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El 'reggaeton' de Juan Marín con el PP y Vox

Ángel Lozano Heras

A pesar de haber perdido siete escaños en el Parlamento andaluz –más de 300.000 votos–, quedando casi terceros, con estrepitoso fracaso personal de Pablo Casado y Juanma Moreno, el PP ya preside la Junta andaluza. Eso sí, necesitó de los apoyos de la derecha de Ciudadanos y de la ultraderecha de Vox. Y todo esto dicen –camuflando malamente su escaso acierto electoral– que es porque la gente ha votado el cambio en Andalucía. Ahora parece que los tres partidos (PP, C's y Vox) van juntos y votan acoplados, en una nueva reedición de la dura derecha CEDA, auspiciada por Aznar. Y el caso es que lo justifican porque ya estaba bien de socialismo en Andalucía, hartos de que gobernaran casi 37 años. Y C's y Vox secundan al PP y les reafirman en ese desatino del supuesto cambio político.

¿Y por qué no aplican, el PP sobre todo, el mismo criterio de marketing electoral para sus dominios políticos, por ejemplo, en Castilla y León o en Murcia o en Galicia?

Insinúan desde C's y PP que se exportará este acuerdo de las derechas a otras comunidades autónomas. Las expectativas de las fuerzas del cambio, dice enardecido el viejoven político Casado como si tuvieran ellos el monopolio, se extrapolarán a futuros gobiernos de otras autonomías y ayuntamientos. Esta experiencia de laboratorio de las derechas de Andalucía ha servido para lavar sus vergüenzas, blanqueando y bautizando políticamente a la formación extremista de Vox. Entre estas indecencias, diremos que configuran una coalición con un partido anticonstitucionalista, Vox. Los voxistas se niegan a condenar el franquismo; aspiran a cargarse el Estado de las autonomías, el Derecho Internacional, Derechos Humanos, las normas de la UE. Estas y otras propuestas supondrían que España se saliese de la ONU, de la UE, del Consejo de Europa.

Además, Vox propone recortes en la Sanidad pública y en partidas sociales y para la lucha contra la violencia de género. En Castilla y León, el PP lleva malgobernando más de 30 años; casi 25 en la Región de Murcia y, en Galicia, otros tantos. Sobre todo Castilla y León es un despropósito de gestión socioeconómica del PP –últimamente enredado en casos de prevaricación y amiguismo en las contrataciones públicas–, con un paro altísimo, con una agobiante despoblación, con una inversión ridícula en el I+D+i y en la creación de empleo.

Consejos vendo pero para mí no tengo; esas consignas electorales son solo para el contrincante. Y bien que Castilla y León –y las otras autonomías– merece una oportunidad de cambio de gobierno, arrojando al PP a la oposición. Las vergüenzas las tapan así. Ahora, Casado, afirma que él acabará con las ínfulas independentistas de Torras como ya hizo hace tiempo el PP con el plan Ibarretxe en Euskadi.

No sabemos cómo lee la historia el bisoño Casado de máster regalado, pero la verdad es que hace 20 años para el PP, los malos de la película eran los vascos independentistas, PNV apoyados por los filoetarras de HB, y otros separatistas y afines. Y los buenos eran el honorable Pujol y Artur Mas que pactaban con Aznar. Y sabían hacerlo bien, sacando rentabilidad a las reivindicaciones catalanas con prebendas económicas muy suculentas. Hasta que llegó la corrupción del 3% y los recortes socioeconómicos de CIU.

A Casado le hemos oído últimamente ratificar la estupidez de sus planes para el procés catalán. Por eso, por esas erróneas y sibilinas políticas peperas, el PP se ha quedado en Cataluña sin grupo parlamentario propio bajando en últimas elecciones a solo cuatro escaños. Y en el País Vasco más de lo mismo: han ido mermando parlamentarios y votos de legislatura en legislatura. Y sus rancias políticas han dejado al presidente del Ejecutivo vasco, Urkullu, victorioso y sacando todo el presupuesto que quiera, primero a Rajoy y ahora a Pésanchez, y más con el especial montante en euros del cupo vasco.

Este Casado no se entera, o si lo hace es que tiene una cara que se la pisa para tapar los bochornosos casos peperos de corrupción, prevaricación, financiación ilegal, ineptitud en la gestión política. Es el PP de Casado, ahora, una mala copia de Vox y C's porque no tiene proyecto propio que encandile a los españoles. Las encuestas prelectorales ya le dan tercero, detrás del PSOE y Cs, y muy cerca Unidos Podemos para hacerle bajar al cuarto puesto.

Juan Marín, de C's, en este revoltijo del pacto de la CEDA, parece un invitado de piedra, o un pésimo ventrílocuo, que solo habla por boca de sus dirigentes de Madrid y Cataluña. Primero dice que una línea roja suya es la Presidencia de Ciudadanos a la Junta andaluza. Luego se desdice y traga para acceder a la Presidencia del Parlamento, y asevera que con eso le sobra. Decían en Ciudadanos que con Vox nanay de la china de pactos, pero admiten que esté en la Mesa del Parlamento y admiten su votos de extrema derecha para gobernar la Junta. Marín, todo un botarate sin chicha política ni personalidad ni liderazgo.

Acepta el tal Marín las imposiciones de la derecha dura pepera de Casado, Moreno y García Egea y de la extrema derecha de Serrano y Abascal, de Vox. Y se empeña el líder andaluz de C's, Marín, en contarnos la milonga de que esto es porque se votó por el cambio en Andalucía, y era urgente echar al gobierno corrupto socialista. Claro, al que él y su partido Cs apoyaron con entusiasmo hasta hace apenas dos meses.

Este tal Marín desde 1983 pasó de conchabarse con AP hasta el Partido Andalucista; luego al CIS, colaborando con PSOE, hasta recalar en Ciudadanos. Y es que al sanluqueño de C's, Juan Marín, le va el reggaeton con cambio de pareja continuo, y con canciones pegadizas, falangistas, franquistas, populistas del PP y de Vox.

Cacareó Ciudadanos sobre que ellos son los adalides de la regeneración democrática, pero se suben los sueldos institucionales un 50% nada más entrar en el Parlamento andaluz. Y, mientras, en el Congreso Diputados y en el Senado, se alían con el PP para bloquear propuestas sociales, laborales y de pensiones para millones de españoles.

Y amenazan con hacerse en mayo de 2019 con la mayoría de ayuntamientos y autonomías con los votos del PP y Vox. Esta es la nueva CEDA aznariana que tenía por mantra indestructible que había que dar el Gobierno al partido más votado, habiendo quedado segundos, terceros y quintos, muy por detrás de los escaños del PSOE .

En este baile inmoral del reggaetonreggaeton de las tres formaciones derechonas, PP, Cs y Vox, solo han querido hacerse con la Junta de Andalucía, pues no son la fuerza de cambio real que necesitan los andaluces ni va a solucionar los problemas de la gente ni de la clase trabajadora. ____________

Ángel Lozano Heras es socio de infoLibre

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