El Gobierno de Meloni pasa a la ofensiva contra las familias LGTBI+

Giorgia Meloni, este sábado en Roma durante una rueda de prensa con el presidente de Ucrania.

Joseph Confavreux (Mediapart)

“Tardé ocho años en ser reconocida como madre de mi hijo. Como no fui yo quien dio a luz, no tenía derechos legales. Tuve que pasar por un procedimiento de adopción largo, caro e incierto. Ahora que mi hijo tiene 9 años, este gobierno pone en tela de juicio filiaciones ya aprobadas", explica Alessia Crocini. 

Esta mujer de unos cuarenta años trabaja en marketing digital en Roma y dedica todo su tiempo libre a colaborar con la asociación Famiglie arcobaleno (Familias arco iris), fundada en 2005 por madres lesbianas, que reúne a padres o futuros padres del mismo sexo, tanto mujeres como hombres. 

Desde hace siete meses, las familias homoparentales están en el punto de mira del gobierno italiano dirigido por la extrema derecha. De palabra, como durante la campaña electoral, pero también en la práctica, ahora que los Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni han obtenido la mayoría para dirigir el país. 

A principios de año, el Gobierno pidió a los prefectos que se aseguren de que en los registros civiles de los niños no figuraran los nombres de dos padres o dos madres, ya que la ley italiana no prevé que un niño tenga dos progenitores del mismo sexo.

 

 Italia ha sido el último país de Europa occidental en implantar una "unión civil" entre personas del mismo sexo, en 2016, y se aprobó por la mínima, excluyendo cualquier disposición sobre cuestiones de filiación. Por tanto, las parejas de lesbianas que tuvieran hijos a través de inseminación artificial solo podían ser reconocidas como padres mediante dos procesos. El primero es realizar una "adopción especial" del hijo del progenitor con el que mantienen la relación. Esta posibilidad está sujeta a la apreciación diferenciada de los jueces, ya que este tipo de adopción estaba originalmente prevista para las parejas heterosexuales y suele reservarse para situaciones en las que la madre de un niño sin padre conocido o reconocido solicita que el pequeño sea adoptado por el hombre con el que convive. El segundo proceso posible es pedir a los ayuntamientos, responsables de esta tarea, que inscriban a ambos padres o madres homosexuales en el registro civil del niño, como algunos municipios venían haciendo ahora. 

“Fue la alcaldesa de Turín, perteneciente al movimiento Cinco Estrellas, quien produjo tal acto por primera vez en 2016", explica Alessia Crocini. Le siguieron otras ciudades, entre ellas Milán. Pero esto crea una situación fragmentada, ya que yo, por ejemplo, en Roma, nunca pude hacerlo. Por eso tuve que recurrir a un proceso de adopción complicado por el hecho de que me separé de mi pareja cuando mi hijo tenía tres años. Si la separación hubiera sido conflictiva, la adopción no habría sido posible y habría perdido el derecho a ver a mi hijo.”

 

Un niño de cuatro o seis años, que hasta ahora tenía dos padres legales, corre el riesgo de perder a uno de ellos.

Alessia Crocini, de la asociación "Familias arco iris”

 Esta exigencia de poner fin al registro civil con los nombres de ambos padres o madres homosexuales ya ha tenido consecuencias. No sólo la mayoría de las ciudades que llevaban a cabo esta práctica discrecional han anunciado que la abandonan, como Milán, sino que algunos prefectos han pedido que se revisen los registros civiles ya expedidos, como en Bérgamo o Padua, dejando a los padres en la incertidumbre total sobre la posibilidad de anular a posteriori esos documentos teóricamente irregulares. 

“Un niño de cuatro o seis años, que hasta ahora tenía dos padres legales, corre el riesgo de perder a uno de ellos", afirma Alessia Crocini. Si no te reconocen como padre o madre, como fue mi caso durante años, no puedes matricular a tu hijo en el colegio, no puedes vacunarle, no puedes transmitir una herencia... El día que tuve que llevar a mi hijo a urgencias, no pude firmar yo misma el consentimiento para el tratamiento y mi ex tuvo que venir a toda prisa para hacerlo".  Según explica "nada ha cambiado en la letra de la ley, pero el clima político y mediático es mucho más tenso". "Todos los días vemos a la Ministra de la Familia decir en televisión cosas sin contrastar, falsas, sobre el hecho de que los niños necesitan una mamá y un papá, cuando años de investigación han demostrado que no es así", afirma.

El ambiente que se respira en el entorno de Meloni cambió el mismo día en que tomó posesión el nuevo Gobierno.

Massimo Prearo, investigador

La ministra Eugenia Roccella, al frente de un ministerio rebautizado como de "Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades", está en el foco de las tensiones y preocupaciones de la comunidad LGTBIQ+, ya que fue la impulsora en 2007 de la versión italiana de La Manif pour tous (organización francesa contra el matrimonio homosexual) y gravita entre los católicos más fundamentalistas en cuestiones de género

“El ambiente que se respira en el entorno de Meloni cambió el día que tomó posesión el nuevo gobierno", explica Massimo Prearo, investigador en Ciencias Políticas de la Universidad de Verona, que trabaja sobre movimientos anti-género. “La comunidad LGTB fue blanco de ataques durante la campaña electoral, pero el día que el nuevo gobierno tomó posesión, vimos a muchos activistas abiertamente anti-LGTB nombrados para los puestos más altos. Roccella es la más visible, pero hay otros, como Lorenzo Fontana, nombrado presidente de la Cámara de Diputados, que es muy conocido en Verona porque estuvo entre los que quisieron impedir que se celebrara en 2018 un simposio sobre migrantes LGTB en nuestro departamento universitario." 

Para él, la contrarrevolución cultural actual se basa en una forma inédita y poderosa de "síntesis entre la orientación radical anti-género de la derecha, la extrema derecha y muchos católicos, pero también una rama del feminismo italiano que prioriza la diferencia sexual y milita contra la transidentidad."

Además de la ofensiva sobre el registro civil, Massimo Prearo señala otros dos ámbitos en los que "el Gobierno no se contenta con ataques verbales o medidas simbólicas, sino que quiere pasar a la acción y llevar a cabo una política represiva". El primero es la exigencia de criminalizar aún más la maternidad subrogada, ya prohibida por la legislación italiana, reclamando la jurisdicción universal en la materia. Para el abogado Antonio Rotelli, cofundador de la asociación de abogados Avvocatura per i diritti LGTB (Abogacía por los derechos LGTB), esta medida es inviable, pero no por ello menos peligrosa. 

"El gobierno de Meloni quiere castigar la maternidad subrogada no sólo si se practica ilegalmente en Italia, sino también si se hace en el extranjero. Pero, ¿cómo se puede ir contra algo que es legal en Canadá o California, por ejemplo? Se trata sobre todo de endurecer el marco para impedir, como ha ocurrido, que una pareja homosexual regrese a Italia con un hijo e intente que se transcriba el estado civil reconociendo dos padres.” 

Para Massimo Prearo, "esta voluntad de criminalizar aún más la maternidad subrogada podría no verse dirigida a las comunidades LGTB, ya que la mayoría de las parejas que recurren a ella son heterosexuales. Pero los miembros del Gobierno y del Parlamento nunca hablan de eso, lo enmarcan sistemáticamente en una hostilidad contra los padres homosexuales". 

El otro ámbito en el que empiezan a manifestarse los efectos de una hostilidad recurrente contra la llamada "teoría de género" es la escuela y la universidad. Muchas universidades e institutos de toda Italia ofrecen a los estudiantes la posibilidad de utilizar un "carriera alias", es decir, que se les "identifique" con nombre femenino o masculino aunque no se corresponda con su estado civil, y que se utilice el nombre de pila que elijan cuando les nombren o en los exámenes.

Esta medida administrativa, que sólo afecta al funcionamiento interno de la institución escolar, no tiene valor jurídico y depende de la buena voluntad de los directores de los centros. “Sin embargo, es muy importante", afirma Massimo Prearo. “Los críticos dicen que así estamos ‘fabricando’ niños trans, pero la realidad es que personas que se escondían ahora se atreven a salir del armario". Existe el riesgo, prosigue el investigador, de "devolverlos a la clandestinidad. Italia ya es el país de Europa donde menos se practica la salida del armario, pues se calcula que al menos uno de cada dos homosexuales oculta su orientación sexual. El gobierno está haciendo todo lo posible para volver a una visión patológica de la transidentidad, donde este tipo de cambio estaría ‘caritativamente’ reservado a jóvenes con certificados médicos y todo un historial psiquiátrico y endocrinológico". 

Esta presión creciente sobre las escuelas preocupa a los profesores, que no comparten los puntos de vista del Gobierno de Meloni. Samantha Piccaiola, de 47 años, que lleva más de veinte enseñando en una escuela primaria rural cerca de Bolonia, ya lo está notando: "No se hace de forma frontal, pero además de que en Italia no hay nada de educación sexual, nos dieron a entender que no debíamos hacer nada el 17 de mayo, día de la lucha contra la homofobia y la transfobia, y sobre todo que no debíamos invitar a asociaciones LGTB a hablar. Y mi director me dijo que el Gobierno planeaba crear un "día de la natalidad" en el que intervendrían asociaciones católicas y "pro-vida".

Nunca conseguiremos el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni siquiera una ley que condene los actos y las palabras homófobas.

Marta Cotta Ramosino, codirectora de una librería LGTBIQ+ de Roma

El Ejecutivo de Meloni, aunque provoca la preocupación de la comunidad LGTBIQ+, prolonga una hostilidad o indiferencia hacia la difícil situación de gays, lesbianas, personas trans o no binarias que ya existía en la mayoría de los gobiernos anteriores. “Hace dos años fue bloqueado el proyecto de ley presentado por el diputado del Partido Democrático Alessandro Zan para castigar la violencia y la incitación al odio contra gays y trans", explica Yadad de Guerre, activista, investigador independiente y bloguero muy activo en este tema. “Sin embargo, el Gobierno estaba entonces dirigido por el centro-izquierda. Italia sigue siendo un país homófobo, más allá de los neofascistas, la extrema derecha o la Iglesia.”

Marta Cotta Ramosino, de 33 años, que regenta la librería LGTBIQ+ Antigone, en el barrio romano de San Lorenzo, es aún más tajante: "Los gobiernos de centro-izquierda no han hecho nada, o leyes de mierda que no nos protegen realmente. Nuestra esperanza de no ser discriminados era escasa incluso antes de la llegada del Gobierno Meloni. Pero lo trágico es que ahora sentimos que es demasiado tarde. Nunca conseguiremos el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni siquiera una ley que condene los actos y las palabras homófobas". 

Para Elena Biagini, fundadora de varios colectivos feministas y de lesbianas y anfitriona de Tuba, un café-biblioteca espacio de encuentro LGTBIQ+ situado en el barrio de Pigneto, al este de Roma, "la derecha y la extrema derecha nos consideran el enemigo desde hace mucho tiempo, pero una parte del Partido Democrático nunca lo ha tenido claro". Y añade: "No hay que olvidar que es el heredero de la Democracia Cristiana y que no hay muchos católicos que estén a nuestro favor. Ahora podemos medir las repercusiones de que la unión civil aprobada en 2016 bajo un gobierno de centro-izquierda prefiriera no abordar el tema de la paternidad porque el propio centro-izquierda estaba dividido al respecto. Aunque cabe esperar que las cosas cambien un poco ahora que el PD se ha nombrado líder a Elly Schlein [abiertamente lesbiana y preocupada por los derechos LGTBIQ+]". 

¿Existe el riesgo de que se cuestione esa “unión civil” para personas del mismo sexo? “No lo creo", afirma Elena Biagini. “Iría en contra de las disposiciones europeas y Meloni ha dicho que no lo va a tocar. Creo que el Gobierno actual prefiere dar instrucciones a prefectos, fiscales o directores de escuela que pueden cambiar cosas concretas pero bajo control. Pero sólo llevan unos meses en el cargo, así que no se puede prometer nada.” 

Antonio Rotelli, que lleva desde 2007 al frente de la reivindicación de la legalidad de las uniones entre personas del mismo sexo, tampoco cree en ese paso atrás. "Creo que las garantías legales y constitucionales son lo suficientemente fuertes como para evitarlo. Pero este Gobierno no necesita pasar por ello para hacer sentir a las familias homosexuales que no forman parte realmente de las familias italianas." 

Para Massimo Prearo, "no es necesario poner todo en cuestión para hacer la vida de las personas LGTB aún más frágil de lo que ya es". "En Italia una de cada dos parejas LGTB afirma que no coge la mano al otro u otra por la calle por miedo a ser acosada. Eso ya existía antes de Meloni, pero ahora está empeorando", añade. 

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Lo paradójico, señala Alessia Crocini, es que parte de la sociedad está "más avanzada que la clase política en estos temas, sobre todo para las parejas de lesbianas". Italia es también un país que concede a la madre un lugar central. A veces, cuando iba al mercado local con mi pareja y mi hijo de tres años, las viejecitas le decían: "¡Qué suerte tienes de tener dos mamás!”.

Es cierto, dice Elena Biagni, que "cuando vives en una zona protegida, como el barrio donde vivo en Roma, no sientes necesariamente la discriminación a diario." P"ero la situación es muy oscura y cada vez lo es más. No entiendo por qué la gente no está en la calle todos los días. Es como si veinte años de Berlusconi hubieran anestesiado toda la política y toda la movilización. Aunque espero que se demuestre lo contrario en la próxima fiesta del Orgullo”, añade. Celebración que se hará en Roma el 12 de junio.

Traducción de Miguel López

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