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'Caso Jashogi': la nueva estrategia de Arabia Saudí de confesar a medias

Activistas de la Asociación turca de Derechos Humanos sujetan pancartas con imágenes del periodista saudí desaparecido Jamal Khashoggi.

“Error confesado, daño medio perdonado”. Esta viene a ser la postura actual de los líderes saudíes, después de dos semanas de negaciones y de mentiras sobre la desaparición, y probable asesinato, del periodista Yamal Jashogi en su propio consulado en Estambul. La nueva estrategia saudí se inició este lunes 15 de octubre en Washington.

El presidente de Estados Unidos Donald Trump, tras hablar por teléfono con el rey Salmán, quien negó estar al corriente de lo ocurrido, aludió a la posibilidad de que hubiese sido cosa de unos “granujas asesinos”, preocupados sólo de sí mismos. Después, una “persona familiarizada con los planes de los líderes saudíes” dio comienzo una gira por los medios de comunicación estadounidenses para vender la idea de que la responsabilidad del asesinato de Jashogi recaía en un oficial de los servicios de inteligencia saudíes que supuestamente se habría excedido al cumplir las órdenes del príncipe heredero Mohammed ben Salmán. El abnegado espía, que supuestamente debía interrogar al periodista saudí, crítico con el poder, o incluso llevarlo de vuelta a Riad a la fuerza, supuestamente se escapó y luego intentó ocultar el daño ocasionado.

Esta explicación, a medida, del exceso de celo de un subordinado es probablemente tan cierta como las dos semanas de desmentidos del régimen saudí, durante las cuales sus portavoces aseguraron que Jamal Jashogi había abandonado el puesto diplomático con vida y que rezaban por su reaparición sano y salvo. Pero esta nueva mentira tiene la ventaja de ser más creíble que la anterior y ya ha encontrado un promotor en la figura del presidente norteamericano; a buen seguro, podrá convencer a muchos otros líderes, empezando por los propios turcos, que revelaron las pruebas del caso.

Tan pronto como salió a la luz, el miércoles 3 de octubre de 2018, la desaparición de Yamal Jashogi (un periodista crítico saudí exiliado en Estados Unidos) avergonzó a los aliados diplomáticos de Arabia Saudí, la mayoría de las democracias occidentales. ¿Cómo se puede hacer la vista gorda ante la responsabilidad de un país cuando un hombre conocido desaparece en su consulado y el anfitrión, Turquía en este caso, comienza a esconder elementos acusatorios: un comando de 15 personas llegadas expresamente para cometer un asesinato, grabaciones de audio y vídeo con macabros detalles de tortura y descuartizado con una sierra?

Sin embargo, la Administración estadounidense, siempre dispuesta a apoyar a Riad, tardó una semana en reaccionar y el Ministerio de Asuntos Exteriores francés, 10 días hasta emitir un comunicado de prensa. Porque, como ya se ha documentado y escrito, Arabia Saudita tiene asidos a los países occidentales por el petróleo, las ventas de armas y las inversiones que varios líderes, primero Trump pero también Emmanuel Macron, han hecho basándose en las promesas modernizadoras del hombre fuerte del reino, el Príncipe Mohammed ben Salmán (alias MBS).

Por parte turca, las filtraciones de los servicios de seguridad a los medios de comunicación extranjeros han sido abundantes e inusuales. Todo lo que los investigadores de Estambul recogieron parecía acabar en la prensa inmediatamente, en un lujo de detalles morbosos y potencialmente embarazosos (incluyendo el hecho de que los servicios turcos cuentan con un sistema de escucha dentro del consulado saudí). Pero en ningún momento aparecieron públicamente los altos dirigentes de Ankara para apoyar estas revelaciones. Y cuando una delegación saudí, que se suponía que iba a arrojar luz sobre el caso, se desplazó a Turquía, sólo hizo una breve parada en Ankara y luego se marchó, para indicar que la conversación había sido diplomática principalmente.

De hecho, si bien Turquía y Arabia Saudí no son los mejores amigos del mundo, ninguno de ellos tiene ningún interés en provocar una verdadera ruptura. Sabiendo que el presidente Recep Tayyip Erdogan pisotea alegremente la libertad de prensa en su país, muchos analistas han visto en la actitud de Turquía una instrumentalización de la desaparición de Jashogi. ¿Para conseguir qué? Los medios de comunicación estadounidenses hablan de los préstamos saudíes en apoyo a la economía turca.

Al adoptar esta defensa “a medias del daño causado”, los saudíes preservan lo esencial, con el consentimiento de sus socios occidentales. Sin duda, esto se hará evidente la próxima semana, coincidiendo con la Future Investment Initiative (FII), una importante iniciativa conocida como “Davos en el desierto”, que se celebrará en Riad del 23 al 28 de octubre de 2018. Se puso en marcha el año pasado con el fin de promover la voluntad de MBS de abrirse y reformarse y dicho foro empezaba ya a hacer aguas a medida que se iban conociendo las absurdas negaciones sobre el destino de Yamal Jashogi.

Una corte de magnates de las finanzas y de la economía mundial que iban a participar en la IFI pusieron las cartas sobre la mesa: los jefes de Uber, de JPMorgan, Blackstone, BlackRock, Ford, ejecutivos de Google o de la industria de Hollywood, así como varios medios de comunicación que patrocinaban la conferencia. Habrá que ver si finalmente se retiran como han anunciado, dado que muchos de sus competidores no lo han hecho, como es el caso, en concreto, de los franceses.

La presidenta del FMI, Christine Lagarde, aunque “horrorizada”, no tenía previsto cancelar su viaje a Riad. A preguntas de Mediapart (socio editorial de infoLibre) sobre la presencia o no de Jean Lemierre, BNP Paribas se limitó a responder un lacónico “sin comentarios”, lo que se puede entender como que mantendrá su participación. En lo que respecta a Credit Suisse, Mediapart ha sabido que su jefe, Tidjane Thiam, visitará la IFI según lo previsto. Finalmente, el gran organizador del Davos en el desierto, Richard Attias, especialista en este tipo de eventos y pareja de Cécilia, ex de Sarkozy, no ha respondido a nuestra llamada, pero no parece dispuesto a renunciar. Una vez más, manda el business as usual.

La nueva explicación saudí proporciona el perfecto quid pro para seguir adelante. Las filtraciones turcas se dan por validadas y se culpa a un “espía granuja” y los países occidentales pueden contentarse con endosarle un golpe en la palma de la mano –después de todo, no son los únicos en encargar asesinatos selectivos en el extranjero y, a veces, en ser descubiertos a causa de un error–. En Riad, MBS tendrá que tragarse algo su orgullo, pero siempre podrá decir que alguien se ha extralimitado al cumplir órdenes. En cualquier caso, el mensaje que quería enviar con el asesinato de Jashogi se ha transmitido: los oponentes y los críticos de todo tipo, especialmente los que se dedican al arte de escribir, sólo han de saber comportarse. Es probable que sean arrestados en cualquier lugar y en cualquier momento y también pueden ser víctimas de un desafortunado error... que los cortesanos de Arabia Saudí y su todopoderoso príncipe heredero se apresurarán a esconder bajo la alfombra.

Traducción: Mariola Moreno

La Policía turca sospecha que los restos del periodista Yamal Jashogi fueron incinerados en el consulado

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