Reino Unido busca en Kiev un sitio en el escenario internacional tras su aislamiento por el ‘Brexit'

El primer ministro británico, Rishi Sunak, y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, durante una rueda de prensa en Reino Unido.

Marie Billon (Mediapart)

Suroeste de Inglaterra, Reino Unido —

Seis tanques están perfectamente alineados en el campo de tiro de esta base militar del suroeste de Inglaterra, cuya ubicación debe permanecer en secreto (ver Caja Negra). Los cañones apuntan a los confines de la inmensa llanura. Comienza el ejercicio de tiro. Primero un disparo cada uno, luego una salva de disparos. El humo negro sobre los tanques se disipa con el viento y la lluvia antes de que empiecen a oírse los impactos a lo lejos.

"Los cañones AS-90 tienen un alcance potencial de 24,7 kilómetros", dice Burnfield, uno de los 20 instructores británicos de la Real Escuela de Artillería que han participado en la formación de unos 150 militares ucranianos en el manejo del cañón AS-90 en los tanques Challenger 2 a principios de este año.

“Durante tres semanas", explica la sargento, con la cara cubierta de pintura de camuflaje, "les enseñamos todo lo que hay que saber sobre estas máquinas.” 

Mediante la Contribución de Tallin (Estonia) del pasado mes de febrero, Londres se comprometió a enviar a Ucrania catorce vehículos blindados Challenger 2 y treinta cañones AS-90, y a formar a los militares ucranianos en su uso.

Estos son seleccionados por Kiev. Tienen entre 21 y 68 años, un rango de edad "inusual", dice el sargento Perkins, otro de los instructores. Sobre todo porque "no todos tienen el mismo nivel de experiencia militar. Algunos llevan varios meses combatiendo, otros desde hace poco. Algunos tendrán su bautismo de fuego a su regreso a Ucrania.”

Mijailo, por ejemplo, tiene 33 años. “Soy voluntario", dice con orgullo. “Me alisté hace 11 meses, en cuanto mi ciudad, Chernihiv, fue liberada.” Bajo y fornido, pero tan recto como un soldado curtido, con el rostro oculto por un pasamontañas para proteger su identidad, este ex mecánico agrícola admite que ha acabado aquí "por una serie de circunstancias". "Tenemos que proteger la patria, tengo que hacer todo lo posible para aprender a hacerlo".

Yuryi, de 50 años y militar profesional, lleva en el campo de batalla desde que Rusia invadió Crimea en 2014. El entrenamiento en esta base militar británica le ha "ayudado a perfeccionar las técnicas de maniobra y a realizar disparos más precisos", afirma. "También aprendemos de las tácticas británicas y las comparamos con las nuestras para encontrar el equilibrio perfecto".

Segundo mayor contribuyente después de Estados Unidos

El entrenamiento se lleva a cabo en el marco de la Operación Interflex, continuación de la Operación Orbital, que formó a 22.000 ucranianos entre 2015 y 2022. Este programa liderado por Gran Bretaña ofrece 35 días de entrenamiento impartido por militares de la Fuerza Aérea, el Ejército y la Armada. Unos diez países más también participan en la formación en bases militares del Reino Unido, entre ellos Nueva Zelanda y Dinamarca, por ejemplo.

El programa forma parte de la variada ayuda de Londres a Ucrania en su lucha contra el invasor. En 2022 se han invertido más de 2.300 millones de libras (2.600 millones de euros), incluidos envíos de armas como estos vehículos blindados, así como varios centenares de misiles antitanque y sistemas lanzacohetes.

El Reino Unido es el segundo contribuyente después de Estados Unidos, lo que permite a Downing Street autodenominarse "líder" en la cuestión ucraniana. Pero es también en la diplomacia donde Londres quiere "galvanizar la acción internacional".

"El Reino Unido ha conseguido posicionarse como líder mundial" en la cuestión ucraniana, confirma Christian Harrison, profesor de liderazgo en la Universidad del Oeste de Escocia, UWS. El presidente Volodímir Zelensky rindió homenaje a los británicos en un discurso pronunciado en la capital el pasado mes de febrero. “Londres ha estado al lado de Kiev desde el primer día", declaró el presidente ucraniano ante el Parlamento de Westminster. “Desde los primeros segundos y minutos de la guerra, Gran Bretaña nos tendió la mano cuando el mundo ni siquiera sabía cómo responder”.

El Reino Unido ha hecho un buen uso de su puesto permanente en la ONU.

Samuel Jarvis, Universidad de York

 “El Reino Unido se ha erigido en puente entre Estados Unidos y los países europeos", afirma Samuel Jarvis, profesor titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de York. “Es una forma de demostrar que Londres sigue siendo un actor importante en la escena mundial, sobre todo en el ámbito de la seguridad europea. Los británicos buscan su lugar en la escena internacional desde el Brexit.”

"El primer ministro ha dado instrucciones al secretario de Defensa de reunir a los aliados europeos para garantizar que el aumento del apoyo militar global sea lo más estratégico y coordinado posible", explicó Downing Street en un comunicado el 16 de enero. "El Reino Unido ha hecho un buen uso de su puesto permanente en la ONU", explicó Samuel Jarvis, refiriéndose en particular al discurso del secretario del Foreign Office, James Cleverly, el 24 de febrero de 2023, pero también a las discusiones entre bastidores. "Aunque la situación es más compleja de lo que se admite. En el seno de la ONU, todavía hay países reticentes a ponerse del lado de Occidente contra Rusia, como Brasil e India.”

Es también a través de su "influencia en la OTAN, el G7 y la Fuerza Expedicionaria Conjunta" como Londres quiere "galvanizar la acción internacional", dijo Downing Street. El país ha desempeñado un papel en la "coordinación de las sanciones" a través del G7, confirma Samuel Jarvis. "Esto es crucial porque no basta con congelar sus activos aquí. Hay que impedir que los fondos se muevan y eso requiere una fuerte coordinación de las instituciones financieras de los distintos países."

De vuelta a la escena europea

Sin embargo, esta postura podría ocultar el hecho de que las sanciones británicas e internacionales contra Rusia se consideran demasiado débiles. A los activistas anticorrupción les gustaría que no sólo se congelaran los activos, sino que se embargaran, algo que el Reino Unido aún no está dispuesto a hacer. Al igual que no está dispuesto a enviar aviones de combate a Ucrania, a pesar de las reiteradas peticiones de Zelensky. Los ex primeros ministros Boris Johnson y Liz Truss se han pronunciado a favor de esta petición. Pero Rishi Sunak, que les sucedió en Downing Street, se cuida mucho de no dar una respuesta definitiva sobre la cuestión.

"La actitud pragmática de Rishi Sunak contrasta con el posicionamiento de Boris Johnson como defensor de la causa ucraniana", explica Samuel Jarvis. El ex jefe de gobierno utilizaba sus visitas a Ucrania para compensar sus payasadas con una imagen de liderazgo internacional. Pero a pesar de que ha habido ya tres primeros ministros desde el comienzo del conflicto, el ministro de Defensa, Ben Wallace, sigue siendo el mismo, lo que garantiza una cierta continuidad en el asunto ucraniano.

Por último, es en materia humanitaria donde Londres quiere dar ejemplo. La capital británica acogerá en junio la Conferencia sobre la Recuperación de Ucrania. Según Samuel Jarvis, "el Reino Unido quiere fomentar el apoyo económico y humanitario a Kiev, e incluso a Varsovia, para que no tenga que acoger a más refugiados". El gobierno está satisfecho con su programa, pero sólo ha acogido a 161.400 ucranianos desde el inicio del conflicto, nueve veces menos que Polonia y seis veces menos que Alemania.

Esta es también una de las razones por las que las prioridades de la política exterior y de defensa del Reino Unido, detalladas en el documento de Integrated Review de marzo, están empezando a inclinarse hacia cuestiones europeas después de haber mirado al horizonte Asia-Pacífico en su visión post-Brexit de la "Gran Bretaña global". Londres se ha dado cuenta de que sus intereses inmediatos siguen estando en Europa.

  

Caja negra

Poco después de las primeras sesiones de entrenamiento de militares ucranianos en bases militares británicas desde la invasión rusa, Londres permitió a periodistas seleccionados por el Ministerio de Defensa -en un proceso opaco- viajar a determinadas bases militares para asistir a parte de una sesión de entrenamiento. Para cada oferta de un día de reportaje del Ministerio, hay que presentar una solicitud (cuando se dirige a la prensa internacional, no británica, la oferta se reserva a veces a periodistas de determinadas regiones europeas).

Tras varias solicitudes infructuosas, fui seleccionada para asistir a un entrenamiento de artillería pesada. La respuesta llegó tres días antes y la base y su ubicación deben permanecer en secreto. Pero durante la jornada no hubo embargo. Los veinte periodistas seleccionados podíamos informar en Twitter, siempre y cuando se respetara plenamente el anonimato de los ucranianos, militares e intérpretes, y se mantuviera en secreto la ubicación.

Fue un ejercicio muy reglamentado. Los periodistas fueron trasladados en minibús desde la base hasta el campo de tiro. Después de ver los ejercicios, era posible en teoría hablar con dos militares ucranianos y dos instructores británicos, bajo la lluvia torrencial y el viento, pero cerca de los tanques, dando prioridad a las imágenes. En realidad, disponíamos de tres minutos por entrevistador y fue imposible hablar con las cuatro personas.

En realidad, la "jornada" sólo duró cuatro horas. Cuatro días más tarde se organizó otra jornada, dedicada esta vez a la guerra de trincheras. Pero aparte de dos jóvenes periodistas franceses, estudiantes pero colaborando con al menos un medio ucraniano, ningún otro medio de nuestro grupo, que yo sepa, asistió a esta formación tan diferente.

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Traducción de Miguel López

 

 

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