Mayor y despistado pero ¿es Joe Biden un buen presidente?

El presidente de EEUU, Joe Biden.

Alexis Buisson (Mediapart)

Nueva York, Estados Unidos —

Se acabó la incertidumbre. Joe Biden anunciaba el pasado martes su candidatura a las elecciones presidenciales de 2024. En un vídeo de tres minutos prometía defender los derechos y libertades de los americanos frente a los "extremistas MAGA" (Make America Great Again, el lema de campaña de Donald Trump). 

Las críticas contra Joe Biden son bien conocidas: muy mayor (80 años), poco agudo mentalmente y torpe. Pero, ¿cuál es su historial? En este sentido, lo está haciendo mejor de lo que pensábamos cuando inició su mandato en plena pandemia.  A pesar de una estrecha mayoría en el Senado y de unas reglas institucionales que favorecen el bloqueo de las minorías, Biden ha sido capaz de aprobar una legislación muy ambiciosa que le ha valido comparaciones con Franklin D. Roosevelt, el padre del New Deal.  

El American Rescue Plan (Plan de Rescate Americano) fue su primer éxito. Aprobado en marzo de 2021, este paquete de casi 2 billones de dólares pretendía reactivar la economía y apoyar a los hogares mediante pagos directos, un año después de que comenzara la crisis sanitaria. La consecuencia más espectacular de esta ley fue la reducción de la pobreza infantil a su nivel más bajo de la historia (5,6%) gracias a un crédito fiscal ampliado. Una medida que, lamentablemente, expiró a finales de 2021.

No es la única inyección masiva de dólares que Biden ha conseguido aprobar. En noviembre de 2021, convenció a diecinueve senadores republicanos para que apoyaran su proyecto de ley de modernización de infraestructuras. Con un coste de 1,2 billones de dólares, el plan de Biden incluye inversiones sin precedentes en autopistas, puentes, puertos y aeropuertos, así como una sustitución en todo el país de las tuberías de plomo que contaminan el agua potable (15.000 millones de dólares) y el desarrollo de internet en el ámbito rural. La ley también dedicó fondos a programas de obras públicas relacionados con la justicia medioambiental, como la adaptación de las autopistas que atraviesan los barrios pobres construidas durante el siglo XX, en el contexto del auge del automóvil. 

En agosto de 2022, el Congreso otorgó otra victoria al presidente demócrata: la Inflation Reduction Act (Ley de Reducción de la Inflación, IRA), un importante paquete de medidas sociales y medioambientales. 

Aunque la parte social se redujo para satisfacer a dos senadores demócratas centristas, preocupados porque los déficits no se les fueran de las manos, el texto contiene algunos avances. Por ejemplo, el precio de la insulina se limitó a 35 dólares al mes para las personas mayores, una medida vital para los diabéticos, una cuarta parte de los cuales había restringido o incluso dejado de administrarse la hormona debido a la explosión de su precio. 

Otro avance: 369.000 millones de dólares destinados a la lucha contra el cambio climático, para reducir las emisiones de CO2 en un 40% entre 2005 y 2030. Se trata de otra cantidad histórica para Estados Unidos. El texto prevé una batería de incentivos fiscales para las empresas y la población con el fin de acelerar la transición hacia las energías limpias. 

Éxitos poco visibles

A Joe Biden se le pueden atribuir además otros éxitos: la reactivación de la industria de semiconductores para reducir la dependencia americana de China en este campo; la adopción de medidas de control de armas; y el mantenimiento de un frente relativamente unido de parlamentarios de ambos partidos contra Vladimir Putin en el conflicto de Ucrania. "Si bien es cierto que Joe Biden está mostrando signos de fatiga, también lo es que ha sido brillante en muchas áreas", resume Tristán Cabello, profesor de Historia de Estados Unidos en la Universidad Johns Hopkins. 

El problema es que el electorado no lo ve. Su índice de aprobación cayó por debajo del 50% tras la catastrófica retirada de las tropas americanas de Afganistán en el verano de 2021. Y la mayoría de los votantes son pesimistas sobre el futuro del país. Para el profesor Cabello, la brecha se explica por dos factores: "El equipo de Biden no ha explicado las reformas. Nadie sabe exactamente qué va a cambiar con la Ley de Infraestructuras, ni siquiera la mal llamada Ley de Reducción de la Inflación. Pero se trata de grandes medidas que cambiarán la vida de los americanos. Además, durante los tres primeros años, la población tuvo que lidiar con el Covid, la inflación y una posible recesión. Nadie tuvo tiempo de darse cuenta realmente de lo que se había conseguido. Las preocupaciones de los americanos eran inmediatas: el 60% afirma vivir al día. 

Además, algunas de las disposiciones contenidas en estas leyes aún no se han materializado. Es el caso, por ejemplo, de la reducción del precio de la insulina para las personas mayores, escalonada a lo largo de 2023, o de los proyectos derivados de su ley de infraestructuras. Con el periodo de licitaciones, los estudios necesarios y la asignación de fondos federales, podrían pasar años antes de que se ponga la primera piedra. "Podríamos ver los frutos de sus reformas durante el segundo mandato de Biden", concluye Tristan Cabello. 

Promesas incumplidas

Mientras tanto, los republicanos están decididos a explotar sus debilidades y las de su partido. Mientras se lanzan de cabeza a las "guerras culturales" (medidas antitrans, prohibición de libros considerados inapropiados, revisionismo histórico, etc.), acusan a los demócratas de ser demasiado laxos con la inmigración ilegal y la delincuencia en las grandes ciudades.  

Una percepción que Biden intentó corregir oponiéndose, en marzo, a una reforma del código penal de la capital, Washington, sobre la que tiene autoridad el Estado federal. Esta reforma habría rebajado las penas máximas para ciertos delitos, como el robo de coches. 

Esa medida presidencial fue vista como una traición del ala progresista, que también se manifestó ese mismo mes en contra de que el gobierno diera luz verde a un megaproyecto de perforación petrolífera en Alaska, en terrenos de propiedad estatal.  

Otras promesas se han quedado en el camino por la oposición del Partido Republicano en el Congreso, o por los jueces reaccionarios del Tribunal Supremo: reforma policial, legalización del derecho al aborto, protección del derecho al voto, condonación parcial de la deuda estudiantil, etc. 

Con los asuntos que rodean a su hijo Hunter, o la delicada negociación para elevar el techo de la deuda, el camino hacia 2024 sigue siendo largo y lleno de escollos para Joe Biden. Sin embargo, el cuadragésimo sexto presidente tiene una certeza: las posiciones extremas del partido republicano sobre el aborto no son populares entre los votantes de los "Swing States", los Estados decisivos en la carrera por la Casa Blanca y el control del Congreso.  

A principios de abril, los demócratas prolongaron sus buenos resultados en las elecciones de medio mandato del pasado noviembre, y consiguieron hacerse con el control del más alto tribunal de Wisconsin, un Estado indeciso del Medio Oeste, al elegir a un juez proabortista por un amplio margen. 

Si el Grand Old Party, liderado por los dos favoritos en las primarias, Donald Trump y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, no baja el tono, Joe Biden podría ganar haciendo una "campaña minimalista", como la de 2020, en pleno Covid-19. 

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"El Partido Republicano es demasiado extremista en muchas áreas. Si nos fijamos sólo en Florida, con los ataques a las minorías o a la cultura woke, ¿cómo van a conseguir realmente la mitad de los votantes en las elecciones generales?", se pregunta el profesor Cabello. “Biden podría presentarse como el ‘padre de la nación’, el ‘unificador’. Su edad se convertiría incluso en un buena baza.”

 

Traducción de Miguel López

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