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Los viajes de Trump

Juan José Torres Núñez

El primer viaje al extranjero del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha sido de nueve días, a cuatro países: Arabia Saudí, Israel, Bruselas e Italia. Allí visitó al Papa y asistió a la reunión del G7. El periplo terminó como el rosario de la aurora: Todos contra Trump. Según esta tribuna, publicada en El País, “la Unión Europea y demás países deben obligar a EE. UU. a rectificar sobre el cambio climático”. Tras la intervención de Trump en Bruselas, reprochando a los miembros de la OTAN que su gasto militar es insuficiente, Angela Merkel perdió los nervios y nos recordó que “la seguridad europea debe estar en primer lugar en manos europeas” porque según ella, “los europeos debemos tener nuestro destino en nuestras propias manos”. En los debates y reflexiones sobre nuestro futuro, Bruselas ya ha empezado a hablar de despliegue de fuerzas en zonas de conflictos y también de la necesidad “de crear un mercado único de defensa”. Con otras palabras, nuestro destino está asociado al mercado de la guerra: los tambores empiezan a sonar. Mientras tanto, el Papa clama en el desierto exhortando a las personas de buena voluntad a que luchemos por la paz. Como siempre: guerra y paz.

En Arabia Saudí Trump asistió a la danza de los sables y se movió al ritmo de los tambores. El 23 de mayo, la secretaría de prensa de la Casa Blanca facilitó un documento conjunto entre el Reino de Arabia Saudí y los Estados Unidos de América. En este documento de 4 páginas y 28 puntos, la palabra paz aparece cinco veces. Se habla mucho de la amistad y cooperación entre los dos países y de la necesidad de una visión estratégica para poder enfrentarse a las agresiones y amenazas constantes del terrorismo en Oriente Medio. El punto 15 señala categóricamente la determinación de ambos países de “eliminar al Daesh (el Estado Islámico), al Qaeda y otras organizaciones terroristas”. El punto 22 nos da el punch line [el remate o conclusión] de esta declaración conjunta: “Los dos mandatarios estuvieron de acuerdo en la necesidad de contener la interferencia maligna de Irán en los asuntos internos de otros países, instigando la lucha sectaria, fomentando el terrorismo…” y etc., etc.

Esta declaración conjunta está llena de paradojas y contradicciones. ¿Cómo puede Arabia Saudí contener el terrorismo cuando los saudíes son los que lo fomentan y lo financian? ¿Cómo puede este estado teocrático hablar de la interferencia maligna de Irán, cuando ellos están interfiriendo con su wahabismo sectario y criminal en Oriente Medio y en todo el mundo? El punto 25 elogia a Arabia Saudí por “la ayuda humanitaria que presta al pueblo yemení”. ¿Cómo se puede elogiar a este país por la guerra genocida que está librando en Yemen? ¿Cómo podemos olvidar la interferencia maligna de Arabia Saudí en los atentados terroristas a las torres gemelas, en el corazón de Nueva York, el 9 de septiembre de 2001? Es evidente que si aceptamos el papel que la declaración conjunta otorga a Arabia Saudí, estamos aceptando también la política de guerra de Bush, Obama y del imperio británico, que siempre ha considerado a este país como un outpost [pequeño campo militar].

Se acusa a Irán de sectarismo en la declaración cuando, como señala Daniel Lazare en su artículo Trump Submits to Neocon Orthodoxy, “Arabia Saudí prohíbe toda clase de religión que no sea el Islam, detiene a los cristianos por el simple hecho de rezar y tener biblias, compara el ateísmo con el terrorismo y ha declarado el estado de excepción en su provincia del este a los chiíes”. Y según Wikileaks, sabemos que Arabia Saudí financia a los grupos terroristas suníes del mundo. Esto no es un secreto. Según Lazare, este país tiene unas ganancias con el petróleo de 500.000 millones al día. Con este dinero se puede financiar a muchos grupos terroristas. ¿Se imaginan a Arabia Saudí liderando una OTAN islámica con sistemas de armas avanzadas, como se está intentando crear? Mejor no imaginarlo. Tiene mucha razón Lazare al advertir que el sustancioso contrato multimillonario de venta de armas a Arabia Saudí, firmado por Trump y el rey “añade un desequilibrio militar y también gasolina a una conflagración en el Oriente Medio”. Una OTAN islámica, compuesta por suníes y apoyada por Estados Unidos, para luchar contra Irán y el Estado Islámico, puede hacer estallar una guerra de consecuencias imprevisibles.

El punto 24 de esta declaración no olvida mencionar la “importancia de alcanzar una paz duradera entre israelíes y palestinos…”. Cuando Trump llegó a Israel, el primer ministro Benjamín Netanyahu lo recibió con exaltación: no podía ser de otra manera. Pero no se puede hablar de paz a una Palestina ocupada, en donde como sabemos, en Hebrón, por poner un ejemplo, viven unos 200.000 palestinos y unos 800 colonos israelíes, fuertemente protegidos por más de 600 soldados. No se puede hablar de paz a un pueblo rodeado de muros y encerrado en su propia tierra, limitado en sus movimientos, en el acceso a la educación y limitado incluso en el acceso al agua. La paz y la seguridad llegaría “con la solución de dos estados con las fronteras de 1967 y con la capital del Estado de Palestina en Jerusalén”, como ha manifestado el presidente palestino Mahmud Abbas. Pero con el señor Netanyahu en el poder y la extrema derecha, no parece que la paz se pueda festejar en Palestina y en el mundo entero. Sería extraordinario que nos equivocáramos en esta afirmación. En fin, fue un gran encuentro con muchas fotos para el recuerdo.

El resto del viaje fue solo de acontecimientos sociales. En Bruselas, aunque los mandatarios que integran la OTAN sabían que Trump ya no piensa que esta organización belicista ha quedado obsoleta, se abrió la caja de Pandora. Trump habló claro: el gasto militar de los miembros de la OTAN es insuficiente. Hay que rascarse los bolsillos. Sonaron las alarmas (véase en este medio mi artículo La hipocresía de la Unión Europea). Con los recortes y la austeridad que nos impone Bruselas, creando cada día más pobreza, ¿cómo vamos ahora a poder sufragar los gastos militares que Trump nos exige? En su artículo Europe May Finally Rethink Nato Costs (consortuimnews.com, 27 de mayo), Ray McGovern comenta que “pagar más en defensa puede crear una fuerte reacción negativa porque la austeridad ha exprimido al Continente…” Según él, “esta gran tensión se debe a la expansión de la OTAN”. Para los europeos se desencadenó una serie de amenazas que recuerdan las ideas expuestas en la cumbre de Malta, tales como: “unidos resistiremos, divididos caeremos”. El mensaje ha sido el de crear una gran defensa de Europa que “complemente la OTAN”, pues “nos hemos quedado solos”, declararon. Federica Mogherini sostuvo que “la seguridad y la defensa son prioridades de la Unión Europea”. Vemos claramente la actuación rápida cuando se trata de la creación de una Europa belicista y el olvido de la Europa social.

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En Italia, en la reunión del G7, se desató la gran tormenta. Hubo un desencanto general cuando Trump anunció en su discurso la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, dejando así a su país fuera del pacto global contra el cambio climático. Ha habido muchas reacciones sobre la posición de Trump respecto al cambio climático, pero la mejor quizá la ha dado Vladimir Putin al subrayar que “si esos grandes países emisores, como Estados Unidos, no trabajan, entonces no se podrá concertar ni firmar ningún acuerdo en este campo”. Se trata, pues, de “recuperar a Washington”, añadió. Si Estados Unidos cree que “la vida sin carbón no es lo más importante para la humanidad o para el planeta ahora”, tenemos que convencerlos con argumentos científicos, no rechazarlos. Con reacciones histéricas no los vamos a recuperar.

Como ha observado el EIR (Executive Intelligence Review, 23 de mayo), la alianza de Estados Unidos y Arabia Saudí contra Irán, “si lleva a cabo sus políticas”, acabaría con la posible colaboración entre Estados Unidos, Rusia y China y nos llevaría a una confrontación, cuando “lo que se necesita urgentemente es la participación de toda la región en la Nueva Ruta de la Seda”. Para Helga Zepp-Larouche esta ruta ya se ha convertido en el Puente Terrestre Mundial, como se ha visto en la Iniciativa de la Franja y la Ruta en el foro de Pekín los días 14 y 15 del pasado mes de mayo.

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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