La portada de mañana
Ver
Cinco reflexiones cruciales para la democracia a las que invita la carta de Sánchez (más allá del ruido)

Lo mejor de Mediapart

La victoria de Obrador se presenta como la esperanza de izquierdas en México

Cientos de simpatizantes del candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador lo aclaman a su llegada a la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México.

La victoria de Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, es incontestable. Tras conseguir el 53% de los votos, frente al 22% y el 16% logrado por dos principales rivales, se ha convertido en presidente de México, en unos comicios a una sola vuelta que han registrado una participación récord. Aunque hace varias semanas que AMLO encabezaba los sondeos, su llegada a la presidencia, tras dos intentos fallidos (2006 y 2012), supone un éxito clamoroso y marca el deseo de los mexicanos de romper con los candidatos tradicionales de los dos grandes partidos: el PRI (formación escoba salida de la Revolución mexicana que ha dominado la vida política durante 70 años) y el PAN (un movimiento de centroderecha neoliberal).

No obstante, la ecuación López Obrador sigue siendo complicada y no puede limitarse a los dos calificativos que se le vienen atribuyendo: izquierdista y populista. Si bien su recorrido está claramente orientado a la izquierda, no se aleja de las normas tradicionales de la política mexicana. AMLO inició su carrera en el viejo PRI, pero se alejó de él cuando la formación, en los 80, se acercó a los neoliberales anglosajones. En ese momento, se unió a las filas del PRD, partido escindido del PRI, con el que llegó a la alcaldía de Ciudad de México en 2000. En ese momento se hizo conocido en todo el país, dejando entrever cuál podría ser su manera de gestionar el país: una adaptación a las estructuras económico-financieras establecidas, voluntad de reducir la corrupción y programas sociales o destinados a mejorar la vida de las personas. En la capital federal, aplicó un sistema de jubilaciones y puso en marcha obras de infraestructuras para descongestionar el tráfico por carretera.

Para numerosos observadores, López Obrador se encuentra más próximo de Lula, el expresidente de Brasil, que a los zapatistas mexicanos, a los que nunca se sintió cercano, o de Hugo Chávez y sus aliados de la “revolución bolivariana”. En su discurso televisado de este domingo, tras conocerse su victoria, López Obrador prometió llevar a cabo “profundos cambios” y dar atender a todos los mexicanos –pero actuar “preferentemente en favor de los olvidados y de los más pobres”–. No hay que olvidar que la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, es decir, unos 65 millones de personas, lo que supone casi la mayoría de sus conciudadanos.

En el mismo discurso televisado, Obrador se comprometía a respetar la autonomía del banco central, a no subir los impuestos y a respetar los “canales legales” en relación a los contratos petroleros firmados con compañías extranjeras por su predecesor en el cargo. AMLO, muy crítico con la privatizaciones de amplios sectores de la economía o con el Tratado de Libre Comercio Norteamericano (TLCAN), aseguraba también que no iniciaría una campaña de nacionalización y que no dejaría el TLCAN. Aunque si bien estas promesas pueden parecer estratégicas, dirigidas a tranquilizar a los mercados financieros y a los inversores extranjeros, se corresponden bastante bien con el “pragmatismo” que reivindica López-Obrador.

En eso se parece a Lula quien, preservando las infraestructuras existentes en Brasil, se las arregló para reorientar el maná financiero hacia los que más necesitados a golpe de programas sociales (becas escolares, asistencia a los más pobres, vivienda), en lugar de beneficiar a los más ricos, como hasta entonces (bajada de impuestos, condiciones de inversión poco claras). AMLO ha prometido aumentos salariales para los funcionarios peor retribuidos, la revalorización de las pensiones de jubilación, de las becas de estudio para la juventud y el apoyo a los pequeños agricultores.

Lula también se basó en una política extractivista muy desarrollada para financiar sus proyectos. Todo apunta a que AMLO pretende hacer lo mismo, lo que explicaría la atención prestada a la industria petrolera y su deseo de auditar los contratos firmados con empresas foráneas, en el punto de mira por corrupción, y su intención de construir nuevas refinerías. El nuevo presidente también ha prometido invertir en una red nacional de ferrocarril.

Antes de que la Presidencia de Lula se viese enturbiada con carácter retrospectivo por asuntos de corrupción y por los incumplimientos de su sucesora Dilma Roussef, todo el mundo coincidía en alabar el éxito de sus políticas que permitieron a millones de brasileños salir de la pobreza más abyecta, sin cuestionar las líneas básicas de la economía brasileña (lo que la izquierda le reprocha hoy).

Las acusaciones de “populismo” a las que debe hacer frente López-Obrador no tienen más fundamento. No sólo porque, en el contexto mexicano, todos los candidatos y partidos recurren a cuestiones populistas: compra de votos con “regalos” (sacos de harina, balones de fútbol, etc.), llamamientos al pueblo en contra de las élites de la capital, promesas de lucha contra la corrupción, sino –sobre todo– porque AMLO, hasta la fecha, ha hecho lo que ha dicho. Al anunciar que se bajaría el sueldo, que no se trasladaría al palacio presidencial, que vendería la flota pletórica de aviones y de vehículos del Gobierno, cierto es que halaga al pueblo, pero su pasado le da la razón. Pese a llevar varias décadas en la vida pública lo que, en México, generalmente va acompañado de un enriquecimiento proporcional, López Obrador sigue viviendo en la misma casa a las afueras de Ciudad de México y llevando un tren de vida modesto.

En cuanto a sus compromisos en la lucha contra la corrupción y la violencia, considerables en la sociedad mexicana, apenas divergen de los de los otros candidatos que ha derrotado. La única diferencia estriba en el hecho de que el PRI y el PAN llevan alternándose en el poder 20 años, sin mostrarse capaces de resolver estos problemas (antes no existía alternancia real y por tanto no había verdadera democracia). Todos los sondeos de campaña han sido fiel reflejo de las principales preocupaciones de los mexicanos: la seguridad y la corrupción. La economía de la droga, que rivaliza con los mayores sectores de producción del país, ha conllevado un número récord de muertos: en los cárteles, por supuesto, pero también fuera de ellos, periodistas, políticos y a veces meros paseantes que caen bajo  el fuego de las balas o víctimas de tratos inhumanos (las decapitaciones, las mutilaciones o los baños de ácido forman parte del arsenal cotidiano de los barones de la droga). Si bien la victoria de AMLO refleja una tendencia global a elegir líderes a los que se les suele tildar de “populistas” o de “antisistema” (de Donald Trump a Rodrigo Dutertre, pasando por el actual Gobierno italiano), en México hunde sus raíces en el contexto del país. Después de tener que hacer frente una y otra vez a los mismos problemas (pobreza, violencia, corrupción, anemia económica) y después de haber elegido a partidos y dirigentes que prometen erradicarlo sin hacerlo, incluso empeorando la situación, los mexicanos han apoyado en esta ocasión al político que todavía no habían probado.

Si bien la victoria de López Obrador es abrumadora, todo apunta también que ha conseguido que numerosos candidatos de su coalición (Morena, el Movimiento de Regeneración Nacional) se conviertan en gobernadores de los Estados del país y que lleguen al Congreso. Todavía es demasiado pronto para saber si obtendrá mayoría en esta Cámara, pero la ola en su favor garantiza que no va a encontrar oposición demasiado frontal a sus reformas. Sin embargo, debido a una particularidad de la Constitución mexicana, AMLO no será oficialmente jefe del Estado antes de diciembre de 2018. Tiene aún cinco meses para perfeccionar su programa y sus promesas. ___________

López Obrador anuncia que cobrará un 60% menos que Peña Nieto como presidente de México

López Obrador anuncia que cobrará un 60% menos que Peña Nieto como presidente de México

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Más sobre este tema
stats