Israel
Los diputados árabes que Netanyahu quiere borrar del mapa
Dos semanas después, la polémica sigue muy viva. El pasado 3 de febrero de 2016, tres diputados árabe-israelíes fueron a visitar a diferentes familias de palestinos abatidos por la Policía cuando trataban de cometer algún atentado. En concreto, visitaron al padre de Baha Aliyan, palestino de Jerusalén Orienta que en octubre de 2015 perpetró un ataque con un cuchillo y un arma de fuego en un autobús, causando tres muertos. El objetivo era reclamar a Israel, en presencia de las familias y de varias ONG, la devolución de los cadáveres de los asaltantes palestinos. Desde que en septiembre de 2015 se recrudeció la violencia, las autoridades israelíes han suspendido y, en ocasiones pospuesto la entrega de los restos mortales de los autores de atentados. La medida está destinada a evitar que los funerales se conviertan en manifestaciones de apoyo a Hamás y en una incitación a cometer nuevos actos terroristas. Sin embargo, no sólo Israel mantiene en su poder los restos mortales de los terroristas. Hamás sigue negándose a entregar los cadáveres de dos soldados israelíes asesinados en 2014 durante la guerra de Gaza hasta que los rehenes en manos de Israel no sean puesto en libertad.
La acción emprendida por estos diputados árabe-israelíes, lejos de ser considerada una acción “humanitaria”, ha sido interpretada como un acto de apoyo a la violencia, por la mayor parte de la clase política y de la opinión israelí. “Los diputados que presentan sus condolencias a las familias de los terroristas que han asesinado a israelíes no son aptos para servir a la Knesset”, ha condenado el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. “La visita de estos miembros de la Knesset a las familias de los terroristas anima a seguir adelante con el terrorismo y con el asesinato de civiles inocentes”, ha denunciado a su vez la Unión Sionista, el principal partido de la oposición. Es “sólo un recordatorio para aquéllos que todavía lo necesiten en el seno del Gobierno y de la Justicia; tenemos que echar a estos terroristas, tan pronto como podamos, de la Knesset y preferiblemente del Estado de Israel”, añadió por su parte el exministro y dirigente de extrema derecha Avigdor Libermen (Israel Beitenou). Como consecuencia de la visita llevada a cabo, el comité de ética de la Knesset ha suspendido a dos de los diputados, Hanen Zoabi y Basel Ghattas, durante cuatro meses. El tercero, Jamal Zahalka, deberá cumplir una suspensión de dos meses. Una medida que les impide participar en los debates, pero que no les impide votar.
¿“Terroristas” en la Knesset?, ¿quiénes son estos diputados árabe-israelíes a quien, una parte de la opinión pública, considera “enemigos internos”? Haneen Zoabi, Basel Ghattas y Jamal Zahalka son miembros del Balad. Un partido árabe-israelí de extrema izquierda que cuestiona el carácter judío del Estado de Israel y acusa al Gobierno de someter al “apartheid” a los palestinos de Cisjordania y de la Franja de Gaza. Fervientes militantes en defensa de los derechos de los árabe-israelíes y de la causa palestina, estos diputados son expulsados de forma regular de la Knesset por sus excesos verbales. Por ejemplo, el jefe de filas del Balad, Jamal Zahalka es conocido por calificar al primer ministro Benjamin Netanyahu y a algunos de colegas diputados de “fascistas”. Para Basel Ghattas, miembro fundador del partido, tampoco es su primera hazaña. Este doctor de confesión cristiana consiguió llamar la atención al subirse a una las flotillas destinadas a sortear el bloqueo de Gaza en junio de 2015. En aquel momento, el comité de ética de la Knesset había organizado una votación para retirarle la inmunidad parlamentaria y para poder abrir en su contra un proceso judicial.
Pero, sin lugar a dudas, su amiga árabe-israelí Haneen Zoabi es la persona que ha conseguido más enemistades en estos últimos años. La que es, según Foreign Policy, “la mujer más odiada de Israel”; esta “feminista y laica”, como se define, suma la toma de posiciones controvertidas. También formó un gran revuelo al unirse a la primera flotilla con destino a Gaza en 2010. No obstante, fueron sus declaraciones sobre el rapto de tres israelíes, la víspera de la guerra de Gaza de 2014, la que ha causado más revuelo. “Son personas que no conciben otra manera de cambiar la realidad. Están obligados a utilizar estos medios hasta que Israel se despierte un poco, hasta que los ciudadanos israelíes y la sociedad despierten y sientan el sufrimiento del otro”, declaró en la radio, tras afirmar que los secuestradores no eran terroristas. Palabras que le han valido numerosas amenazas de muerte, hasta convertirla en el objetivo favorito de la derecha y de la extrema derecha. En varias ocasiones, el Likud (partido del primer ministro Benjamin Netanyahu) e Israel Beitenou han tratado de descalificar su candidatura a las elecciones. Pero nunca el Alto Tribunal de Justicia, la principal jurisdicción del país, ha aceptado llegar hasta ese punto.
“Estrechez de miras”
Otro asunto importante: estos tres diputados del Balad forman parte, desde marzo de 2015, de la Lista Árabe Unida, integrada por otros tres pequeños partidos árabes. Esta ecléctica alianza de islamistas, de nacionalistas y de comunistas ha ganado terreno de forma increíble (13 escaños) en las últimas legislativas, hasta convertirse en la tercera fuerza política del país. Era la primera vez que estos partidos –animados por la subida del umbral de elegibilidad (del 2% al 3,25%) –ponía entre paréntesis sus desacuerdos ideológicos y sus rivalidades para unirse y así representar con una sola voz a los árabes-israelís (el 20% de la población). Según algunos analistas, los diputados del Balad pudieron tomar la iniciativa de visitar a las familiares de los autores de atentados con el objetivo de seguir existiendo y de hacer valer su diferencias en el seno de esta lista cajón de sastre, dirigida por el jefe del partido Hadash, Ayman Odeh, considerado más moderado. ¿Se trata de una casualidad en el calendario? Esta controvertido encuentro coincide con la aprobación por parte de Israel de un plan de más de 2.000 millones de euros para mejorar la vida de los árabe-israelís en materia de educación, de empleo o de infraestructuras. Un plan que Ayman Odeh ha saludado por tratarse, en su opinión de “un primer paso para reducir las brechas económicas y sociales de los ciudadanos árabes”.
“Sí, los partidos árabes están representados dentro de la misma formación en la Knesset, pero esto no les impide seguir en la competición. La competición entre los partidos árabes es la misma que entre los partidos judíos. A veces, algunos dirigentes se muestran más extremos que otros. Algunos tratan de mostrarse más atentos al problema del conflicto israelo-palestino, otros a la suerte de los árabe-israelís del interior de Israel”, reflexiona Yaron Ezrahi, profesor emérito en Ciencias Políticas en la Universidad hebrea de Jerusalén. “Es irónico porque aumentar el porcentaje de voto necesario para resultar elegido, tal y como propuso la extrema derecha, y que tenía como finalidad hacer desaparecer los partidos árabes de la Knesset. Pero, a fin de cuentas, esta medida les ha obligado a alcanzar alianzas y les ha ofrecido una tribuna mayor”.
Al hilo de la polémica suscitada, el primer ministro Benjamin Netanyahu ha propuesto sacar adelante una ley para autorizar a la Knesset a excluir a los diputados que muestren un “comportamiento inapropiado”. El texto permitiría, con el apoyo de 90 diputados (de 120), suspender a “cualquier diputado que haya dado su apoyo en público a una organización terrorista o a un enemigo del Estado”. Pero este proyecto de ley está lejos de conseguir la unanimidad de la Cámara, ya que algunos ven en él una grave amenaza para la democracia. Si bien sólo tiene una mera función simbólica, el presidente israelí Reuven Rivlin ha resumido bien las reticencias de la clases política que se oponen abiertamente al texto. “Numerosas voces en Israel tienen una visión estrecha y minimalista de la sustancia de la democracia”, se mofó el lunes pasado. “Para ello, la democracia no es nada más que la ley de la mayoría”.
Mientras Benjamin Netanyahu se encontraba de visita en Berlín, las negociaciones sobre el proyecto de ley, previstas para el martes 16 de febrero, finalmente fueron aplazadas por el presidente de la Comisión de leyes del Parlamento, Nissan Slomiansky. Temía que no se alcanzase la mayoría. “Aunque se hubiese sometido a votación, no hay ninguna posibilidad de que el Tribunal Supremo lo validase. Simple y llanamente porque es inconstitucional. Las políticas no pueden decidir excluir a otros políticos electos del Parlamento”, dice Yaron Ezrahi. “Es algo que no existe en ninguna parte del mundo. No existe más que en la imaginación de los fanáticos de derechas”.
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Traducción: Mariola Moreno
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