Desde la tramoya

“Nos habéis jodido”

Luis Arroyo nueva.

Nadie ha expresado mejor la sensación que debe cundir en Ciudadanos que la propia vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, que este jueves en privado le decía a Pablo Casado: “Como Gobierno que sois en la Comunidad (de Madrid) nos habéis jodido. De verdad te lo digo”. Es evidente que Ciudadanos está en este momento en plena confusión, sin rumbo. Quitará el Gobierno al PP en Murcia, pero se lo guardará en Andalucía o en la ciudad de Madrid o en Castilla León. Si la estrategia de competir con la derecha más dura posando con Vox y con el PP en la Plaza de Colón fue uno de los errores estratégicos más notables de la historia reciente de la política española, es posible que la decisión de romper el pacto de Gobierno en la Región de Murcia sea un error táctico comparable, que podría desdibujar tanto al partido de Rivera y Arrimadas que ya ni siquiera se le distinga en el horizonte.

Sin embargo, conocidos los acontecimientos de los últimos tres días, es evidente que ninguno de los actores estimó correctamente las consecuencias que tendrían sus actos. Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso se enteraron de la operación la noche del martes. La presidenta de la Comunidad de Madrid tomó la decisión de convocar elecciones con una mezcla de miedo y de sentido de la oportunidad: pillaba con el pie cambiado a sus adversarios, se convertía en protagonista nacional como a ella le gusta, dejaba a Ciudadanos en muy mala posición y aprovechaba su buena racha en las encuestas.

Las redes sociales y el Ateneo de Madrid

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Ni Ferraz, ni Moncloa, ni sus adversarios políticos creían que Díaz Ayuso tomaría esa decisión tan arriesgada. Pero lo hizo y ha puesto patas arriba todo el sistema de acuerdos territoriales previos. Veremos pronto cuál es el resultado de su apresurada decisión, en Madrid y en toda España, pero resulta interesante observar cómo una decisión en principio limitada a la Región de Murcia ha generado tanta inestabilidad política en todo el país.

Es decir, cómo el famoso aleteo de la mariposa puede generar un terremoto al otro lado del planeta. O, mucho mejor, las consecuencias gravísimas que puede tener “la gota de miel”. El poeta armenio Hovhannes Tumanyan contó en 1909 la historia de aquel rey que no se preocupó de limpiar una gota de miel que cayó por el alfeizar de la ventana. “No es nuestro problema”, le dijo el rey a su acompañante, el primer ministro. “Ya la limpiarán”. Pero una mosca se acercó a la gota, un lagarto se comió a la mosca, un gato persiguió al reptil y un perro atacó al gato. El dueño del perro y la dueña del gato se enfrentaron, y rápidamente generaron en la calle una enorme trifulca. “No es nuestro problema”, volvió a decir el rey, “no debemos inmiscuirnos en los asuntos de la gente”. En poco tiempo, la gota de miel había generado una auténtica guerra civil, que obligó al primer ministro y al rey a abandonar el país.

La política, como el resto de la vida humana, está llena de gotas de miel. Como explica la teoría del caos, una secuencia de hechos en principio inconexos puede generar consecuencias completamente impredecibles. Cada uno de los actores concernidos actuará de forma distinta e imprevisible ante los cambios, y los acontecimientos sucederán de forma caótica. Luego vendrán los analistas y los sociólogos y los historiadores, y tratarán de encontrar una lógica causal. Los seres humanos tenemos la necesidad de imprimir sentido y previsibilidad a los sucesos que en realidad sucedieron sin orden ni concierto. Todo indica que lo que sucedió en Murcia el miércoles fue justamente eso: una decisión de consecuencias no previstas por sus protagonistas. Veremos hasta dónde nos llevan.

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