Incendios forestales

El abandono de los montes y la insuficiente inversión en materia forestal envuelven a Galicia en llamas

Imagen de un incendio en el concello pontevedrés de As Neves.

La oleada de más de 200 incendios forestales que desde la semana pasada, y más intensamente este domingo, arrasa Galicia deja a los montes consumidos por las llamas y a la atmósfera envuelta en ceniza. El balance hasta el momento sitúa en cuatro el número de muertos, mientras que la cifra de hectáreas que han sido calcinadas se presume todavía una incógnita. A lo largo del lunes, el fuego ha ido ganando terreno y ha avanzado hacia Asturias, donde los incendios contabilizados rondan la treintena.

En un ambiente de caos absoluto, los diagnósticos se revelan confusos. Las voces de vecinos, responsables forestales y representantes políticos se entrecruzan en un conglomerado de análisis prematuros y balances altamente inestables. El ingeniero forestal Juan Picos, profesor en la Escola de Enxeñaría Forestal de la Universidad de Vigo, repasa en conversación con infoLibre algunas de las claves respecto a los incendios que cada año se ceban con los montes del noroeste peninsular.

"¿Qué ha pasado ahora que no haya pasado en otros momentos?", se pregunta Picos, quien entiende que "las razones y los comienzos son los mismos de siempre, mientras que los finales van cambiando en función de las circunstancias". En este escenario, reflexiona, "se juntan las negligencias, la voluntad de quemar algo pero que no llegue a esta escala y comportamientos aislados que buscan generar grandes incendios". 

Este diario ha contactado con la Xunta de Galicia para tener en cuenta su opinión sobre las posibles causas de los incendios forestales, sin obtener respuesta.

Abandono de los montes y del medio rural

Hace dos semanas un total de 436 brigadistas fueron despedidos. El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, aseguraba que aquello no implicaba un mayor riesgo de incendio, e incidía en que los trabajadores únicamente fueron contratados durante un periodo de tres meses para la campaña de verano. Diversos sindicatos criticaron el recorte de personal de las brigadas forestales días antes de la oleada de incendios. Ahora, las voces críticas califican de "temeridad" haber prescindido de los brigadistas y censuran la falta de planificación del medio rural y forestal, la ausencia de un auténtico plan de estrategia territorial, el inexistente compromiso de los poderes públicos y el recrudecimiento del calentamiento global.

"Es un hecho que a 30 de septiembre todos los años hay una parte del dispositivo que termina sus contratos", explica Juan Picos, quien a renglón seguido añade que "también es un hecho relativamente objetivo que las campañas de incendios se van alargando cada vez más por motivos climáticos", algo que "probablemente obligue a repensar" el periodo de contratación de los profesionales.

En esa dinámica preventiva, destaca Picos, hay que "empezar a asumir que es necesaria una prevención estructural, que el medio forestal, agrario y las zonas periurbanas deben de estar en un buen estado, que haya gente que invierta allí, que exista un medio de vida rural". A su juicio, resulta determinante el trabajo por "un medio rural sano y desacoplado totalmente de si hay incendios o no los hay". Este esfuerzo, continúa, "acabará trayendo beneficios desde el punto de vista de prevención". El motivo, resume, es que "las vacunas están bien pero además el paciente tiene que estar sano, bien alimentado y fuerte. Hay que invertir y no nos tiene que doler el dinero que se dedique a eso".

La paradoja es que "en Galicia se invierte más que en ninguna otra comunidad, pero no es suficiente". En este sentido, el experto apuesta por trabajar sobre los pulmones del mundo rural y los montes abandonados como primer paso para evitar los incendios. "Aunque aún hay monte de propiedad familiar, hay otros que están abandonados", de modo que "hay que ver quién está haciendo las cosas bien, para ayudarle, quién no, para ver por qué y corregirlo, y qué monte no es de nadie para intervenir", resuelve.

Durante el presente año, la inversión gallega en materia forestal asciende a 173,7 millones de euros, según contempla el Plan de Prevención e Defensa Contra os Incendios Forestais (Pladiga). Del total, 105 millones quedan exclusivamente destinados a la extinción.

Ordenación del territorio

A esta panorámica hay que sumar el aumento del interfaz urbano-forestal. Las viviendas se introducen dentro del bosque, o el bosque crece cerca de las ciudades y pueblos, por lo que cada vez más gente vive dentro o pegada al bosque. Este hecho provoca que el riesgo de incendio sea mayor por la intervención humana, y que la extinción se complique por la presencia de personas.

"Es la matriz en la que tenemos que insertar las actividades forestales", argumenta Picos. A su juicio, "uno de los peores escenarios es esa interfaz de conexión entre áreas agrícolas y forestales en estado de abandono, con casas metidas por el medio, esa situación de desorden genera un problema cuando hay que evacuar a la gente". No es lo mismo, añade, "atender un núcleo que atender cien casas individualizadas repartidas por el monte".

"Un incendio forestal en el monte en situaciones adversas permite más margen, pero cuando está en el límite de una zona urbanizada crea situaciones de mucho riesgo", así que "trabajar bien eso es radical para evitar que alcance grandes dimensiones". Por ello, resulta fundamental prestar atención a "la responsabilidad de cómo hemos ido ordenando ese crecimiento urbano de las últimas dos décadas".

A finales de 2016, el Consello de Contas autonómico publicaba un informe en el que denunciaba el incumplimiento del Plan Forestal de Galicia 1992-2032, que promete un 86,8% del presupuesto autonómico a la ordenación de las producciones forestales. "Mientras que el plan forestal contemplaba como porcentaje de inversión en prevención de incendios un 13,2% del total frente a un 86,8% de la inversión para el fomento de las políticas forestales, la realidad presupuestaria del quinquenio [2008-2012] demuestra cómo se invierte ese porcentaje", relata el informe.

Por otro lado, las leyes de montes e incendios autonómicas imponen a las plantaciones de árboles una distancia mínima respecto a núcleos urbanos, ríos o carreteras asfaltadas, imprescindible para la ordenación del monte. La propia Consellería de Medio Rural, sin embargo, califica de "anecdótico" el cumplimiento de tales requisitos.

Cambio climático y especies invasoras

Las condiciones climáticas resultan clave: temperaturas especialmente altas, ausencia de lluvias y fuertes vientos son algunos de los ingredientes estrella del cóctel bautizado como 30-30-30. Es decir, 30 o más grados de temperatura, menos de un 30% de humedad del ambiente y más de 30 kilómetros de velocidad del viento. Sobre tales condiciones ya advirtió en septiembre la Agencia Estatal de Meteorología: la temporada otoñal será "más cálida de lo habitual", especialmente entre los meses de octubre y diciembre. 

En julio, los expertos reunidos en torno a la jornada sobre Montes vecinales: gobernanza, cambio climático e incendios forestales, avisaban también de las consecuencias "dramáticas" que dejaría el cambio climático en materia de incendios. Las condiciones ambientales extremas, señalaban entonces, serán "cada vez menos raras" y podrán complicar las labores "para apagar incendios, poniendo el peligro la vida de las personas".

Otro de los factores que más alarma genera en materia medioambiental es la presencia de especies invasoras, como el eucalipto. La especie australiana se caracteriza por arder bien y rápido, lo cual deteriora notablemente el suelo y facilita problemas de erosión. Galicia es buen ejemplo de ello: durante las últimas tres décadas, la extensión del eucalipto en la comunidad gallega se ha multiplicado. Su crecimiento alcanza a día de hoy, según datos de la Consellería de Medio Rural, las 425.000 hectáreas, cuando las previsiones de la propia Xunta de Galicia para el año 2032 apuntaban a 245.000, cerca de la mitad.

En este contexto el foco de la polémica ha sido ocupado por la empresa papelera Ence, que cuenta con una fábrica en Pontevedra y que se nutre de la plantación de eucalipto. La oposición gallega viene denunciando la actividad de la empresa desde hace años. Este verano, la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, recordaba que Ence "no solo está contaminando" la ría pontevedresa sino que está "hipotecando" el futuro de Galicia al "imponer" el monocultivo del eucalipto. En noviembre de este año, la diputada de En Marea Alexandra Fernández hablaba del "trinomio mortal" formado por la empresa, los eucaliptos y los incendios.

Juan Picos, por el contrario, se muestra cauto en lo que respecta a esta cuestión. "Los efectos del fuego no vienen directamente vinculados a la especie, sino a la estructura de la vegetación", explica. Por tanto, "que haya o no haya eucalipto no es tan problemático como dónde esté ese eucalipto", de la misma forma que sucede "con el pino o con el matorral". Por ello, considera que "simplificar" esta cuestión "es peligroso". Aunque el experto insiste en que desde el punto de vista técnico "no es bueno ser categórico en ninguno de los dos sentidos", reconoce que el eucalipto es más propenso a generar pavesas –chispas que favorecen a la propagación de las llamas–, "por la altura de la vegetación y el tipo de hoja que tienen".

Ley de Montes y 'Ley de Depredación'

La actual Ley de Montes prohibe construir en zona forestal hasta tres décadas después de un incendio. No obstante, en el año 2015, con el Partido Popular al frente del Gobierno, la normativa es modificada con el fin de permitir cambios en el uso de suelos forestales afectados por incendios, en caso de existir razones imperiosas de interés público. El pasado 11 de octubre, la mayoría conservadora en el Senado votaba en contra de la tramitación de la Proposición de Ley registrada por Unidos Podemos para modificar la norma y eliminar los supuestos que permiten la recalificación.

"Normativamente la recalificación es imposible salvo que el Gobierno apruebe una ley específica debido a un tema de utilidad pública", explica Picos. En estos momentos, continúa, "no hay un interés al respecto, porque lo que puede ser urbanizable ya lo es incluso con arbolado, y lo que no puede no lo será hasta pasados 30 años si arde". No existe, bajo su punto de vista, una "conexión relevante".

A nivel legislativo, otra norma reciente ha empañado de polémica la gestión de la Xunta de Galicia. La Ley de Fomento de Iniciativas Empresariales, también conocida como Ley de Depredación de Galicia, se vota este martes en el Parlamento autonómico con el firme rechazo de oposición, organizaciones ecologistas y sindicatos. Para el Ejecutivo de Núñez Feijóo, la ley busca "reducir burocracia" con el objetivo de facilitar la implantación de empresas y el acceso al suelo empresarial, mientras que plataformas y partidos políticos manifiestamente en contra critican su pretensión de"anular todos los controles y protección" existentes para convertir en "dueñas del territorio" gallego a "las grandes multinacionales".

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¿Tramas incendiarias?

El presidente de la Xunta de Galicia aseguraba, durante la noche del domingo, que "sobre la intencionalidad de los incendios" no hay "ninguna duda", aunque admitía desconocer "si es una trama o si están coordinados". El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, señalaba a las 9:14 horas del lunes que "ya han sido identificadas varias personas en relación con los incendios". Sin embargo, Álvaro García, fiscal delegado de Medio Ambiente en Galicia, recalcaba en una entrevista en la Cadena Ser la imposibilidad de determinar todavía el origen de los fuegos.

Juan Picos no oculta sus dudas respecto a la existencia de una trama incendiaria que prenda incendios en suelo gallego. "No podemos llevar casi cien años con incendios en Galicia, norte de Portugal, Asturias, oeste de Castilla y León y que esto dependa de alguien que se ha puesto de acuerdo para hacerlo y no tener ni una evidencia", asevera el experto. En 2006, tras la oleada de 1970 que arrasaron Galicia durante la primera quincena de agosto, "la Guardia Civil y la Fiscalía hicieron un esfuerzo enorme para intentar localizar culpables y sus conclusiones fueron que no existían", así que "esto no puede haber cambiado".

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