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Pablo Casado no puede ser presidente del PP

El Partido Popular sigue muy distanciado de la realidad, como muestra el hecho de que haya tantos cuadros dentro de ese partido que consideren a Pablo Casado un candidato adecuado para liderar el PP.

Recordemos dónde estamos. Si se han celebrado estas extrañas primarias es porque Mariano Rajoy ha dejado la política. Y si Rajoy ha abandonado la política es porque los partidos de oposición (con la salvedad habitual de Ciudadanos) aprobaron una moción de censura. Y si los partidos de oposición aprobaron una moción de censura fue porque la Audiencia Nacional dictó la primera sentencia de la Gurtel, en la que queda acreditado que el Partido Popular ha sido durante muchos años una fuerza política organizada en torno a la corrupción, el fraude fiscal, el amiguismo y el abuso de poder más en general.

Los ciudadanos, a su ritmo, ya se habían percatado y por eso, entre las elecciones de 2011 y las de 2015, el PP perdió tres millones y medio de votos. Además, todas las encuestas coinciden a lo largo de legislatura en que la pérdida de voto del PP no se ha detenido, que la corrupción ha seguido pasando factura.

La necesidad de llenar el vacío dejado por la marcha de Rajoy era una oportunidad para que el PP reflexionara sobre las causas de su declive. Es decir, para que hablara de corrupción, de cómo la contabilidad en B, los sobresueldos, las donaciones opacas a cambio de contratos públicos, las mentiras sobre el número de afiliados, la parasitación de las instituciones y la manipulación de la televisión y la radio públicas han generado una desconfianza y una hostilidad máximas entre capas muy amplias de la sociedad española.

Pero, en lugar de ello, el PP ha organizado unas primarias un tanto surrealistas, en las que ha participado un número muy bajo de afiliados y en las que apenas se ha hablado de los problemas que aquejan al PP. Y tras la ajustada victoria de Soraya Sáenz de Santamaría, a muchos no se les ha ocurrido nada mejor que lanzarse a forjar una alianza de compromisarios para poner a Pablo Casado al frente del partido.

No voy a entrar a analizar la “ideología” de Casado, si tal término puede utilizarse para caracterizar sus comentarios carcas y reaccionarios o su nacionalismo español primario. Lo que llama realmente la atención es que en el partido no se den cuenta de que elegir para presidente de la organización a alguien que falseó su currículum y que obtuvo mediante irregularidades manifiestas (“por la cara”) un título del archifamoso máster en Derecho Autonómico de la  Universidad Rey Juan Carlos es no sólo impresentable, sino también muy dañino para los propios intereses del PP a medio plazo.

Hernando llama a la unidad del partido en la cena de diputados del PP ante unos sonrientes Casado y Santamaría

Hernando llama a la unidad del partido en la cena de diputados del PP ante unos sonrientes Casado y Santamaría

La sociedad y la opinión pública se han vuelto más exigentes y no van a tolerar fácilmente que el presidente del principal partido de la derecha española sea un tipo que se reclama “liberal”, que reivindica la “cultura del esfuerzo” y la meritocracia y que, sin embargo, no fue capaz de acabar en condiciones normales la carrera de Derecho (en un año en el Centro de Enseñanza Superior Cardenal Cisneros, ya elegido diputado de la Asamblea de Madrid, consiguió sacarse todas las asignaturas que se le habían atragantado durante largos años en el Icade) y se matriculó luego en la Universidad Rey Juan Carlos en un grado en ADE y, a la vez, en el “Máster regalo” para altos cargos del PP. A todo lo cual hay que añadir que presentara como posgrados en prestigiosas universidades norteamericanas cursos breves realizados en España. Y todo mientras ocupaba el cargo de diputado en la Asamblea y era presidente de Nuevas Generaciones.

No sabemos aún si la investigación judicial en marcha imputará a Casado o no. Pero al margen de lo que decidan los jueces, es impresentable que alguien con la trayectoria de Casado pretenda asumir la principal responsabilidad de un partido que dice creer en los valores del liberalismo. El “liberalismo” en España sigue siendo “liberalismo de amiguetes”. Por eso a Casado le apoya lo más granado del liberalismo genuinamente español, es decir, José María Aznar, Esperanza Aguirre, Federico Jiménez Losantos, Pedro J. Ramírez etc., etc., etc.

La derecha parece dispuesta a perseverar en el descrédito apoyando a un candidato que no cumple unas condiciones mínimas de ejemplaridad y coherencia. Si lo hace, no hará más que confirmar que el PP es un partido imposible de regenerar, dominado por prácticas que se toleraban en los tiempos de La escopeta nacional, pero que hoy resultan insoportables a la gran mayoría de la sociedad.

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