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Mascarillas, el absurdo más flagrante

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Santiago Cabañas Martínez

No sé si las autoridades sanitarias tienen cerebro o les falta un hervor; yo creo que sí, porque si no, no se entiende las normas que están implantando con el uso de las mascarillas.

Se ha dicho por activa y por pasiva que el covid-19 en sitios abiertos es muy difícil que se contagie, que los contagios se producen en lugares cerrados, pues bien, ¿no es absurdo que por ejemplo yo, vaya con mi familia que somos convivientes, a dar un paseo por el campo y tengamos que llevar mascarilla? Si vamos a un lugar en el que la persona más cercana está a más de 30 metros, ¿con qué fin nos ponemos todos la mascarilla?

Si yo voy por mi barrio, que es un barrio poco concurrido y la persona más cercana con la que me cruzo está a 10 metros, ¿con qué fin me pongo la mascarilla? Son normas tan absurdas que la población las ve tan ridículas que no me extraña que muchos las incumplan; sin embargo resulta curioso que en las colas para entrar en los templos no se respeta la distancia de dos metros y la Policía Municipal vigilando y sin hacer nada, por no hablar de la concentración en el centro de Madrid de cientos de personas sin mascarilla, sin guardar la distancia y saltándose el toque de queda, pero tenemos que tragarnos que los que han venido de Francia estos días, han venido para visitar museos y teatros. El teatro es el que hacen los políticos de Madrid con este tema, ¿o es que se están riendo de nosotros y nos toman por idiotas?

Volviendo al tema de las mascarillas, entiendo que en todos los lugares cerrado sea obligatorio el uso de la mascarilla y si puede ser la distancia social de dos metros.

Si una persona va por el centro de la ciudad en la que hay aglomeración de personas, también entiendo el uso de la mascarilla, pero si vas por un barrio en que no circulan muchas personas, no tendría que ser obligatorio su uso, siempre que se cumpla la primera norma: mantener la distancia de más de dos mestros; manteniendo esta distancia, que me digan a mí, qué posibilidad hay de contagio, lo digo yo: ¡¡¡Ninguna!!!

Asi que dejen de hacer el ridículo estas “mentes ilustradas” que nos imponen normas absurdas, que no tienen ningún sentido; a no ser que de esta forma haya más multas y se recaude más dinero.

Yo propongo que a las autoridades que implantan estas normas sin sentido, las quiten de sus puestos, pues no son más que mentes primarias; que pongan en su lugar personas sensatas, que implanten normas que realmente sean sensatas y tengan sentido.

Santiago Cabañas Martínez es socio de infoLibre

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