Desamparados es sin duda el término más adecuado para describir la expresión que Mediapart descubre en los rostros de Illia, de 37 años, y su esposa Viktoriia, de 43, en la plaza del Hôtel-de-Ville de París. En la tarde del martes 16 de diciembre, la pareja dejaba sus maletas en la acera, al pie de un árbol, a la espera de que la asociación Utopia 56 les dijera si se les podía ofrecer un alojamiento para pasar la noche.
Allí es donde cada día se reúnen personas exiliadas o sin hogar con la esperanza de conseguir un refugio, aunque sea improvisado, para pasar la noche. Kira, la pequeña de Illia y Viktoriia, de 9 años, pasa el tiempo sentada sobre un trozo de tela jugando con el teléfono de su madre. La luz del teléfono ilumina a ratos su inocente carita. Ni una sonrisa, ni una palabra. Pero tose, estornuda y escupe en la alcantarilla desde que se resfrió en el aeropuerto, donde la familia se vio bloqueada.
“Nuestra hija se encuentra muy mal y está muy estresada por esta situación”, susurra su madre, que intenta como puede que se tome unas cucharadas del plato caliente que reparten los voluntarios de la asociación. “Hemos pasado quince días en el aeropuerto, sin comida, sin dinero y sin poder ducharnos”, añade el padre, que nos muestra una foto de su hija tumbada en el suelo en Roissy-Charles de Gaulle. ¿Cómo han llegado a esta situación?
La familia ucraniana, originaria de Donetsk, se lo pregunta todos los días. El 1 de diciembre fue devuelta a Francia desde Noruega, donde se había trasladado tras ver rechazada su solicitud de asilo tanto por la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas (Ofpra) y posteriormente por el Tribunal Nacional de Derecho de Asilo (CNDA), ante el que había presentado un recurso, que fue desestimado definitivamente el 13 de marzo de 2025. “Fue entonces cuando decidimos probar suerte en Noruega”, explica Illia.
Atrapados
Pero no es tan sencillo: el reglamento europeo conocido como “Dublín” obliga al primer Estado miembro de la Unión Europea por el que transitan los exiliados a estudiar su solicitud de asilo. Las autoridades noruegas les aplican ese reglamento (Noruega y otros países no UE se han asociado a él, ndt) y se dicta una orden de traslado a Francia. Antes de irse a Noruega, deciden dejar a su hija mayor, Olena, de 16 años, con su tío paterno en Dinamarca. También dejan allí sus efectos personales y un coche que habían comprado anteriormente en Francia.
Pero sus desgracias no terminan ahí. Al ser readmitidos en Francia en virtud de este reglamento, la pareja recibe una notificación de obligación de abandonar el territorio francés (OQTF), alegando que su solicitud de asilo ha sido rechazada en Francia. La Prefectura de Policía de París, responsable de esta medida de expulsión, y el Ministerio del Interior, a los que se ha solicitado una respuesta, no contestan.
No nos dejan quedarnos aquí y tampoco podemos volver a casa
“Nos sentimos como en una cárcel”, dice Illia, quien precisa que la policía de fronteras les “confiscó” sus documentos de identidad a la espera de la ejecución de la OQTF. “Francia nos quita nuestros documentos y nos deja en la calle. Ahora tenemos la sensación de que no solo hay que protegernos de la guerra en Ucrania”, sino también de la amenaza de una expulsión a un país en guerra. “No nos dejan quedarnos aquí y tampoco podemos volver allí”, se lamenta Viktoriia.
Con la ayuda del abogado Samy Djemaoun, la familia presenta un recurso para impugnar la OQTF y solicita una revisión de la solicitud de asilo, con nuevos elementos que, según Illia, justifican la necesidad de protección. “En Ucrania me han catalogado como terrorista por mi supuesto apoyo a Rusia, lo cual es falso.” En Rusia se le busca para que se incorpore a los batallones de soldados movilizados en la guerra de invasión de Ucrania. “Mi abuela me dijo que habían enviado una citación a nuestra casa”, dice, mostrando un documento traducido del ruso al francés, con una fecha de citación fijada para el 3 de febrero de 2025.
El caso de la familia es un poco particular: originarios de los territorios ocupados por Rusia, en la región de Donetsk, la pareja tiene documentos de identidad tanto ucranianos como rusos. “En 2014, cuando comenzó la guerra, los rusos tomaron estos territorios y nos obligaron a obtener un pasaporte ruso. Desde entonces, tenemos dos.” También hablan ruso, como muchos ucranianos originarios de esos territorios.
Recursos judiciales
Abandonaron Ucrania en 2022, cuando comenzó la nueva etapa de la guerra, y vivieron primero en Polonia, “un tiempo en Alemania y en Dinamarca”, para luego establecerse en Francia en enero de 2024. “Al principio, esperábamos irnos a Irlanda. Pero mi mujer no tenía pasaporte internacional, así que nos quedamos en Cherburgo”, explica Illia.
Vivieron allí tres meses y luego se instalaron en Perpiñán durante un año. Entonces se acogieron a la protección temporal activada a escala europea poco después de 2022, para hacer frente a la llegada de refugiados ucranianos a los países de la UE, lo que les permitió obtener un permiso de residencia provisional en espera de que terminara el conflicto.
Los ucranianos son acogidos automáticamente a una protección temporal desde el momento en que se presentan en la prefectura
Este sistema, que solo se aplica a los ucranianos, ha sido prorrogado por la UE hasta marzo de 2027. Un recibo de autorización de residencia temporal hasta marzo de 2025, al que Mediapart ha tenido acceso, confirma que la pareja se acogió a él antes de solicitar asilo. “Hicimos ese trámite para tener una situación más estable y segura”, explica la pareja. Como ha documentado Mediapart, la acogida de los ucranianos ha podido estar desorganizada y se ha apoyado en la solidaridad de ciudadanos franceses, a veces desilusionados al constatar la inacción del Estado.
“Nada les impide volver a solicitar la protección temporal”, comenta Didier Leschi, director de la Oficina Francesa de Inmigración e Integración (Ofii). Illia y Viktoriia temen no obtener alojamiento ni ayudas para poder vivir en Francia con este estatus. “Los ucranianos son acogidos automáticamente a una protección temporal en cuanto se presentan en la prefectura, lo que les da acceso automáticamente a las condiciones materiales de acogida [CMA] con el pago de una prestación”, continúa Didier Leschi, que se muestra sorprendido por su situación.
Mientras tanto, su solicitud para acogerse a las CMA en el marco de su solicitud de revisión del asilo ha sido rechazada por la Ofii, alegando que se trata de una solicitud de revisión, como lo atestigua la notificación de denegación consultada por Mediapart, con fecha del 15 de diciembre. La familia debe sobrevivir en la calle, con tres grandes maletas y tres mochilas, en las que guardan sus “cosas más importantes”. “Esta familia se encuentra en una situación de extrema vulnerabilidad, con evidentes riesgos de persecución, y la administración se empeña en mantenerlos así”, denuncia Samy Djemaoun.
La decisión de denegación de la CMA ha sido impugnada por el abogado, que destaca la acumulación de dificultades que se ciernen sobre la familia. “Lo tienen todo: OQTF, asilo en revisión, denegación de la CMA y en la calle.” El 17 de diciembre, tras ponernos en contacto con la Ofii, finalmente se les invitó a unirse al dispositivo de alojamiento destinado a los ucranianos en la Porte de la Villette, en París, tras diecisiete días como vagabundos. A continuación, se les derivó a un hotel en Val-d'Oise, con gran alivio para ellos.
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En el discurso sobre el apoyo a Ucrania y a los ucranianos, “existe la idea de que se les protege, pero al mismo tiempo se toman medidas que son diametralmente opuestas a esa protección”, señala el abogado. Destaca además que, en el caso de Illia, Viktoriia y su hija, “se produjo una serie de acontecimientos bastante sintomáticos de la forma en que la OFII trata a los solicitantes de asilo cuando no son ucranianos”, hasta que la oficina, advertida, rectificó.
Traducción de Miguel López
Desamparados es sin duda el término más adecuado para describir la expresión que Mediapart descubre en los rostros de Illia, de 37 años, y su esposa Viktoriia, de 43, en la plaza del Hôtel-de-Ville de París. En la tarde del martes 16 de diciembre, la pareja dejaba sus maletas en la acera, al pie de un árbol, a la espera de que la asociación Utopia 56 les dijera si se les podía ofrecer un alojamiento para pasar la noche.