Cataluña

La cadena humana independentista rompe las costuras de la Diada

Diada Cataluña 2012

Sergi Picazo

La llamada Vía Catalana hacia la Independencia tensará, por segundo año consecutivo, las costuras del nacionalismo conservador y del estatus quo español. El 11 de Septiembre ha puesto sobre la mesa las diferencias internas ante la cuestión independentista en los principales partidos, sobre todo en CiU y en el PSC, pero también en Iniciativa per Catalunya (socios de IU). El eje nacional les obliga a complejos equilibrios.

Convergència (aunque no Unió), ERC y la CUP (Candidaturas de Unidad Popular) han sidos los únicos partidos políticos catalanes que han dado su apoyo total a la cadena humana. Convergentes y republicanos, las dos formaciones mayoritarias en el Parlament, pondrán todo el aparato del partido y su capacidad de movilización al servicio de la causa. El presidente Artur Mas, que no participará pero sí ha llamado a una “amplia participación”, ha dado libertad a los consejeros de su gobierno para asistir a la cadena salvando así los difíciles equilibrios entre Unió y Convergència ante la cuestión independentista.

El PSC y, obviamente, el PP y Ciutadans han rechazado asistir a la cadena y han sido muy críticos con la convocatoria. La dirección socialista, afectada por un traumático debate interno durante el mes de agosto, acabó tomando una posición de respeto hacia la cadena y descarta sancionar a los dirigentes que participen.

La coalición rojiverde de Iniciativa per Catalunya y la izquierda radical independentista, hoy representada en el Parlament por la CUP, aprovecharán la Diada para reclamar un proceso soberanista con acento social y se unirán a la convocatoria para “alargar” la Vía Catalana hasta Rodear La Caixa. El llamado Proceso Constituyente, un nuevo colectivo político que reclama la unidad de las izquierdas, ha llamado a protestar ante la sede central del principal banco catalán en un acto simbólico contra el poder financiero y la crisis económica.

Aceleración de partículas

El 11 de septiembre, que recuerda la caída de Barcelona durante la Guerra de Sucesión en 1714 a manos de las tropas borbónicas y el consiguiente fin de los fueros catalanes, había sido históricamente un día de reivindicación patriótica sin demasiados excesos. Apenas unos miles de activistas, en la órbita de la izquierda radical, solían reclamar la independencia. Las cosas cambiaron hace justo un año. La manifestación de la Diada de 2012, con más de un millón de personas en las calles reclamando independencia, provocaron elecciones anticipadas, el giro soberanista de CiU y la unidad de los partidos catalanes –excepto PP y Ciutadans– en favor del derecho a decidir.

La petición principal de la Asamblea Nacional Catalana, la nueva entidad que aglutina a miles de ciudadanos independentistas, es que justo el día después de la cadena humana el gobierno catalán anuncie la fecha y la pregunta de un futuro referéndum. Eso, sin embargo, no pasará. Aunque vuelva a haber un millón de personas en la calle. La hoja de ruta pactada por CiU y ERC prevé que la Generalitat ha de convocar a los catalanes a votar antes de finalizar el año y todo apunta que no van a precipitar el anuncio. Las reuniones “discretas” entre Mas y Rajoy, o de sus enviados, podrían acelerar o retrasar el proceso. El líder de CiU ya matizó esta semana que la consulta debe ser “legal o tolerada” y que, si el Estado español no la permite, convocará elecciones en clave plebiscitaria en 2016. Lo que es seguro es que los partidos –de la derecha a la extrema izquierda– y las organizaciones sociales catalanistas no van a parar hasta conseguir el derecho democrático a decidir el futuro estatus catalán.

400 kilómetros de cadena

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El 23 de agosto de 1989, centenares de miles de personas enlazaron sus manos durante quince minutos a lo largo de los 600 kilómetros entre Vilnius, Riga y Tallinn, las capitales de Lituania, Letonia y Estonia, para reclamar la recuperación de la independencia. Lo consiguieron dos años después. Pasó a la historia como la Vía Báltica. Mañana, veinticuatro años después, el independentismo catalán busca emular aquel momento. Y quiere pasar a la historia como la Vía Catalana. Tras la independencia de los países bálticos, el presidente Jordi Pujol dijo: “Catalunya es como Lituania, pero España no es la URSS”. Mañana, sin embargo, el renacido Pujol independentista asistirá a la cadena humana en un tramo de las Tierras del Ebro.

La cadena humana catalana será, de tener éxito, un hito inaudito en las acciones reivindicativas de los movimientos sociales en España. El aconticimiento se entrevé espectacular: centenares de miles de personas se darán la mano, durante 450 kilómetros de recorrido, por carreteras, ciudades, campos y montañas, atravesando 86 municipios. Pasará por lugares emblemáticos de Barcelona como la Sagrada Familia, el monumento a Colón, el Parlament, el Parc de la Ciutadella, la plaza Sant Jaume o por dentro del Camp Nou. La Vía Catalana cortará la N-2 i la N-340, afectará a las autopistas e imposibilitará el tráfico en media Barcelona durante cinco horas. Hay 2.465 'mossos d'esquadra' asignados al dispositivo. Las manos de los asistentes se estrecharán exactamente a las 17.14h de la tarde: como recordatorio de la derrota del ejército austriacista en 1714.

La ANC, muy interesada en la repercusión internacional, ha realizado ensayos de cadena humana en un centenar de ciudades del mundo este mes de agosto. El país que ha realizado más cadenas ha sido Estados Unidos, en 14 ciudades, desde Los Ángeles (frente a la mítica señal de Hollywood) a Nueva York (se hizo en Times Square). La ciudad que convocó a más independentistas catalanes fue Londres, con unos 800 participantes. La muralla china, la Ópera de Sydney o lugares tan lejanos como Johannesburgo o Santiago de Chile han tenido su réplica de cadena.

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