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El Museo del Prado por la España vaciada

Thierry Precioso

En 2002, los cuatro de mi familia tomamos el tren de alta velocidad (TGV) a París para hospedarnos cuatro noches en la casa de mi tío, en la Porte de Lilas. Era un tercer piso con tres ventanas con vistas al boulevard Périphérique.

En la tarde del día siguiente, los cuatro estábamos en un autobús camino de la Torre Eiffel cuando quedé completamente horrorizado y deprimido al ver una cola sin fin para el Museo del Louvre, pensé en un rebaño abocado a la entrada... Horas más tarde cenando en casa, mi tío dijo como algo que caía por su propio peso que, claro, ¡el día siguiente debíamos ir al Louvre! De repente sudé no por la alta temperatura de la sopa, sino por la trifulca que podía avecinarse, pero expresé que los chicos debían estar de acuerdo, que no les podía imponer estar entre una muchedumbre tan densa y mareante. No tardé en relajarme al oír a mis hijos decir que no querían para nada ir al Museo. Entonces mi tío me recriminó que huyese de mis responsabilidades, que debía decidir yo, que estaba sentado un serio precedente de cara al futuro. Pero yo no me movía de la defensa del libre albedrío de mis hijos... Su esposa llegó a decir que tal vez podrían ir al Louvre en el futuro. La discusión fue a menos y, por suerte, a los cinco minutos empezaba la serie televisiva que los cuatro mayores queríamos ver.

En 2015, iba a Córdoba solo en mi coche cuando un poco antes de Valencia en vez de continuar hasta Requena, como cuando habíamos ido a Sevilla, decidí tomar a la derecha la dirección de Teruel. Una vez allí, lo primero que hice fue de asegurarme una habitación en un hotel que resultó ser El Mudayyan. Después de cenar, paseé y me encontré con unos edificios modernistas en la que parecía ser la calle principal. Había leído en alguna parte que Zamora y Teruel eran dos ciudades provistas de este tipo de arquitectura. Un poco antes de la medianoche entré en mi habitación, tenía una decoración mudéjar y, una vez acostado, me impresionó la tela algo transparente presente.

La mañana siguiente estuve dando vueltas por la ciudad vieja. Transitaba de espacios sombreados a otros iluminados; varias veces me detuve a contemplar vistas fulgurantes desde los 1.000 metros de altitud de la ciudad a mucho más abajo...

El Museo del Prado destina unos 80.000 euros a compras de obras de mujeres en los últimos 20 años, un 0,17% del total

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En 2013, el Museo del Prado ocupaba el 18º lugar en cuanto a numero de visitantes y estoy seguro de que no tiene un problema de masificación tan acuciante como el que padece el Museo del Louvre, que es el más visitado del mundo. Pero la afluencia al Museo del Prado no va a parar de crecer y ciudades de la España vaciada piden a gritos alternativas positivas para que sus jóvenes puedan encontrar trabajo y quedarse en su provincia. Considero que estaría bien que el Museo del Prado se extienda con dependencias anexas en varias ciudades de la España vaciadaofreciendo en cada una de ellas algunas pinturas prestigiosas para poder atraer muchos visitantes. A bote pronto pienso en Soria, Zamora, Cáceres, Ciudad Real, Cuenca y también... ¡en la luminosa Teruel!

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Thierry Precioso es socio de infoLibre

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