Memoria histórica

Contra el olvido

Contra el olvido

Ni los organizadores del evento habían previsto tanto público como el que finalmente se dio cita en el auditorio de Comisiones Obreras. Allí se presentó en la tarde de este jueves, ante la escucha de 500 personas, el libro La matanza de Atocha, escrito a cuatro manos, las de los hermanos Jorge e Isabel Martínez Reverte. Él escritor, ella periodista, reconocen que discutieron mucho porque sus estilos son completamente diferentes, pero el resultado final es un relato casi cinematográfico y apasionado de los acontecimientos que rodearon el asesinato de cinco abogados laboralistas en 1977 por un grupo fascista de extrema derecha.

Al menos estos fueron dos de los adjetivos empleados por los invitados que participaron en la presentación, entre ellos Manuela Carmena, que pidió nada más empezar su intervención que dejaran de llamarla alcaldesa. Al fin y al cabo, ella era también una de las abogadas que aquel 24 de enero tendría que haber estado en el despacho señalado. "Lo importante no es tanto hablar del asesinato y recordar las muertes como hablar de la vida que llevábamos", dijo Carmena. "En aquel despacho éramos extraordinariamente felices, y es esencial que la gente joven sepa que intentar cambiar las cosas genera una gran felicidad".

Precisamente esa voluntad de cambio fue la que se respiraba en los días siguientes al atentado. Carmena recordó que al volver al despacho, "de manera espontánea se formó una cadena de obreros que vinieron a protegernos". "Yo sentí el calor de esa gente que subía por la escalera hasta el despacho", relató la alcaldesa de Madrid. 

Asistió también al evento Alejandro Ruiz Huerta, el último superviviente de aquella masacre y presidente de la Fundación Abogados de Atocha. Tuvo el azar de que uno de los fallecidos cayó sobre él, y cuando los terroristas fueron a rematarle en el suelo solo pudieron dispararle en las piernas: cuatro tiros y ninguno contra los órganos vitales. "Sabíamos que nos estábamos jugando la vida, porque ser comunista era buscarte enemigos y la Policía estaba con ellos, pero fue un honor estar en Atocha", explicó Huerta entre lágrimas, para quien este episodio "representa el ADN de la democracia".

Con alegría reconoció que "30 años después se ha empezado a conocer la realidad" de aquel atentado, del que ya hay trabajos documentales e incluso tesis universitarias. Sobre lo que todavía no hay mucha luz, dijo Huertas, es sobre la cantidad de asesinatos que se cometieron en estos años de cambio. De hecho, "no se nos consideró víctimas del terrorismo y ningún presidente del Gobierno nos visitó hasta que llegó Zapatero y reconoció el papel del Partido Comunista y de CCOO en la Transición". Una Transición que para él dio comienzo el 19 de julio de 1936, con todos esos "hombres y mujeres que se jugaron la vida por defender la democracia".

Lola González Ruiz, superviviente la matanza de Atocha, será homenajeada este viernes

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Se mencionó mucho la dignidad de los abogados que defendieron los derechos y libertades de los trabajadores cuando todavía CCOO era ilegal. Y se habló también de la Transición, que "comenzó en los 70 y no en el 78 como suele decirse", reprochó Francisca Sahuquillo, presidenta del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad. "Esta década fue en la que más personas pasaron por el Tribunal de Orden Público porque había inmovilistas de derechas y fascistas que no querían el cambio", explicó Sahuquillo. Frente a ellos, dijo, "los sindicalistas que entregaban su vida para defender las libertades".

También a la Transición se refirió Isabel Martínez Reverte, co-autora. Aseguró que la intención que perseguía su hermano con este libro era "que no se olvidara lo duro" que fue este periodo de la historia española. "Por eso ahora no se puede hablar de una segunda Transición", añadió.

Y duro se hizo escribir La matanza de Atocha. Tras redactar las primeras palabras en 2013, Jorge Martínez Reverte sufrió un ictus que le dejó maltrecho. Necesitó la ayuda de su hermana y otros tres colaboradores para continuar el libro, y entre unos y otros hicieron posible que llegara a la imprenta tras un arduo trabajo de documentación. A Reverte le acompañaron este jueves cientos de amigos, conocidos y desconocidos. Muchos de aquellos que patearon con él las calles repartiendo propaganda sindicalista. Esos que "eran lo mejor que se podía ser durante el franquismo: de CCOO".

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