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Elecciones EEUU 2020

'Veep' y otros espejos (no tan) deformados de la política estadounidense que adivinaron lo que está ocurriendo tras las elecciones

La actriz Julia Louis-Dreyfus junto a Joe Biden en el despacho de este último cuando era vicepresidente.

El 12 de abril de 2013 se tomó una fotografía en apariencia intrascendente, pero que tenía mucho que decir sobre el futuro de Estados Unidos. El por aquel entonces vicepresidente del país, Joe Biden, cedía el asiento de su despacho a la actriz y cómica Julia Louis-Dreyfus. Faltaban dos días para el estreno de la segunda temporada de Veep (2012-2019), comedia de HBO sobre una peculiar vicepresidenta estadounidense.

La trascendencia de la imagen no reside solo en la presencia del próximo inquilino de la Casa Blanca, si las artimañas de Donald Trump no lo impiden. También en que parece una especie de premonición: a Biden, y a toda la política yankee, le esperaba un porvenir tan disparatado como las ocurrencias salidas de una sala de guionistas. O más.

Los paralelismos se observan especialmente al comparar el infinito recuento vivido desde el pasado 3 de noviembre con lo acontecido entre la recta final de la cuarta temporada de Veep y el inicio de su quinta tanda de episodios. Unos hechos (casi) a la altura de lo acontecido durante estas jornadas de infarto. Gritos bajo la consigna ‘stop the count’ incluidos.

El escenario que plantea en este punto la comedia creada por Armando Iannucci, director de otras sátiras políticas como In the Loop (2009) o La muerte de Stalin (2017), parte de la amenaza que se ha cernido siempre sobre las elecciones estadounidenses (cuando la deslegitimación de los resultados electorales por parte del propio presidente no estaba sobre la mesa): un empate en el número de delegados obtenido por cada candidato. Esta circunstancia da pie a una oleada de impugnaciones y peticiones de recuentos para desatascar la situación.

Selina Meyer, la ambiciosa y desastrosa política encarnada por Louis-Dreyfus, se impone en el voto popular. Sin embargo, necesita asegurar su victoria en Nevada para superar la mágica cifra de 270 electores. Nevada es, precisamente, uno de los estados implicados en el eterno recuento para decidir el nuevo presidente de Estados Unidos (y el centro de todos los memes sobre la escasa velocidad del mismo). Así, según las informaciones que se van conociendo, Meyer y su equipo lanzan consignas en una dirección u otra: en ciertos momentos abogan por que se tenga en consideración cada voto, para a continuación exigir que se detenga inmediatamente el recuento.

Los seguidores de Trump han dejado imágenes muy similares: mientras en estados como Michigan, Pensilvania o Georgia protestaban por el conteo de unos votos que consideran ilegítimos, en Arizona (donde los votos tardíos parecían estar favoreciendo al candidato republicano) lo hacían por todo lo contrario.

En Veep, por cierto, la controversia en torno al recuento llegó a los tribunales. En ellos se repetían las mismas contradicciones acerca de la interrupción del conteo o el recuento de todos los sufragios. Veremos si la comedia de HBO, tremendamente inteligente a la hora de explotar las importantes lagunas del sistema electoral estadounidense que ahora todo el planeta contempla con claridad, es igual de premonitoria en este aspecto.

‘Veep’, ¿la política tal como es?

Si El ala oeste de la Casa Blanca (1999-2006) es un retrato de cómo a los votantes les gustaría que fuese la política y House of Cards (2013-2018) de cómo los propios políticos creen que es la política, seguramente Veep sea el reflejo más cercano a lo que realmente es la políticaVeep. Un nido de incompetencia, carambolas menos calculadas de lo que nos gustaría pensar y desprecios. La serie destacaba precisamente por los elaborados insultos que los personajes se lanzaban entre sí. Abundaban todo tipo de tropelías y afirmaciones salidas de tono.

Trump nos tiene acostumbrados a las barbaridades en público, por tanto no es difícil pensar que entre bastidores puede ponerse al nivel de lo que sueltan por la boca Meyer y su equipo. En Mother (5x04), el episodio en el que sucede la siguiente escena, la candidata da buena cuenta de este nivel de vileza cuando exige a uno de sus colaboradores que detenga el recuento como se interrumpió “el bat mitzvah de Ana Frank”.

Cierto es que Selina no es Donald. Pese a que en la serie nunca se menciona a ningún partido en concreto, lo que sí está claro es que Meyer es una política claramente vinculada al ‘establishment’. Solo hay que fijarse en el vídeo anterior: en plena crisis lo primero en lo que piensa es en el concierto que Billy Joel dará en su investidura. Selina no es Donald ni tampoco Hillary, aunque lleva en sus genes las mentiras del primero y la frialdad de la segunda.

No obstante, en determinados pasajes intentará ir contra ese mismo establishment. En este sentido, la evolución del personaje a lo largo de las temporadas es realmente interesante. Se percibe la influencia que tuvo en los guionistas la elección de Trump en 2016. Veep mantuvo un gran nivel hasta su desenlace, pero se hizo patente la dificultad de mantener el listón a la altura de lo que pasaba en la política estadounidense “real”.

Un desastre electoral que el cine y la televisión ya veían venir

Aunque Veep tiene material para cimentar su condición de equivalente político a Los Simpson en lo que a predicciones se refiere, hay otras series y películas que han presentado panoramas muy similares al desaguisado actual. Es el caso del documental 537 votos (2020), también de HBO. Porque más allá de la ficción, el precedente más claro se vivió en carne y hueso el año 2000.

El también vicepresidente Al Gore se enfrentaba al republicano George W. Bush. El candidato demócrata se impuso en el voto popular, pero los delegados de Florida acabarían por decidir el próximo inquilino de la Casa Blanca. Tras semanas de recuentos y litigios, las autoridades dieron la victoria a Bush hijo por tan solo 537 votos. Un puñado de sufragios que cambió para siempre el destino del otrora país de las oportunidades.

Siguiendo con HBO, que parece tener predilección por las tramas electorales, llegamos a Tanner 88’ (1988). Escrita por Garry Trudeau y dirigida por el legendario Robert Altman (autor de M*A*S*H, Nashville o Vidas cruzadas), esta miniserie sigue al ficticio candidato Jack Tanner en las primarias demócratas de 1988. Como en la política, lo real y lo inventado se mezclan a lo largo de los episodios: aparecen personalidades del momento como el icono feminista Gloria Steinem o el futuro candidato republicano Bob Dole. Además, se habla abiertamente de los rivales demócratas de Tanner. Entre ellos se encontraba, precisamente, Joe Biden.

Tanner 88’ fue uno de los primeros acercamientos a la política estadounidense que puso énfasis en su progresiva teatralizaciónTanner 88’. Se acercaba a su final el mandato de Reagan, el de las comparecencias televisivas del presidente junto a su siempre afectada esposa. Precedente directo, por diferente que sea, de las imprevisibles comparecencias de Trump, tan espectacularizadas y poco preocupadas por la verdad que es demasiado incluso para las televisiones.

Estas nuevas maneras acabarán fagocitando el idealismo de Tanner. Desde un punto de vista creativo, es también muy interesante cómo Trudeau y Altman trasladaron la teatralización a la propia concepción de la miniserie, en la que abundaban las escenas improvisadas y el mencionado juego con realidad y ficción. Se trata de una gran influencia en ficciones posteriores, como Primary Colors (tanto la novela de 1996 como la película de 1998), aunque esta incorpora el elemento de los escándalos sexuales, clave en la política estadounidense desde el gobierno de Clinton hasta la actualidad. Tanner 88’, por desgracia, no está disponible en HBO actualmente.

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Una última y kafkiana referencia, muy oportuna ahora que Kamala Harris está a punto de convertirse en la primera vicepresidenta de los Estados Unidos (afortunadamente en 2008 el mundo esquivó la bala de Sarah Palin, como relata la miniserie de 2012 Game Change). Se trata del cortometraje Betty Boop for President (1932). El mítico dibujo animado creado por Max Fleischer promete en esta pieza repleta de imaginación “unas calles limpias”, “paraguas enormes para proteger la ciudad de la lluvia” o “darnos un beso cuando sea elegida”.

El corto de Dave Fleischer, hermano de Max Fleischer, satiriza el populismo antes de que se le llamase populismo a través del rival de Betty Boop: Mr. Nobody. Un candidato que solo lanza proclamas vacías, como por ejemplo que bajará inmediatamente los impuestos. La protagonista, en cambio, aboga por poner de acuerdo a burros y elefantes. Esto es, a demócratas y republicanos. Al mismo tiempo, no tiene reparos en burlarse de políticos del momento como Herbert Hoover o Al Smith.

Pero si alguien quiere olvidarse de la calamidad en la que se ha convertido la política estadounidense de un tiempo a esta parte siempre puede volver a El ala oeste de la Casa Blanca. La serie de Aaron Sorkin tiene su propia Election Night (4x07), mucho más satisfactoria (y corta) que la de Veep o que este infinito proceso electoral. Lo que no ha cambiado sin embargo es el galimatías que fue, es y parece que seguirá siendo votar en el gran bastión de la democracia universal.

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