La portada de mañana
Ver
Cinco reflexiones cruciales para la democracia a las que invita la carta de Sánchez (más allá del ruido)

Cultura

Las madres no sólo están escritas: ahora, escriben

Imagen de archivo de una mujer embarazada.
  • Este artículo está disponible sólo para los socios y socias de infoLibre, que hacen posible nuestro proyecto. Si eres uno de ellos, gracias. Sabes que puedes regalar una suscripción haciendo click aquí. Si no lo eres y quieres comprometerte, este es el enlace. La información que recibes depende de ti.

¿Se han fijado? Las librerías se han llenado de libros en torno a la maternidad. No, no nos referimos a guías prácticas, ni a colecciones de consejos bienintencionados: aquí se trata de textos (ficción, autoficción, ensayo) donde las mujeres toman la palabra. Pienso en Quién quiere ser madre, de Silvia Nanclares; La mejor madre del mundo, de Nuria Labari; Roedores. Cuerpo de embarazada sin embrión, de Paula Bonet; La hija única, de Guadalupe Nettel. Pienso en Las madres no, de Katixa Agirre; en Mamá desobediente, de Esther Vivas; en Niños aparte, de Julieta Valero.

Hemos hablado con las tres últimas, Agirre, Vivas y Valero, sobre esta eclosión. No sin antes pasar por sus libros.

Katixa 

La narradora de Las madres no, madre reciente ella misma, asume la tarea de entender a otra madre, infanticida por partida doble. "Desde el punto de vista literario me interesa todo aquello que socialmente nos negamos a ver. Si frente al crimen y al mal solo se nos ocurre decir que eso es cosa de monstruos deshumanizados, si nos conformamos con encerrar a alguien de por vida y con eso nos quedamos tranquilos, creo que desde la reflexión pausada que exige la literatura debemos ir más allá, mirar debajo de las alfombras y exponer aspectos incómodos y desagradables".

Dice su protagonista: "Las mujeres no seremos nunca dueñas de pleno derecho de nuestro embarazo y parto hasta que no reconstruyamos el diccionario". ¿Qué palabras nos faltan?, pregunto. "Prácticamente todas, porque aquellas que rodean el embarazo y el puerperio son verdaderamente horribles, caen como maldiciones bíblicas y se imponen desde una autoridad médica que poco tiene que ver con la experiencia materna (meconio, pródromos, calostro... ponen los pelos de punta)".

Agirre dialoga con otras mujeres, de Silvia Plath a Cameron Diaz, como si necesitara anclarse en las historias y la realidad de otras para elaborar la ficción. "El libro surgió de mi propia experiencia, y después vi la necesidad de salir de ese relato íntimo y doméstico y rescatar la voz de tantas otras mujeres, para formar una red, ver que estamos juntas en esto, que nada de lo que nos pasa nos pasa solo a nosotras, por mucho que el tabú imperante nos haga creer algo así".

Julieta

Niños aparte supone su paso de la poesía a la prosa, quizá porque la maternidad es más prosa(ica) que poética. "La maternidad lleva al extremo, o al menos intensifica todo, por definición: trae un a ras de suelo (y piel, y sueño y moco y baba) el día a día, a la fisicidad total, a la supervivencia, pero a la vez te hace reeditarte ontológicamente: tu relación con la vida, la muerte, el miedo, el cuerpo, el sexo, el Otro... Y todas estas dimensiones, de lo más cotidiano a lo más abstracto, quedan atravesadas de prosaísmo y de sublimidad a la vez. La poesía no es lo contrario de la prosa; si tiene un contrario es la ausencia de asombro. Y la maternidad garantiza experimentarlo".

Valero no se centra en el embarazo, el parto y los primeros meses de maternidad, sino que nos lleva unos años más allá. "La experiencia del anterior se filtró en mi libro de poesía Los tres primeros años. No se eligen los temas, te suceden, y este otro momento posterior de la maternidad cobró forma literaria de prosa desde el principio". Ahora, quería explorar narrativamente otro espacio/tiempo vital, "ese en el que acompañar a nuestros hijos a través de la niñez es un mandato tan bestial que desplaza a la persona y, paradójicamente, la pone en una tesitura muy potente de autoreconstitución". Y cree que, en general, nada puede construirse al margen del deseo, en sentido amplio. "No se trata solo de ‘volver a’ (estar a solas, salir a correr, de copas, viajar o hacer parapente) sino de reeditar la relación que se tiene con el propio cuerpo, la pareja, el tiempo, el niño interior, la creatividad, los padres…" En ese "aparte", que sucede en los márgenes de la jornada, en la propia conciencia, una persona ha de reinventarse, "sobrevivir al soberano revolcón de responsabilizarse de otra/s vidas. Pero también somos el resultado de habitar los apartes de nuestra niñez… Y hasta cierto punto de la compleja relación que mantenemos con el niño que perdura en nuestro interior. Y desde luego en este libro hay niños reales".

Niños cuyos padres se implican en la educación, "las cosas han cambiado y apenas se reconoce ya aquel modelo en el que nos criamos, de padre figurante y de madre orquesta que todo lo podía" si bien sigue habiendo más mujeres en los parques, en las reuniones. "Sí, las mujeres seguimos sosteniendo la crianza y la educación en primera línea. El viejo modelo persiste aún, como reafirmación ideológica, que es bastante inquietante, o como residuo inconsciente que aceptamos de forma acrítica".

Vivas

Mamá desobediente aborda temas invisibles, entre ellos, la infertilidad, palabra generalmente asociada a la mujer a pesar de que también la padecen los hombres. "Tiene mucho que ver con causas ambientales y socioeconómicas. Por un lado, la creciente exposición a tóxicos ambientales y alimentarios mina la infertilidad de las personas como mina la fertilidad de numerosas especies de animales y vegetales; y al mismo tiempo, las condiciones socioeconómicas que hacen que muchas mujeres pospongan la maternidad hasta encontrar una estabilidad personal, laboral, que nunca llega, hace que, cuando se plantean ser madres, tengan problemas de infertilidad derivados de su edad".

Vivas sostiene que los tratamientos de reproducción asistida son un gran negocio para grandes empresas que ganan dinero con el deseo de ser madre y de ser padre (un lamento que me recuerda algo que Agirre se pregunta en su novela: "¿Acaso hay algo que no se pueda conseguir en esta fase tardía del capitalismo?"). Sí, esas técnicas ayudan, "pero no son la solución en mayúsculas a los problemas de infertilidad porque la solución a eso problemas implica abordar problemas y causas políticas y estructurales. Para acabar con los problemas de fertilidad no necesitamos más tratamientos de reproducción asistida, necesitamos que las personas, cuando quieran tener hijos, los puedan tener; que una mujer, cuando se quiera quedar embarazada, lo pueda hacer y no que posponga la maternidad hasta conseguir una estabilidad económica, laboral, que muchas veces nunca llega". Y hay que erradicar la contaminación ambiental y alimentaria, en gran medida responsable de esta situación.

Vivas deplora, además, que se inste a las mujeres a posponer la maternidad apelando a esos tratamientos, cuyo éxito demuestra hasta qué punto "se supedita la reproducción humana y el deseo materno a la lógica mercantil y productivista y al mercado".

La eclosión 

Tres autoras, tres contribuyentes a este baby boom editorialbaby boom por cuyas razones les preguntamos.

Se debe, empieza Agirre, "a algo tan sencillo como que cada vez más frecuentemente ser madre no significa ser exclusivamente madre: también hay madres que escriben, y vamos viendo la maternidad no como un tema menor, doméstico y carente de interés, sino como un tema con un gran potencial dramático y narrativo".

Se debe, sostiene Valero, "a que el ser humano nace y muere y a menudo se reproduce. Eso precede y trasciende cualquier credo, es lo único que sabemos que va a pasar. Ya era hora de que escribiéramos y leyéramos sobre el hecho fundamental de nuestra existencia, pero desde la perspectiva libre de quienes lo llevan a cabo, las mujeres".

Se debe, explica Vivas, a que ahora "son las mujeres madres las que narran en primera persona esta experiencia", y a que ponen el énfasis "en las sombras de la maternidad, en la ambivalencia, en esas cuestiones que aun a día de hoy no son políticamente correctas o socialmente aceptadas. Ese es el elemento diferencial, y creo que tiene que ver con el contexto en el que estamos de una nueva ola feminista que ha permitido sacar una serie de temas tabú y silenciados vinculados con la experiencia de las mujeres en el espacio público".

¿A quién beneficia el precio fijo del libro? La ley francesa imitada por casi todos cumple 40 años sin concitar unanimidad

¿A quién beneficia el precio fijo del libro? La ley francesa imitada por casi todos cumple 40 años sin concitar unanimidad

Y añade: si la maternidad no se entiende desde el feminismo, ¿de qué maternidad estamos hablando? "De una maternidad donde las mujeres no podemos decidir sobre nuestro cuerpo, de una maternidad donde se nos violenta el parto, donde se nos infantiliza a lo largo de esta experiencia, donde no podemos decidir, donde se reduce la mujer a madre, donde no se nos permite criar y tener vida propia al mismo tiempo…" Por ello, subraya, es fundamental entender que "maternidad y feminismo forman parte de la misma lucha". De lo que se trata es de que el feminismo "abrace y defienda la maternidad, los derechos de las madres, y reivindicar al mismo tiempo una maternidad feminista" porque si no incorpora, escucha, los derechos de las madres, deja en el camino a las muchísimas mujeres que lo son.

Una opinión que Valero comparte: "El feminismo que suscribo está a favor de la vida deseada y es enemigo de la maternidad como constructo cultural patriarcalizado", y Agirre pone en contexto: "Aún hoy en día parte del feminismo tiene problemas para concebir una visión positiva de la maternidad, y eso es así porque históricamente la maternidad ha sido sinónimo de esclavitud de la mujer".

Por todo ello escriben. Por eso y porque (parafraseando a la protagonista de Agirre), la identidad de madre no ha terminado por devorar y mandar al exilio más remoto a las mujeres escritoras que son. Dicho de otro modo, y aquí doy la vuelta a una afirmación de Susan Suleiman citada por Katixa, las madres no solo están escritas: ahora, escriben.

Más sobre este tema
stats