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Un 'lobbista' bancario para regular los bancos

José Manuel Campa.

En el organismo de control y vigilancia del sector bancario europeo, era uno de los cargos que todavía estaba fuera de la influencia y del control de los bancos. Hasta ahora. El pasado 19 de febrero, la Autoridad Bancaria Europea (European Banking Authority) nombraba a José Manuel Campa, exidirectivo del Banco Santander, para presidir la institución durante cinco años.

¡Quién mejor que un banquero para regular los bancos! Y no un banquero cualquiera, como señala Finance Watch. Se trata de un lobbista que ha trabajado en los últimos años en defensa de los intereses de uno de los principales bancos sistémicos –demasiado grande para caer– frente a la regulación. José Manuel Campa, profesor universitario y posteriormente secretario español de Estado de Asuntos Económicos entre 2009 y 2011 –uno de los períodos más críticos para los bancos españoles–, ocupaba desde 2014 el cargo de responsable mundial de Relaciones con los Reguladores del Grupo Santander.

“En otras palabras, cobraba por presionar a los reguladores, como el EBA, para que cambien las reglas con el objetivo de favorecer a los grandes bancos como el Santander o, al menos, para que estas reglas no les incomoden demasiado. Y pronto va a ser el encargado de supervisar estas reglas”, escribía Finance Watch.

Desde la crisis financiera de 2008, la Autoridad Bancaria Europea ha adquirido un papel importante en la arquitectura del sistema financiero europeo. Se trata de una institución independiente, responsable de regular y supervisar el mundo bancario en Europa. Por ejemplo, es el organismo responsbale de realizar anualmente los stress tests a todos los bancos de Europa. Estas operaciones se llevaron a cabo con más o menos éxito, en el caso de bancos de Irlanda, España e Italia. Sin embargo, pese a todo obligaron a las entidades bancarias a reforzar sus balances, aunque muchos consideran que el sistema es insuficiente.

Esta autoridad también establece, con el apoyo del BCE, del Comité de Basilea o de la Comisión Europea, según el asunto, una serie de normas destinadas a regular mejor las actividades bancarias con el fin de garantizar la estabilidad del sistema. Un arsenal regulatorio “insoportable”, según los bancos.

Tras los primeros tiempos de horror a raíz de la caída de Lehman Brothers, el mundo bancario ha trabajado con gran éxito para torpedear y desmantelar las reglas que consideran que pueden frenar su desarrollo. De este modo, la separación de las actividades bancarias ha quedado rápidamente sepultada, al igual que la imposición fiscal de los productos financieros.

Hasta ahora habían podido posponer los intentos del Comité de Basilea de imponer normas comunes de cálculo para estimar sus propios fondos y seguir utilizando sus propias estimaciones internas. Detrás de estas batallas de normas y referencias contables, los intereses ascienden a cientos, miles de millones de euros. Para mantener su rentabilidad inmediata, los bancos han preferido mantener la nebulosa y la opacidad que rodean su actividad y mantienen la inestabilidad del sistema financiero.

Mientras que el Gobierno de Trump destruye metódicamente toda la regulación posterior a Lehman, los bancos europeos están más decididos que nunca a conseguir lo mismo en nombre de la “competencia leal”. Han conseguido sitiar por completo el Banco Central Europeo, los pasillos de la Comisión Europea, para que se escuchen sus voces y sus consejos. Pero les faltaba la autoridad bancaria europea. Hasta la fecha, estaba presidida por el economista y exfuncionario italiano Andrea Enria, que sucedió a Danièle Nouy en la presidencia del mecanismo de supervisión del BCE en enero.

El sistema de puertas giratorias que permite a algunas personas –sobre todo a los hombres– circular entre el sector privado y público está tan integrado en el funcionamiento de las instituciones europeas que el nombramiento de José Manuel Campa no ha suscitado ninguna crítica. Y todo fruto de la práctica habitual, de la misma normalidad de las prácticas del poder, de la misma lectura del mundo. No es de extrañar que no haya cambiado nada en el mundo financiero y fuera de él desde la crisis de 2008. Son las mismas personas, salidos de los mismos círculos y que comparten los mismos puntos de vista e intereses, quienes siguen regulando el curso del mundo.

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Traducción: Mariola Moreno

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