El duro (e innecesario) interrogatorio que soportan los supervivientes de Gaza al pedir asilo en Francia
Algunos se preguntaron si “era el Mossad”. Otros se preguntaban si se encontraban ante “un fiscal” en lugar de ante un agente de protección. Para los palestinos que han podido salir de Gaza, la entrevista en la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas (Ofpra), encargada de determinar si pueden beneficiarse de protección en Francia, supone una triple violencia.
La violencia de la guerra genocida a la que han sobrevivido, la del exilio que se les ha impuesto para poder seguir con vida tras numerosos desplazamientos forzados en Gaza y la de la sospecha a la que se han enfrentado al llegar a Francia, al darse cuenta de que se les consideraba una amenaza potencial más que refugiados.
Esas entrevistas confidenciales, en las que participan un solicitante de asilo, un intérprete, un abogado (en ocasiones) y un agente de protección en las oficinas de la Ofpra, suelen durar varias horas y son muy duras para quienes deben relatar los peligros o persecuciones que han sufrido en su país de origen. Pero desde hace algún tiempo, la seguridad ha pasado a primar sobre el asilo, hasta el punto de que los agentes de la Ofpra dicen tener la sensación de “hacer de policías” (leer aquí nuestra investigación).
“Tuve la impresión de estar siendo interrogado”, resume un palestino que prefiere mantener el anonimato. Las preguntas que le hicieron “no estaban pensadas para hablar de Gaza y el genocidio que se está produciendo allí”, sino para “conocer tu opinión sobre Hamás y lo que ha hecho”. Dice que pudo describir la situación en Gaza y la destrucción de todo lo que allí existía: lugares de vida, escuelas, hospitales y otras infraestructuras.
Pero enseguida “le preguntaron si había estado en Hamás o si conocía a miembros de Hamás, y eso varias veces”. “Insistieron en mi familia, para saber a qué se dedicaba cada uno”, afirma. El agente también le habría preguntado sobre el 7 de octubre: “Quería saber qué habíamos hecho ese día. Esperaba que condenara el ataque”. El hombre dice que fue una entrevista “difícil”, durante la cual no hubo “ninguna consideración” por todo lo que había pasado. Dice que se sintió “liberado” al salir de la Ofpra: “No quería pasar ni un minuto más en ese lugar”.
Sospecha generalizada
“Me preguntaban sobre todo si pertenecía a Hamás, si sabía manejar un arma, si algún miembro de mi familia trabajaba para las fuerzas armadas. Todas esas preguntas equivalían a preguntarme si era militante o si tenía vínculos con algún grupo militante”, cuenta otro palestino. También le interrogaron sobre sus familiares. Y con todo detalle: tíos, tías, primos, incluso lejanos.
“Me percibían como un peligro. Las preguntas eran muy específicas y parecían más acusaciones que una entrevista para evaluar mi solicitud de asilo”, continúa. El agente de la Ofpra habría intentado “presionarlo”, como si lo estuviera “interrogando por un delito”. “Las preguntas no se referían a la situación humanitaria ni a las historias horribles que vivimos en Gaza”. Excepto una: “El agente me preguntó si había estado cerca de la muerte. Respondí que sí y pasó a otra cosa”.
Para él, la entrevista fue “intensa” y salió de ella “preocupado”. Lamenta que no le preguntaran por su situación familiar y por los seres queridos que dejó atrás. “El asilo es legítimo para alguien que ha vivido mi situación, pero tuve la impresión de estar infringiendo la ley o haciendo algo malo”.
Era como si quisieran demostrar que todos los palestinos son culpables, independientemente de su afiliación política
“Las preguntas eran precisas y se centraban en los más mínimos detalles”, cuenta una palestina de Gaza, “sin tener en cuenta los sentimientos de la persona cuando evocaba un acontecimiento difícil o un asesinato cometido ante sus ojos”. Aparte de las preguntas de carácter privado, que tienen por objeto verificar la veracidad de los hechos y del relato y no son sorprendentes en una entrevista de asilo, añade que le preguntaron por “las afiliaciones políticas” de sus familiares.
No se esperaba esas preguntas, dice, “a las que ya se había enfrentado con los servicios de inteligencia israelíes”. “Era como si quisieran demostrar que todos los palestinos son culpables, independientemente de su afiliación política”, añade, precisando que se sintió “muy nerviosa” al término de la entrevista.
Normalmente, en una entrevista para solicitar asilo, las preguntas se refieren en primer lugar al estado civil y a los datos personales del interesado, y luego a su trayectoria y a los peligros o persecuciones a los que se enfrentaría si regresara a su país de origen. Las preguntas varían, por tanto, en función de la historia de cada persona y de su nacionalidad (dependiendo de si existen situaciones de conflicto en el país de origen o no).
En el caso de los palestinos procedentes de Gaza, “dedican más tiempo a buscar motivos de exclusión [para denegar la solicitud de asilo, ndr] que a buscar motivos de protección”, lamenta una fuente que desea permanecer en el anonimato. Según ella, “el 80 % de las preguntas” se refieren a la seguridad: “¿Qué opinas de Hamás?”, “¿Qué opinas del 7 de octubre?”, “¿Crees que fue un acto de resistencia?”, “¿Sabes manejar un arma o has manejado alguna vez un arma?”, etc.
“Los solicitantes de asilo no lo entienden. Hay una gran diferencia entre la tragedia que han vivido y las preguntas que se les hacen”, dice esa fuente, que precisa que “sus relatos pueden hacer llorar a los abogados, intérpretes o agentes de protección”, ya que están llenos de horrores.
“Es la primera vez que se sinceran. Están estresados, han huido de una zona en la que se está cometiendo un genocidio y donde sus familias corren peligro de muerte cada día”, añade otro interlocutor. Según nuestras informaciones, algunos agentes de la Ofpra han roto a llorar durante las entrevistas, disculpándose por tener que hacer tales preguntas. Otros se sienten bastante cómodos con las preguntas que hacen.
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Preguntas muy inesperadas para estos supervivientes de Gaza, ya que, como otros, han tenido que esperar más de un año para ser evacuados, debido a las largas investigaciones de seguridad para obtener el visado y el permiso para salir de Gaza. “No han venido a Francia ilegalmente ni de forma expresa”, subraya una de las fuentes ya citadas. “El agente de protección era amable, pero es como si el sistema le obligara a hacer esas preguntas”, concluye el primer palestino citado.
Traducción de Miguel López