La Justicia europea decidirá si la nuclear y el gas son energías "verdes"

Idafe Martín Pérez

Bruselas —

¿Es la energía nuclear “no dañina para el medio ambiente”? Para eso habría que olvidar los residuos nucleares. ¿Lo es el gas natural? La generación de electricidad en centrales de gas emite la mitad que en centrales de carbón, pero emite. A pesar de la evidencia, la Comisión Europea propuso, el Parlamento Europeo aprobó y el Consejo Europeo (los gobiernos) dispuso, que en la taxonomía de la energía –una clasificación que igual puede ser importantísima en los próximos años para dirigir inversiones multimillonarias o quedarse en un cajón del Berlaymont, sede de la Comisión, criando malvas— tanto la nuclear como el gas fueran consideradas “no dañinas para el medio ambiente”.

La propuesta de la Comisión Europea ya había provocado la dimisión de los expertos que la propia Comisión había reunido en un grupo que debía asesorarla sobre financiación “verde”. Pero los intereses de los gobiernos, sobre todo del francés a favor de la nuclear y del alemán a favor del gas, decantaron la primera batalla de una guerra aún por decidir. Desde que se anunció la propuesta dos gobiernos, el austríaco y el luxemburgués, anunciaron que de salir adelante irían a los tribunales. Este pasado lunes Austria dio el paso con la presentación de una denuncia ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Luxemburgo la respaldó.

La ministra de Medio Ambiente austríaca, Leonore Gewessler, dijo que calificar a la nuclear y al gas natural como “verdes” era “irresponsable y poco razonable”. Gewessler, que quiere convencer a más gobiernos, entre ellos el español, para que respalden su denuncia, asegura que la decisión fue “un intento de dar un lavado verde a la nuclear y al gas por la puerta de atrás”.

La taxonomía de la energía coloca como “no dañinas para el medio ambiente” a energías como la solar, la eólica o la hidroeléctrica. Desde el próximo enero lo hará también con algunas inversiones en gas natural y nuclear. Expertos, algunos gobiernos como el austríaco y muchos eurodiputados, creen que la decisión tiene lagunas legales que abrirían la puerta a que los jueces europeos la tumbaran.

Un informe de Table Media Europe explica que Austria puede agarrarse, según sus asesores legales, al artículo 263 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Es el que permite a los Estados miembro llevar ante la Justicia cualquier medida tomada por una institución de la Unión Europea “con falta de competencia, incumplimiento de los requisitos del proceso o incumplimiento de los Tratados”.

Un informe de la firma de abogados Redeker-Sellner-Dahs, sobre el que se apoya la denuncia austríaca, explica que la Comisión Europea sacó los pies del tiesto, que se excedió en sus competencias clasificando a la nuclear como “no dañina para el medio ambiente” porque eso es ir más allá de lo que le permite un “acto delegado”, que es la forma jurídica que usó el Ejecutivo europeo para arrogarse la competencia de proponer la Regulación de la Taxonomía.

El informe jurídico explica que en la taxonomía de la energía hay tres categorías y la tercera son las energías de transición, donde la Comisión Europea mete la nuclear. La propuesta aprobada permite que se financien como “verdes” proyectos de reactores que se lancen hasta 2045, que no estarían en funcionamiento hasta (seamos optimistas), entre 2055 y 2060. Es decir, hasta 5 ó 10 años después de que haya terminado la transición energética, que debe cerrarse en 2050 según los acuerdos europeos.

Austria también denuncia que en la decisión no se tuvieron en cuenta conceptos básicos en cualquier análisis de riesgo sobre energía nuclear como la resistencia de las centrales a los efectos de la crisis climática (en Francia este verano hubo que apagar reactores porque no podían ser refrigerados por las altas temperaturas de algunos ríos), las consecuencias de la minería de uranio y el riesgo de accidentes.

La decisión tiene más agujeros legales según el informe que maneja el Gobierno austríaco. Hace referencia a la Directiva 2009/71 de Euratom cuando hay una posterior (2014/97), que supuso una actualización con medidas de seguridad más estrictas.

La Comisión Europea usa should (debería) por todo el texto. No es un detalle sin importancia ni un ejercicio de estilo literario. En seguridad nuclear el uso del “debe” (shall) o “debería” (should) está regulado. Si se habla de obligación se debe usar shall.

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El texto va más allá en sus agujeros legales porque llega a hablar de “accident-tolerant fuels”, un tipo de carburante nuclear en estudio pero que todavía no se usa comercialmente. Los datos de Foratom (el lobby de las nucleares) que recoge el informe jurídico austríaco aseguran que esos combustibles están “en fase de investigación y no se sabe cuándo estarán disponibles para el mercado”.

La Comisión Europea no es tampoco la autoridad competente para autorizar nuevas tecnologías o carburantes en la industria nuclear. Lo son los reguladores independientes nacionales, como el Consejo de Seguridad Nuclear en el caso español. Siguen así los errores. Bruselas habla de “ciclo de combustible cerrado”, los conocidos como breeder reactors, otra tecnología no disponible comercialmente y que también deberán aprobar en su día los reguladores nacionales.

Austria objeta también que la Comisión Europea pide a los operadores nucleares que envíen como muy tarde en 2025 un plan de cómo piensan tener para 2050 sus residuos nucleares en un “depósito geológicamente profundo”. La propia Comisión admite que no existe ninguno así en el mundo y que en Europa sólo se investiga su construcción en Finlandia, Francia y Suecia. El más avanzado de los tres es Cigèo, el francés. Se empezó a desarrollar sobre el papel en 2006 y no se espera que esté en activo hasta 2040.

¿Es la energía nuclear “no dañina para el medio ambiente”? Para eso habría que olvidar los residuos nucleares. ¿Lo es el gas natural? La generación de electricidad en centrales de gas emite la mitad que en centrales de carbón, pero emite. A pesar de la evidencia, la Comisión Europea propuso, el Parlamento Europeo aprobó y el Consejo Europeo (los gobiernos) dispuso, que en la taxonomía de la energía –una clasificación que igual puede ser importantísima en los próximos años para dirigir inversiones multimillonarias o quedarse en un cajón del Berlaymont, sede de la Comisión, criando malvas— tanto la nuclear como el gas fueran consideradas “no dañinas para el medio ambiente”.

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