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'Barbie' se burla de los derechos de las mujeres: ONG denuncian prácticas sexistas en las fábricas de Mattel en China

La investigadora infiltrada en Mattel, fabricante de la 'Barbie', denuncia un entorno laboral insano y violencias sexista y sexual como parte del sistema.

Khedidja Zerouali (Mediapart)

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Después de pasar casi un mes trabajando en la línea de producción de la fábrica de Mattel en la ciudad de Dongguan, en el sur de China, Mei (nombre supuesto) describe jornadas plagadas de comentarios sexistas, presiones laborales y acoso sexual.

Como investigadora de las ONG ActionAid Francia, China Labor Watch y Solidaridad Suiza, describe en un informe un entorno laboral insano y violencias sexista y sexual como parte del sistema, violencias éstas conocidas por una dirección inoperante. Y no es la primera vez que se habla en esos términos de la fábrica que realiza las muñecas Barbie.

En noviembre de 2019, una primera investigación de las mismas organizaciones llamaba la atención sobre la cara oculta de las fábricas de juguetes chinas de Mattel. En un informe que llevaba por título “Barbie se burla de los derechos de la mujer”, Lin (nombre supuesto) revelaba numerosas disfunciones en la fábrica Foshan Nanhai Mattel Precision Diecast, en la misma provincia de Guangdong.

Mei, que se infiltó en verano en la fábrica de juguetes Fisher-Price, da cuenta del ritmo insoportable en las épocas de más trabajo, en vísperas de las ventas navideñas, pero también de la humillación a la que dijeron verse sometidas varias compañeras. “De las diez mujeres con las que nuestra informante pudo hablar largo y tendido, cuatro empleadas describieron situaciones que podrían ser calificadas como acoso sexual”.

La investigadora también narra los miedos que las trabajadoras tenían a la hora de testificar, la impunidad en la línea de producción y que la gerencia hizo la vista gorda. También relata su malestar, las horas extras realizadas y el calvario que habían experimentado algunas de sus colegas: “A una de ellas, después del trabajo, la siguieron dos colegas varones y le hacían fotos. Se sentía en peligro pero hasta ese momento no se había atrevido a decírselo a nadie”.

Y otra que, refiriéndose a un compañero de trabajo, declaraba: “Viene a mí en cada descanso, me gustaría que me dejara en paz. Tengo mucho miedo”.

Frente a estas historias, Lin se encontró completamente indefensa, ya que no existía ningún mecanismo de alerta específico y funcional en ese momento. Para silenciar la polémica, Mattel encargó una auditoría de dos días en la fábrica investigada. La auditoría determinó que no quedaba probada “violación ninguna de los criterios de concesión de su etiqueta”.

“Que la auditoría no revele violación ninguna de los criterios de concesión de la etiqueta, sin embargo no demostraba la ausencia de violencia sexista y sexual en la empresa”, señalan por su parte las organizaciones. En ningún momento se hizo pública ni la metodología de la auditoría ni sus detalles.

La nueva investigación, realizada en 2020 por Mei, informa de problemas similares en la línea de producción de la fábrica de Mattel en la ciudad de Dongguan, cerca de Shenzhen, donde trabajó anónimamente durante casi un mes.

Esta fábrica emplea a más de 2.300 trabajadores y trabajadoras que producen principalmente juguetes de plástico, entre ellos la famosa Barbie.

“Cada minuto se venden cien muñecas Barbie en todo el mundo”Barbie, precisan las organizaciones que, como un espejo distorsionado, destacan la transformación de la muñeca más famosa del mundo. Tras una caída de las ventas entre 2012 y 2014, el grupo decidía modernizar la BarbieBarbie. “Mattel lanzó la producción de muñecas con figuras más variadas, algunas de las cuales representan iconos femeninos como Rosa Parks o Frida Kahlo... Esta campaña publicitaria ha contribuido a aumentar las ventas de Barbie, pero la discrepancia entre el discurso de Mattel y las condiciones de trabajo de las mujeres que producen muñecas Barbie es aún más chocanteBarbie”.

Mei habló con muchos trabajadores y trabajadoras y entrevistó a 14 de ellos, siempre de forma anónima. Una de ellas, una estudiante de 19 años, se quejó a Mei del acoso de un colega 10 años mayor que ella. “Era muy insistente y la llamaba regularmente en voz alta, refiriéndose a ella como ‘querida’ en el taller. Le decía a los colegas que la llamaba así para ‘excitarla’. También tenía por costumbre sentarse en su puesto de trabajo e invitarla a sentarse en sus rodillas”. Siempre según Mei, aunque las repetidas invitaciones las hacía en público, ni los colegas ni los gerentes habrían reaccionado.

El informe también menciona comentarios fuera de lugar y habituales sobre el pecho y el cuerpo de otra estudiante-asalariada. “Lloraba habitualmente en el taller, pero nadie intervenía”, recuerda Mei. “La joven explicó que tenía miedo de quejarse porque había pedido un préstamo para ir a la universidad y temía perder el trabajo”.

Y la cosa no se queda ahí. Incluso fuera de las cuatro paredes de la fábrica, las trabajadoras podían haber sido víctimas de un prolongado sexismo corporativo en los grupos de debate de WeChat, red social popular en China. “Empleados y empleadas pasan automáticamente a formar parte de un grupo de WeChat”. Las organizaciones señalan que en este grupo, “ciertos hechos son constitutivos de acoso sexual”.

“En el grupo de discusión, un hombre escribe: 'Tú, que eres de la misma ciudad que yo, ¿estás buscando un servicio sexual esta noche?”, siempre según la versión de las organizaciones denunciantes, que proporcionan pantallazos de estas conversaciones. Otro empleado también publicó una foto de una mujer desnuda, otro compartió tarjetas de visita de prostitutas antes de que ser reprendido por un jefe: “Cuidado con lo que dices, es un grupo para hablar de trabajo”.

Según Mei, el número de teléfono habilitado para las denuncias es, en la práctica, ineficaz. “Es una extensión del número de la fábrica, al que sería imposible llamar con el propio teléfono móvil; al parecer habría que ir a la oficina para usar el teléfono fijo y hacer la llamada a la vista de todos. En este caso no se puede garantizar la confidencialidad de la conversación”. Antes de añadir que la pausa de diez minutos de que disponen los trabajadores es, en cualquier caso, demasiado corta para hacer una llamada, ya que la oficina está cerrada por la noche.

Hasta 2020, la legislación china no definía con precisión el delito de acoso sexual. Sin embargo, en 2018, el movimiento #MeToo tuvo fuerte eco en China. En enero de 2018, una trabajadora de Foxconn, una gran fábrica de electrónica en China, escribió en una carta abierta: “Contar chistes verdes en voz alta, ridiculizar a las colegas femeninas sobre su apariencia y figura, usar la excusa de ‘dar instrucciones’ para establecer contacto corporal innecesario... en el taller, este tipo de 'cultura del acoso sexual' está muy extendida".

“Esperamos que al presionar a las grandes empresas multinacionales, como Mattel, para que mejoren las condiciones de su cadena de producción, se establezca la norma para la industria del juguete y que otras empresas puedan seguir su ejemplo”, señala a Mediapart (socio editorial de infoLibre) una portavoz de China Labor Watch, asociación estadounidense fundada en 2000 por un trabajador chino exiliado.

Desde 2001, la asociación también ha realizado investigaciones sobre las industrias de la electrónica, los utensilios de cocina, las prendas de vestir y los textiles, y considera que “estas violaciones de los derechos son comunes en las fábricas de China”.

“Sin embargo, la adopción del nuevo Código Civil de China en 2019 representa una esperanza de cambio”, opinan las organizaciones. La ley ahora exige que las empresas adopten políticas contra el acoso sexual. “Este es un paso importante y bienvenido, aunque los procesos iniciados por los empleados tendrán que cumplir estrictos criterios para llegar a buen puerto”, se preocupan las ONG.

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Traducción: Mariola Moreno

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