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El futuro de Cataluña

Capacidad de gestión, economía e identidad: los motivos que mueven al independentismo catalán

Multitudinaria manifestación de estudiantes de secundaria y universitarios a favor del referéndum.

El conflicto territorial que se desarrolla en Cataluña evidencia el peso que en los últimos años ha ido ganando el independentismo. Si bien el movimiento se ha mantenido como una constante en la sociedad catalana, los últimos años han dejado episodios clave en cuanto a su evolución. La consulta del 9 de noviembre de 2014 y el referéndum del pasado 1 de octubre son dos de los momentos más relevantes a la hora de analizar las razones que alimentan y mueven al independentismo. Precisamente en esas fechas, el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) incluía en sus barómetros trimestrales una cuestión crucial para entender la motivación del: ¿por qué motivo votará a favor de la independencia? La respuesta de los encuestados aporta información respecto a las bases sobre las que se sustenta el independentismo. 

La socióloga Silvina Vázquez señala, en su artículo Identidad nacional y autogobierno (2013), que más allá de componentes identitarios como la lengua y la nación, el peso de la cuestión económica "emerge como una de las motivaciones principales que justificarían la secesión", mientras que la "percepción de estar siendo atacado" o la polarización producto de "haberse sentido negado, rechazado, disminuido o perjudicado por algún integrante del grupo identitario alternativo" también han sido motivos de peso que, además, han dado pie a "discursos impermeables".

Oriol Bartomeus, politólogo y profesor en la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB), explica en conversación con infoLibre que siempre que un movimiento, partido o idea política "llega a tener el peso que tiene actualmente el independentismo en Cataluña, es porque ha conseguido juntar bajo ese paraguas a gente muy diversa". Aunque existe un grupo importante de personas que alude a motivos de "identidad, lengua o nación", también hay gente que "se ha apuntado al carro por cuestiones económicas", otra parte que quiere "dar un toque de atención al Gobierno central" y otra que busca expresar su "odio a España". 

Por otro lado, reflexiona, existe un componente de descontento importante: "Estoy ya harto de este sistema, no me sirve, no me funciona". Esta cuestión, que en España se canaliza a través de unas "vías de rechazo al sistema por parte de la izquierda, en Cataluña se expresa por la vía independentista". En este sentido, la "gente cabreada por cómo se ha salido –o no se ha salido– de la crisis, por el Estatut y por las políticas del PP", por un momento ha visto "que no había salida y que el PSOE tampoco presentaba una alternativa viable". Al final, señala Bartomeus, "se ha pasado al independentismo" y algunos "se van a quedar ahí".

Respecto a los motivos económicos, Bartomeus señala que hasta el momento primaba el relato de que "Cataluña no sólo mejoraría económicamente con la independencia sino que sería un gran negocio para los catalanes" e incluso "se barajaban aquellos números maravillosos del déficit fiscal". La fuga de empresas, no obstante, "ha puesto en cuestión el relato independentista", lo que se ha traducido en un golpe duro porque "en parte el independentismo ha ganado su mayoría llamando a este tipo de argumentos". Esa gente "que se lo creyó, ante la posibilidad de una independencia bronca, se está echando para atrás".

Ante tal coyuntura, se da la circunstancia de que "los independentistas tienen una fuerza muy importante, pero no suficiente, y este es el problema de todo". "Son suficientes para una mayoría en el Govern pero no para imponer la independencia", agrega. En todo caso, "el independentismo no va a volver a ser lo que era, sino que va a ser un bloque central en Cataluña y por tanto los partidos estatales tienen que asumirlo".

Economía, política y autonomía

Los motivos relacionados con el modelo territorial, con cuestiones económicas y con una mayor autonomía son con diferencia los de mayor peso para el sector independentista. En el barómetro publicado en julio de 2017, el CEO preguntaba el sentido del voto de la ciudadanía de cara al 1-O. Entre aquellos que se inclinaban por el–el 39% de los encuestados–, la principal razón tenía que ver con "ganar capacidad de gestión, nivel de autonomía", opción que fue señalada por el 26,2% de la muestra.

Muy de cerca le seguía, con un 23,4% de apoyo, la percepción de que "Cataluña mejoraría (mayor prosperidad, libertad...)", mientras que un 19,1% se inclinaba por una motivación relacionada con el modelo territorial, "deseo de modelo de país (se lo merece, es por lo que hemos luchado)".

En cuanto a las personas que defendían una mejora de las competencias, únicamente el 0,9% de los encuestados argumentaba el sentido de su voto por una cuestión de "toque de atención" al Gobierno central en esta materia.

Cuestión identitaria

Existe, además, un componente más emocional vinculado especialmente a la cuestión identitaria, fuertemente ligada a la nación, la lengua y la historia del pueblo catalán. Pero también cobra cierto papel el sentimiento de rechazo hacia el Estado español y las políticas del Gobierno central. Un 10,4% de los encuestados que apostaban por la independencia lo hacían por una "actitud contraria a España o al Gobierno español", mientras que el 8,4% confesaba un "sentimiento de incomprensión" del resto de España hacia Cataluña.

El sentimiento identitario –"me siento catalán o catalana"– fue también señalado por el 8,4% de los interpelados, mientras que la "conceptualización identitaria de Cataluña como una nación" cosechó el 6,3% de las respuestas.

En cuanto al rechazo expresado ante el funcionamiento del sistema, un 3,6% de la ciudadanía se inclinaba por el a la independencia como única vía para "cambiar las cosas".

Los motivos de 2014

La encuesta formulada por el CEO, según confirma una portavoz autorizada del organismo, se confecciona a través de una metodología de respuesta abierta que, posteriormente, se asigna a una categoría que ellos mismos configuran. Las mismas fuentes advierten de la dificultad que entraña comparar la encuesta realizada en 2014 con motivo del 9N con el último barómetro de 2017 ante el 1O. No es lo mismo, dicen, la consulta no vinculante y el referéndum, las preguntas que planteaban las papeletas también difieren y, finalmente, la evolución de los acontecimientos condiciona los resultados obtenidos en ambos momentos.

El listado de motivos que señalaba la población catalana en 2014 es, en comparación con el último sondeo, mucho más amplio. Aquellos que expresaron su intención de votar Sí + Sí en la consulta del 9N, explicaban su voto en el 29% de los casos por la "capacidad y el deseo de autogestión económica (recursos, impuestos)". Esta razón, la mayoritaria en aquel entonces, perdió apoyo en 2017. En el barómetro de cara al 1O, "había pocos casos que señalaran la autogestión", de modo que todos ellos quedaron agrupados en la opción que aboga por "ganar capacidad de gestión, nivel de autonomía", según explican fuentes del CEO.

Los partidarios de la independencia en 2014 mencionaron en un 20,6% de los casos como razón que "Cataluña mejoraría (mayor prosperidad, libertad...)", casi tres puntos menos que en 2017. A muy poca distancia, el 20% de los encuestados se apoyaron sobre un "sentimiento de incomprensión" por parte del resto del Estado, una respuesta que cayó casi doce puntos en la última encuesta.

El "deseo de modelo de país (se lo merece, es por lo que hemos luchado)" quedó entonces en cuarto lugar con un 15% de los encuestados, que pasaron a un 19,1% en 2017. Por su parte, la "conceptualización identitaria de Cataluña como una nación" fue señalada por el 11,2% de la ciudadanía independentista, porcentaje que cayó hasta el 6,3% en julio del presente año. "Ganar capacidad de decisión, nivel de autonomía", que fue la primera opción en 2017 –si bien hay que tener en cuenta que agrupaba, según explica el CEO, más respuestas que en 2014–, fue señalada por el 5,4% de los catalanes independentistas interpelados hace tres años. Finalmente, sólo el 0,8% de los encuestados entonces señalaron la "mejora de las competencias actuales (toque de atención)" como motivo de su voto a favor de la independencia catalana, un resultado similar al de 2017.

Otras respuestas que aparecían en 2014 y no figuran en 2017 son la "única vía de mejora o cambio necesario", que fue elegida por un 6,6%, y "ganar capacidad de autosuficiencia (disponibilidad de recursos)", apoyada por un 3,3% de los partidarios del . Se trata de opciones que recibieron apoyo escaso en 2017 y que finalmente quedaron agrupadas en otras similares con el fin de generar categorías más amplias.

El barómetro realizado los meses previos al 9N incluía otro apartado, ausente en la encuesta de 2017, que preguntaba a los encuestados por el "motivo principal por el cual se han hecho independentistas en los últimos años", cuestión que se realizó sobre la base de personas que previamente se habían confesado como nuevos independentistas. El 42% admitía que el motivo principal fue "la actitud o comentarios del Gobierno central sobre Cataluña", seguido a distancia, con un 13,4%, por un "tema económico o de impuestos mal repartidos". El 7,6% respondía que "un cambio ayudaría a mejorar", mientras que el 7% señalaba a "la política" como respuesta y un 6,4% aludía a la "actual situación de crisis". Por su parte, el 4,1% apuntaba a un aumento de concienciación en los últimos años, acompañado por un 3% que señalaba la "ideología" como motivo y un 2,6% al "derecho a decidir o autogobierno". Finalmente, sólo el 1,6% hablaba de "recortes" y el mismo porcentaje de "idioma y cultura catalana".

El sector del 'no'

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Respecto a los partidarios del no a la independencia, que en el barómetro de 2017 supusieron el 23,5% de los encuestados, las razones giran de forma mayoritaria en torno a una cuestión: la unidad de España. Más de la mitad, el 51,1%, justificaron su rechazo –aunque todos ellos declararon que irían a votar durante el 1O– aludiendo a la "preservación de la unidad de España". A mucha distancia, con un 15,3%, le siguió la respuesta de que la independencia "no sería positiva para Cataluña".

También existe en este caso una cuestión identitaria con cierta presencia. Y es que el 7,4% de los encuestados que se expresaron en contra de la República catalana lo hicieron alegando un "sentimiento identitario (tanto español como catalán o más español que catalán)". Por su parte, el 4,5% consideraba que había una "falta de concreción del proyecto futuro", mientras que 4,3% rechazaba que el referéndum no tuviera el "permiso o el acuerdo del Gobierno español".

El 4% reconoció su "preferencia por un modelo federal" y el 3,4% se declaró "contrario a las divisiones territoriales". El 2,8% señalaba que la "independencia es inviable" y además una "postura extrema", el 2% se declaraba "desmotivado con la política", el 1,7% decía no estar "interesado por el tema" y el 1,1% no lo percibía como "un proceso prioritario y viable". Finalmente, el 4,8% admitía no tener "una postura firme", pese a haber señalado que votaría en contra.

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