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Alexandria Ocasio-Cortez, el principal activo de Bernie Sanders

Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, en un mitin en Iowa.

A las 8 de la mañana del viernes, Alexandria Ocasio-Cortez se tomaba un café en directo en Instagram, una red social que ha convertido en un foro político. “Esta es mi primera visita a Iowa”, decía la congresista a sus cuatro millones de seguidores.

Horas después, la política socialista, la benjamina del Congreso estadounidense y la nueva estrella de la izquierda norteamericana, se subía a toda velocidad al estrado habilitado en un gimnasio de Council Bluffs, una pequeña ciudad del Medio oeste, en la frontera con el estado de Nebraska.

“¿Me escucháis? Yo no os oigo. ¿Quién de los presentes está listo para la revolución?”. Durante todo el fin de semana, una enérgica AOC, como se la conoce, era la encargada de romper el hielo antes de la entrada en escena del senador de Vermont, de gira por Iowa. A los tres mítines que han dado juntos han asistido seis mil espectadores, todo un récord. La congresista más joven de la Cámara norteamericana, combativa, ponía el toque de juventud al senador septuagenario que recientemente ha sufrido un ataque al corazón. En más de una hora de discursos, fundamentalmente hizo gala de una visión política radical coherente, traduciendo y haciendo suyo el discurso de Sanders.

Antaño senador independiente y aislado en el panorama político, el representante de Vermont lleva décadas repitiendo el mismo discurso. Esto es sin duda una ventaja, ya que Sanders ha logrado imponer sus temas favoritos entre los aspirantes demócratas a la Casa Blanca, como la sanidad universal, la cancelación de la deuda estudiantil, que asciende a 1,6 billones de dólares, y la denuncia de Wall Street y del “1%”.

Sin embargo, esto mismo puede ser una desventaja: el ejercicio de las primarias tiende a favorecer lo novedoso, como lo demuestran en los últimos años las inesperadas victorias de Barack Obama y Donald Trump... pero también el éxito del propio Sanders, quien, por primera vez en décadas, defendió un mensaje de ruptura con el liberalismo centrista del Partido Demócrata contra Hillary Clinton en 2016.

El equipo de Sanders lo ha entendido bien. Celebró la adhesión de AOC hace tres semanas, en un gran mitin en Nueva York (el mayor acto de las primarias hasta el momento) y tiene la intención de aprovechar la popularidad de la congresista en los próximos meses para movilizarse pronto. “Ella ha inspirado a millones de jóvenes en todo el país desde su elección”, la felicitó Bernie Sanders.

Sanders, a quien buena parte de los medios de comunicación y analistas desprecian, diluido en unas primarias pletóricas, que rivaliza con Elizabeth Warren por la izquierda del partido, quiere ganar las primeras primarias a toda costa para crear un momentum favorable. En sus agendas, es una prioridad Iowa, el primer estado en votar el 3 de febrero de 2020.

En 2016, Sanders casi lograba imponerse en este gran estado agrícola en pleno Medio Oeste, popular y predominantemente blanco. Hay cerca de mil voluntarios y apuesta por una estrategia original, que demostró su valía durante su campaña anterior: en lugar de participar en los múltiples eventos organizados por el Partido Demócrata como sus oponentes, organizó marchas con empleados de restaurantes de comida rápida y sindicalistas, hablando sobre el destino de los muchos trabajadores hispanos de la agricultura local. En este estado, como en otros, planea crear “el mayor movimiento grassroots [de base] en la historia del país”.

Esta “organización distribuida” consiste en presionar a sus partidarios para que se conviertan en reclutadores activos de votantes potenciales que se comprometan a votar el día decisivo. Su objetivo prioritario: los votantes más jóvenes. No es una coincidencia que dos de las tres mítines de Iowa se celebraran en universidades. En esta estrategia, AOC, la figura emblemática de toda una generación de jóvenes activistas recientemente comprometidos, es un activo clave.

Sobre el escenario, AOC, nacida hace 30 años, en 1989, en el momento de la caída del Muro de Berlín, llega como una estrella del rock. Se sienta en un gran taburete, que abandonará rápidamente para sentir el escenario. “No he preparado nada, he pensado en hablar con vosotros”. Como muchos activistas estadounidenses que conocen el poder de las historias, ella comienza hablando de la suya propia. “En febrero pasado, todavía era camarera en un restaurante de tacos en Manhattan. Recuerdo que busqué gente como yo en los círculos del poder, me criaron padres trabajadores que no tenían conexiones ni redes. Me preguntaba si era posible. Estaba cansada de este sistema político. Durante mucho tiempo, pensé que era sólo un espectáculo, teatro”.

Ella dice que la ganó la “negrura que no se va”; habla del seguro médico que perdió una vez con Joe, su excolega de Iowa, presente esta noche; habla del sueldo “que no le daba para vivir”; de la deuda estudiantil que tiene que devolver; de los alquileres que pagaba de milagro. Su historia, la de una joven hispana nacida en el Bronx y elegida congresista, se convierte en un ejemplo de despertar político que puede inspirar a otros. “Sólo con este movimiento, en 2016, empecé a cuestionar estas ideas”.

"No estamos llevando al Partido Demócrata a la izquierda; lo llevamos a casa”

A los más jóvenes, les explica su apoyo al senador socialista. "Cuando yo era niña, mi madre limpiaba casas, mi padre intentaba montar su propio negocio, luchaban por conseguir un seguro médico. Bernie ya estaba luchando por ellos. El año en que nací, los líderes mundiales casi toman medidas contra el cambio climático, no hicieron nada, pero Bernie estaba luchando por nosotros. Estaba luchando por mí cuando me gradué, lastrada por una deuda de 20.000 dólares. Porque él luchó por mí, yo quiero luchar por él”. Lo llama cariñosamente tío, en español, una forma de suavizar la crítica recurrente a la edad de Sanders, de 78 años, el veterano de la batalla que empieza por la Casa Blanca.

Mientras que el multimillonario neoyorquino y ex alcalde Michael Bloomberg sugiere que podría entrar en la carrera de las primarias demócratas, Ocasio-Cortez se hace eco de la crítica radical de Sanders sobre la acumulación de riqueza en Estados Unidos y la necesidad de un amplio movimiento social. Traduce lo que significa para ella “revolución política”, la fórmula clave de Sanders. “No es un eslogan, no es un hashtag. Se trata de transformar el centro del poder en Estados Unidos para que se centre en las clases trabajadoras”.

También dice: “Francamente, sólo porque algunas personas no puedan imaginar un sistema político que no esté dirigido por millonarios, no significa que no debamos tener un sistema político dirigido por las clases trabajadoras [...]. Sé que parece imposible, pero no lo es. Está más a nuestro alcance que nunca”.

A menudo, AOC se refiere a una “política de amor”. El término no contiene ninguna ingenuidad. “La política en su mejor momento, dice, es una política de amor. La gente se ha vuelto cínica porque estamos cansados de que nos rompan el corazón”. Como Sanders, ella defiende su pulso, asumido, con el Partido Demócrata. “Nos acusan de estar demasiado a la izquierda. No estamos llevando al partido a la izquierda; lo llevaremos a casa. Para que vuelva a ser el partido de Franklin Delano Roosevelt [promotor del New Deal], el partido de los derechos civiles, ¡el partido que lucha por la liberación queer! Quiero llevar el partido a casa. No sola, junto con el movimiento sindical, con Black Lives Matter, con el movimiento que lucha por la inmigración, con los trabajadores que exigen un salario de 15 dólares la hora”.

Esta política le da un contenido que va más allá de las divisiones raciales y el estatus: un seguro público sanitario universal para todos, el fin de la “brutalidad policial” y políticas migratorias en las que los niños [migrantes] están "encerrados en jaulas”, un salario que permita vivir. Al mismo tiempo, denuncia el neoliberalismo, la “supremacía blanca”, la segregación y la estigmatización racista de las welfare queens [reinas del bienestar], una figura de ayuda forjada por Ronald Reagan en los años 80, que permitió atacar a las mujeres negras pobres con palabras clave. Finalmente, defiende el Green New Deal,un vasto plan de lucha contra el cambio climático que propuso incluso antes de su elección.

Entre los candidatos a las primarias, Sanders propone el plan más ambicioso en el área: 16 billones de dólares, 20 millones de empleos vinculados a la transición energética, una municipalización de la producción de electricidad. Cuando Sanders tiende a hacer una lista de sus propuestas, AOC lo convierte más en un asunto moral, un imperativo y un antídoto contra la ansiedad.

“Algunos se inclinan ante el cinismo, nos dicen que está perdida toda esperanza. Pero nuestro futuro es lo que elegimos. Rechazo la opción de dejar a la próxima generación un planeta mermado y moribundo. Un congresista republicano me dijo que tratar con el clima es elitista. Lo que es elitista es considerar que no es un problema. Lo es trata de comprar inmunidad contra las inundaciones, las sequías y los incendios. Pensar que podrás sentarte en tu montón de oro y que estarás bien”, afirma.

Al igual que los activistas de Sanders y Sunrise que están haciendo campaña activamente para movilizar al electorado en las primarias de Iowa, ella está atacando a Big Oil, a la industria farmacéutica, a Wall Street y a los muchos demócratas que dicen que un plan masivo de financiación pública para combatir el cambio climático es demasiado caro. “Ya estamos pagando por ello”, señala al final de uno de sus discursos, entre vítores. "Como si el Medio Oeste no hubiera estado bajo el agua este año. Como si 3.000 estadounidenses no hubieran muerto en Puerto Rico. Como si el huracán Katrina no hubiera pasado. Los océanos están subiendo, California está en llamas”. Insta una vez más a un “movimiento popular [...] para reconstruir esta nación”.

 

Entre el público, los partidarios de Sanders, seguidores de 2016 o nuevos conversos, están allí para escuchar al senador, el verdadero candidato. Pero muchos dicen que admiran a AOC. Brad Allison, un hombre alto y calvo con un tatuaje, incluso lleva una camiseta con el logotipo de la congresista. “¿Los conservadores se burlan de ella porque era camarera? Pero, ¿cuál es el problema? Esto es América. No se avergüenza y es aire fresco”, dice Brad, a quien le encantan los mítines en el Congreso, a veces seguidas por millones de usuarios de internet, o va por casa de Mark Zuckerberg [dueño de Facebook] y los otros. No se siente intimidada y, perdón por la expresión, pero... corta sus chorradas”.

“Es joven, piensa antes de hablar y tiene razón”, aplaude Jane Crawford, de 60 años, limpiadora de moteles. “Dice lo que piensa”, añade su marido David, jubilado de la siderurgia. “Por su forma de hablar, se percibe que puede marcar la diferencia”, dice Annie Peterson, editora de Des Moines, la capital de Iowa.

La historia política de AOC todavía está por escribir. Bernie Sanders no ha ganado las primarias todavía y Trump no ha dejado la Casa Blanca. Pero como prolongación de Sanders, ayuda a reconstruir un poderoso imaginario de izquierdas en Estados Unidos. En un año en el Congreso, ya es mucho. __________

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Traducción: Mariola Moreno

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