Tratado de Libre Comercio

Melinda St. Louis: “Con el TTIP se beneficiará el 1% más rico de los dos lados del Atlántico”

Melinda St. Louis: "Con el TTIP se beneficiará el 1% más rico de los dos lados del Atlántico"

Melinda St. Louis es directora de campañas internacionales de Public Citizen, una organización estadounidense de defensa de los consumidores que se sitúa claramente contra la aprobación del Tratado Transatántico de Comercio e Inversión (TTIP, en sus siglas en inglés) entre la UE y los EEUU. La responsable participó la semana pasada en las conferencias que el grupo de Los Verdes/Alianza Libre Europea organizaron en la Eurocámara sobre este acuerdo, e infoLibre tuvo la oportunidad de conocer sus puntos de vista sobre un tratado que, asegura, tan sólo beneficiará "al 1%".

PREGUNTA: En Europa hay grandes diferencias entre los países en el grado de conocimiento y de debate social sobre el TTIP. ¿En la sociedad norteamericana, el TTIP está en la agenda?

RESPUESTA: Ahora mismo hay más un fuerte debate sobre el Tratado Transpacífico [el conocido como TTP, un acuerdo de libre comercio que negocian EEUU y otros países como Japón, Australia, Malasia, o Vietnam], que se ve como mucho más urgente porque se quieren cerrar las negociaciones en estas próximas semanas. Además, es un tratado que incluye a países como Vietnam, con estándares laborales muy bajos, y en EEUU hay preocupación sobre cómo eso podría significar una pérdida de puestos de trabajo. Pero yo creo que este conocimiento sobre los peligros de los tratados se puede transferir a la lucha contra el TTIP en el momento en que sea más urgente, aunque no hay mucho conocimiento [sobre ese tratado] todavía.

P: Pero entonces sí que existe debate sobre este tipo de acuerdos entre la sociedad

R: Sí que hay un debate desde hace un año o seis meses, sobre todo a tenor de temas como el ISDS [el controvertido tribunal de arbitraje entre inversores y Estados] o los estándares de protección de alimentos. Esto ha venido a través de una campaña muy fuerte promovida por grupos que lucharon contra la legislación de fast-track, una autorización que permitirá al presidente [Barack Obama] firmar este acuerdo y sólo llevarlo al Congreso para que le dé un "sí" o un "no". Esa ha sido una lucha muy aguda en la sociedad, y desafortunadamente el presidente y los republicanos en el Congreso lograron aprobar este mecanismo después de muchas maniobras. Hubo mucha oposición del Partido Demócrata en contra de su propio presidente, que es algo que casi nunca pasa, porque estaban en contra de este proyecto que privilegia los intereses de las corporaciones.

P: El nivel de regulación de la mayor parte de los sectores es mayor en la UE que en EEUU. ¿No beneficia más el TTIP a las empresas estadounidenses que a las europeas?

R: En cuanto al ISDS, sabemos que las empresas estadounidenses utilizan ese mecanismo mucho más que las de cualquier otro país, aunque tenemos menos acuerdos vigentes con este mecanismo. Son empresas muy litigiosas que utilizan muchos de estos mecanismos legales para lograr sus beneficios, así que yo diría que Europa debería estar muy preocupada de que se vaya a empoderar a 47.000 empresas estadounidenses que están aquí [en la UE]. Pero lo que vemos nosotros es que son los grandes negocios y empresas a los dos lados del Atlántico los que han querido este proyecto, los que lo han impulsado desde los 90.

Son Business Europe y la Cámara de Comercio de EEUU [las patronales europea y estadounidense] quienes más han empujado por el TTIP. Y no sólo hay preocupación en Europa: en EEUU, por ejemplo, estamos preocupados porque los grandes bancos europeos quieren utilizar el TTIP para bajar la regulación finacniera que hemos logrado con mucho esfuerzo tras la crisis financiera. Yo no lo veo como empresas estadounidenses contra europeas, sino que quizás sea el 1% de los dos lados del Atlántico los que se van a beneficiar mientras se incrementa la inequidad entre los que tienen mucho y los que no tienen nada.

P: ¿Cuáles serían los principales efectos del TTIPpara un consumidor en EEUU?

R: Como he dicho, hay mucha preocupación sobre la posibilidad de que el TTIP perjudique la regulación financiera, porque en EEUU hay mucha gente que perdió su vivienda o su trabajo por los efectos de la crisis financiera y el gran juego internacional de Wall Street y los bancos. No se ha llegado hasta lo que realmente neceistamos, pero si el TTIP pone límites a lo que podemos lograr en el futuro, la esatbilidad financiera es muy precaria, y eso podría conducirnos a otra crisis. En Europa, sobre alimentos y químicos hay mejor regulación que en EEUU, aunque en varios estados federales de EEUU hay intentos de mejorarla. En California, por ejemplo, están apostando por ello, pero hay mucha preocupación por la posibilidad de que se ponga un techo a lo que los Estados podrían proteger. 

P: ¿Se refiere a la llamada "cooperación regulatoria"?

R: Sí, hay mucha preocupación por lo que pueda implicar esta cooperación regulatoria, pero también hay otras preocupaciones. Existe una política muy popular en EEUU, tanto en la derecha como en la izquierda, que es el llamado Buy America o Buy local, una medida que consiste en reinvertir los impuestos de los contribuyentes en los puestos de trabajo locales a través de las compras públicas, y dar preferencia a algunas empresas locales [en concursos públicos]. Sabemos que la Comisión Europea va directa a por ello, porque dicen que eso es discriminación y quieren que las puertas abiertas queden totalmente a las empresas de cualquier lugar. En un momento en el que se tratan de superar las consecuencias de la recesión, buscar maneras de invertir en trabajos locales es muy importante en EEUU.

P: En Europa se maneja la idea de que el llamado Consejo de Cooperación Regulatoria podría servir para emitir informes que condicionen la labor de los parlamentos nacionales y los niveles administrativos inferiores, ya que las funciones de este órgano en la propuesta de la Comisión Europea son bastante ambigüas. ¿Cómo se ve en EEUU?el llamado Consejo de Cooperación Regulatoria

R: La verdad es que ésta es una rama bastante nueva de los tratados. Los tratados estadounidenses tienen un capítulo sobre cooperación regulatoria, pero no ha sido nunca tan ambiciosos como el que se quiere lograr ahora; dependerá mucho de cómo quede redactado, y si está escrito vagamente o ampliamente se puede interpretar de maneras difíciles para la población. Nuestra principal preocupación es que, si hay un consejo, van a ser burócratas los que lo van a integrar, y no se sabe cómo se va a fiscalizar su acción.

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Nosotros conocemos la propuesta de la Comisión Europea, que dice que quiere hacer evaluaciones de impacto en el comercio de las legislaciones a través de este órgano. Ellos dicen que, incluso con un año de antelación, los legisladores tienen que anunciar cuáles son sus planes regulatorios, y nosotros creemos que eso no es posible. Además, supondría crear otro organismo evaluador que sería otro retraso a regulaciones muy importantes: en EEUU es muy muy difícil sacar adelante una legislación, aunque haya sido aprobada por el Congreso, porque tienen que hacerse evaluaciones de coste-beneficio,  luego la industria puede decir que no está de acuerdo con la evaluación y tiene que rehacerse… y por eso pueden pasar años sin que una regulación salga a la luz. El papel del regulador no es pensar cómo va a afectar al comercio una legislación, sino como se puede proteger mejor al público o al medio ambiente.

P:Asegura usted que en EEUU se vende el TTIP como una pieza clave para la seguridad nacional. ¿Lo es?

R: La verdad es que yo creo que se habla de esto en EEUU cuando no lo pueden vender de otra forma, porque cuando se mira la economía de EEUU y se ve que va a suponer [el TTIP] como un 0,2% de crecimiento en el mejor de los casos... Tenemos en EEUU un récord de tratados de libre comercio pésimos para la mayoría, pero muy buenos para unas minorías muy pequeñas. Y por eso la gente en EEUU no se cree esas proyecciones, porque nos prometieron 200.000 puestos de empleo con el NAFTA [un acuerdo de libre comercio firmado en 1994 entre EEUU, Canadá y México], y al final tuvimos un millón de trabajos perdidos en los primeros diez años. Hay un sentimiento de fuerte escepticismo, por eso se busca otro argumento, y el más conveniente es que lo necesitamos por un tema geopolítico, porque necesitamos ser fuertes en Europa para contener a Rusia. Pero realmente lo vemos más como un argumento retórico.

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