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Cinco reflexiones cruciales para la democracia a las que invita la carta de Sánchez (más allá del ruido)

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Aprendizajes

Francisco Goya

El pasado día 11 salí a la calle por primera vez desde el 12 de marzo, 59 días en los que no había salido ni tan siquiera al rellano de mi escalera. En este periodo he tenido tiempo de leer y pensar un poco más despacio que habitualmente. Hay un proverbio árabe que dice más o menos así: el que observa, ve; el que ve, medita; el que medita, aprende. Yo quisiera compartir algunos aprendizajes personales que he hecho en este tiempo.

En primer lugar, creo que las instituciones, el poder y sobretodo quienes manejan el dinero siguen estando al margen de las personas. En todos los países de Europa y también en Estados Unidos y otros países ricos ha primado la economía y la sensación de pérdida de beneficios y privilegios sobre la situación sanitaria, por eso se ha reaccionado quizá tarde y, cuando se ha hecho, la oposición fundamentalmente aquí en España se ha dedicado a poner palos en las ruedas, a pesar de los reiterados llamamientos a la unión de todos. Ahora que la situación sanitaria empieza a mejorar, vuelve el ruido, las cacerolas y la desunión.

En segundo lugar, los errores del gobierno que los ha habido y por los que debería en su momento asumir responsabilidades no son exclusivos de España ni se trata de un gobierno que quiera llevarnos a la ruina como dicen desde la oposición, que ataca furibunda sin hacer ningún tipo de propuesta. Tanto en Francia como en Reino Unido o en Estados Unidos, Brasil Mexico etc, las consecuencias han sido también dramáticas, no es una cuestión de color político sino de solidaridad entre todos, de ayudar y de aportar.

¿Qué hubiese pasado si en lugar de Sánchez hubiese gobernado Casado o incluso Abascal? ¿La situación hubiese sido distinta? Yo personalmente no lo creo, quizá lo que sí hubiese pasado es que la desigualdad hubiese sido todavía mayor y las personas más débiles, trabajadores, autónomos y pequeños empresarios hubiesen tenido mucha menor protección o quizá ninguna. En tercer lugar, mi reflexión me lleva a pensar en el miedo: la inmensa mayoría de la sociedad ha tenido un comportamiento ejemplar, solidario, responsable y que ha permitido el control de la enfermedad. Al principio no pensábamos en la gravedad, ahora que va pasando nos da miedo volver a salir, no somos los de antes.

El gobierno debería combatir ese miedo en ocasiones paralizante con información veraz, con las menores contradicciones posibles y confiando en la gente. La mayor parte sabe distinguir la información del ruido, aunque siempre habrá quien trate de sacar beneficio de una crisis sin aportar nada. Yo prefiero quedarme con quien con todos sus errores intenta hacer más fácil la vida de quien tiene al lado, he aprendido que el tiempo es valioso, prefiero dedicarlo a construir antes que a romper, un virus microscópico ya nos ha demostrado que puede hacerlo, no necesita más ayuda.

Francisco Goya es socio de infoLibre

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