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¿Por qué odian los hombres a las mujeres?

Antonio García Gómez

"En definitiva, algunos hombres no las perciben ni conciben como seres con humanidad: las cosifican y las poseen, las maltratan o las matan" (María Silvestre)

Desde el caso de La Manada, de los Sanfermines de 2.016, se han registrado policial y judicialmente más de 135 agresiones grupales sexuales, muchas de ellas violaciones, contra mujeres. En el País Vasco se ha registrado el pasado año un aumento de un 37% de agresiones sexuales. Muy preocupante.

Parece que últimamente se centra la razón de este crecimiento de la violencia machista en el fácil acceso a la pornografía desde las más jóvenes edades. Un factor, por descontado, que influye y mucho. Pero que no es el único: nos conduciría a un error grave pensar que es así.

En Andalucía en lo que vamos de año se han producido 10.700 denuncias por maltrato machista. Paralelamente un grupo político, para mi criterio deleznable, parece obsesionado con negar, empezando por nombrarla, esa evidente violencia de género. Desea llamarla "violencia intrafamiliar", con la cobarde complicidad de algunos conmilitones no precisamente de esa formación política.

Recuerdo con amargura con un debate que mantuve con alumnos de entre diecisiete y diecinueve años, en el que uno de ellos insistió en destacar que "él no se fiaba de su novia", y que "pensaba que todas las mujeres eran unas putas", casi, casi, viéndose medio obligado a incluir en esa calificación a su hermana y madre.

Desde que tengo noción de memoria siempre he recordado el recurso fácil al chiste "contra la mujer, la nuera, la cuñada, la suegra...", sin encontrar ningún rechazo ostensible en la concurrencia.

No entendía yo muy bien cuando de niño escuchaba aquello de que "casarse era un lotería", entendiendo que las de perder las tenía siempre la mujer… en el caso de que algo se torciera.

Es claro pues que siempre se ha entendido, de una manera u otra, que la que debía aguantar era la mujer.

Recuerdo cómo insistía mi madre en que ella jamás toleró que mi padre la nombrara como la parienta, una manera tan "chusca como despreciativa" que relegaba a la mujer a una posición secundaria.

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Todo ello puede empezar a explicar que esa cosificación viene de atrás y desde muchos flancos.

Atendiendo además al actual caldo de cultivo en el que el individualismo es la gran baza para justificar ese afán amoral, mezquino, injustificable, por buscar el placer, renegando de la más mínima frustración, como sujetos incapaces de sentir empatía, respeto, compasión... Tal vez porque lo ven también en sus líderes, que dejaron de ser referentes morales desde el momento en que mostraron que sus tragaderas eran tan innobles como inmorales.

Sus discursos enfatizan y esparcen mentiras, inquinas y odios a cambio de una oferta inagotable de placer y más placer, aunque hayan de llevarse por delante a la mujer rodeada, agredida, violada por un grupo de miserables, sin opción a la disculpa. El ambiente social que nos llega de arriba es también muy miserable.

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