el respeto a las minorías (rusófona, magiar y polaca, entre otras) y que se limite el papel enorme de los oligarcas en la economía. La Unión Europea contará con un miembro, el mayor por territorio y el quinto por población con 44 millones de habitantes, amenazado militarmente por una superpotencia nuclear.

Moldavia es un caso no tan alejado del ucraniano porque conlleva otro desafío a Rusia. Se trata de una creación soviética tras la Segunda Guerra Mundial. Era la provincia rumana de Besarabia y el moldavo y el rumano son tan diferentes como el catalán y el valenciano. Cientos de miles de moldavos tienen pasaportes rumanos, por lo que ya se mueven por Europa como ciudadanos de un Estado miembro. El gran escollo para Moldavia es que no controla todo su territorio porque tiene incrustada la Transnitria, un enclave en la práctica independiente, una especie de país anclado en la Guerra Fría y protegido por tropas rusas. Moldavia podría entrar con ese conflicto congelado, como Chipre entró en 2004 a pesar de que la mitad norte del país está controlada desde los años 70 por tropas turcas.

La paz definitiva en los Balcanes

Decía Winston Churchill, y a los periodistas nos encanta repetir este tipo de frases redondas, que los Balcanes generaban más historia de la que eran capaces de consumir. 30 años después de las guerras que asolaron la región tras el desmembramiento de Yugoslavia, los países de los Balcanes occidentales llaman cada vez con más fuerza a la puerta de Bruselas. Cada caso es único y cada uno carga con sus mochilas, pero la disposición de los 27 es, ahora sí, avanzar y que vayan entrando en cuanto sea posible.

Los más avanzados son Montenegro, Albania y Macedonia del Norte. Su entrada podría ser la primera y depende, principalmente, de que no se salgan de la vía europeísta, que cumplan las reformas previstas y que los 27 no arrastren los pies.

Kosovo carga el problema de su no reconocimiento por varios Estados miembros, entre ellos España, pero eso no ha impedido ir avanzando hasta ahora o que su presidenta fuera invitada a la cumbre de Granada de la Comunidad Política Europea. Con Serbia, debe cerrar antes los diferendos fronterizos y de otro tipo que siguen generando tensiones y que obligan a que haya tropas europeas de interposición.

Serbia, además de reconocer a Kosovo, cosa que todavía no ha hecho y que los 27 le exigirán antes de entrar, debe garantizar que sus buenas relaciones con Rusia no influirán en sus posiciones una vez sea miembro de la Unión Europea. Para los serbios será una ruptura con su tradicional política prorrusa, que viene de siglos atrás.

Bosnia-Herzegovina es probablemente quien más difícil lo tiene en la región. El país sigue contando con un enviado internacional con superpoderes de tal calibre que puede anular decisiones de su parlamento. Además, en la parte serbo-bosnia nunca cesan las tendencias separatistas, haciendo que esa parte de los Balcanes siga viviendo enteras las ascuas de los enfrentamientos militares de los años 90.

El salto al Cáucaso

Otorgar a Georgia el estatuto de país candidato, como propone la Comisión Europea, sería el mayor salto geográfico de la Unión Europea. El país no tendría nunca continuidad territorial con los demás Estados miembros (salvo que algún día entrara Rusia) y su ingreso abriría la puerta del Cáucaso a la Unión Europea.

Armenia y Azerbaiyán nunca pidieron ingresar, pero con Georgia en algún momento negociando su entrada esa posibilidad crecería. El país también tiene, en Osetia del Sur y Abjasia, dos regiones ocupadas por tropas rusas. Los ciudadanos de su capital, Tiblisi, donde nació Stalin, se echaron el miércoles por la noche a las calles a celebrar la decisión comunitaria.

Efectos económicos

La Unión Europea de los 36 sería más pobre. Ucrania, más rica que Moldavia o Georgia, es tres veces más pobre, midiéndolo en renta per cápita, que Bulgaria, el país más pobre de la Unión Europea. En los Balcanes la situación es variada, pero todos serían de los más pobres del bloque. Su entrada conllevaría que Ucrania sería merecedora de la mayor parte de los fondos de la PAC y que muchos países que hoy son receptores netos de fondos europeos pasarían a ser contribuyentes netos.

Ucrania, con tanto territorio cultivado como la superficie de Italia, sería una competencia brutal para los sectores agropecuarios de los actuales Estados miembro, sobre todo para Polonia, Francia, Grecia y España.

Primero arreglar la casa

Nadie en Bruselas cree posible una ampliación tan grande sin primero reformar el edificio institucional. Lo contrario haría que el mastodonte fuera ingobernable. El Parlamento Europeo ha sido el primero que ha puesto negro sobre blanco una propuesta de reforma que no saldrá adelante tal cual pero que será la base de los cambios. La Comisión Europea presentará su propia propuesta en los primeros meses de 2024. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, asegura que esas reformas deberán estar listas para 2030, fecha en la que podrían empezar los ingresos de los más avanzados.

Bernardo de Miguel explicó en una pieza en Agenda Pública por dónde van los tiros. La idea de la Eurocámara es que la Comisión sea lo más parecida posible a un Gobierno, que el Parlamento tenga más competencias y sea más soberano y que el Consejo (los gobiernos) pase a ser una especie de segunda cámara, como un senado que ostentaría la representación territorial.

Sería un salto adelante en la integración para hacer una Unión Europea más federalista, que chocará con las tendencias eurófobas de la extrema derecha, que trabaja por una Unión donde los gobiernos tengan todo el poder. Cinco grupos políticos (populares, liberales, socialistas, izquierda unitaria y ecologistas) respaldan el plan, del que se descolgaron los dos grupos de extrema derecha.

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El informe de la Eurocámara bebe de otro, redactado por 12 expertos franceses y alemanes. Los dos van en la misma línea: más poder para el Parlamento y la Comisión, eliminación del derecho de veto en casi todas las políticas que aún lo mantienen y más competencias para Bruselas.

La apuesta de la futura ampliación es una de las más arriesgadas de la historia de la Unión Europea, pero tanto las instituciones comunitarias como los gobiernos creen que es la única viable.

Sarajevo, Tirana, Belgrado, Odessa o Tiblisi serán algún día, de fructificar los planes, ciudades comunitarias.

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