Nabody, la niña de 2 años originaria de Malí y que el pasado martes fue recuperada de una parada cardiorrespiratoria tras llegar a bordo de una patera al muelle de Arguineguín, ha fallecido este domingo, según han informado fuentes de la Consejería de Sanidad y recoge Europa Press.
La pequeña se encontraba ingresada en estado crítico en la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil de Gran Canaria.
La niña iba a bordo de una patera que fue rescatada por Salvamento Marítimo en aguas próximas a Gran Canaria. En ella viajaban un total de ocho niños, dos de ellos en estado grave.
Al desembarcar, Nabody se encontraba en parada cardiorrespiratoria, por lo que un miembro de Cruz Roja le practicó en el mismo muelle maniobras de reanimación hasta lograr recuperarla.
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Sigue el continuo chorro de fallecidos intentando huir del hambre, de la miseria o de la muerte. El caso de la niña Nabody no es sino uno más entre las incontables víctimas de esa búsqueda desesperada por sobrevivir a la que está obligadas tantas personas. La muerte puede tener un significado más trágico cuando se trata de menores, pero me resulta indignante el oportunismo político de cuantos salen ahora con declaraciones de condolencia cuando poco o nada hacen en contra de las causas que provocan esas muertes y que, a mi modesto entender, se encuentran en las injustas condiciones de vida que tienen que soportar las personas en sus lugares de origen y que en buena medida están provocadas o sostenidas por los países acomodados.
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