Japón ha ejecutado este viernes al exlíder de la secta japonesa
Verdad Suprema, Shoko Asahara, y a otros seis miembros, implicados en un ataque con
gas sarín en el metro de Tokio en 1995.
La secta, que mezclaba la
meditación budista e hindú con enseñanzas apocalípticas, llevó a cabo
una serie de crímenes, entre otros uno con gas sarín en el metro de Tokio durante la hora punta en marzo de 1995.
Los miembros de la secta condenados son: Seiichi Endo, Satoru Hashimoto, Kiyohide Hayakawa, Yasuo Hayashi, Kenichi Hirose, Yoshihiro Inoue, Chizuo Matsumoto (alias Shoko Asahara), Kazuaki Miyamae, Tomomasa Nakagawa, Tomomitsu Niimi, Toru Toyota, Masami Tsuchiya y Masato Yokoyama.
El
sarín es un gas nervioso que fue originalmente desarrollado por los nazis. En el ataque murieron 13 personas y al menos
5.800 resultaron heridas, algunas de forma permanente.
Chizou Matsumoto, el exlíder de la secta que también era conocido como
Shoko Asahara, ha sido el primero en ser ahorcado. El ministerio de Justicia japonés ha confirmado la ejecución de los siete miembros.
"Pienso que está bien que hayan sido ejecutados", ha señalado Shizue Takahashi, cuyo esposo era un trabajador del metro que
sacó un paquete de sarín del tren y murió como resultado.
Las ejecuciones no son comunes en Japón, pero según las encuestas
la mayoría de la gente apoya la sentencia de muerte. Por su parte
Amnistía Internacional ha señalado que la justicia exige rendición de cuentas, pero también respeto por los derechos civiles.
"La pena de muerte nunca puede ofrecer esto, ya que es la última
denegación de los Derechos Humanos", ha manifestado el investigador de
AI de Asia Oriental, Hiroka Shoji.
Japón lleva a cabo ejecuciones desde los últimos 30 años
Durante los últimos 30 años, Japón ha estado
ejecutando entre 1 y 15 personas en los últimos 30 años, excepto en 2011 que no se ejecutó a ninguna.
La normativa vigente dice que la persona acusada debe recurrir la sentencia de muerte en
un plazo de 14 días y si no lo hace, la pena capital se lleva a cabo de inmediato.
Los presos condenados no pueden hablar entre ellos, lo que los mantiene
completamente aislados, Japón sin embargo no evalúa el estado mental de salud de los presos y sigue ejecutando a presos con discapacidad mental e intelectual
violando las leyes y normas internacionales.
En marzo, Japón rechazó de nuevo las recomendaciones para reformar el sistema de pena de muerte del país. Las sugerencias fueron presentadas por otros estados como parte de una
revisión formal del historial de derechos humanos de Japón en las Naciones Unidas.
Por ahorcamiento? Sabía que los japos respetaban mucho su cultura ascentral, aunque nunca pensé que seguirían con la soga. De todos modos, en este caso en concreto, no me da demasiada pena.
Responder
Denunciar comentario
0
2